La activista saharaui Aminetu Haidar, conocida internacionalmente por sus largas huelgas de hambre para reivindicar los derechos de su pueblo, recibe hoy el Premio René Cassin 2011, del Gobierno vasco, como reconocimiento a una lucha que la ha marcado pero no vencido
GASTEIZ. Aminetu Haidar (El Aaiún, 1967) pudo con una huelga de hambre durísima, hace dos años en Lanzarote, así que ayer fue capaz de hablar con los periodistas estando indispuesta. DEIA tuvo ocasión de comentar varias cuestiones con ella en la sede del Gobierno vasco en Gasteiz, en la presentación a la prensa del Premio René Cassin 2011, que le ha sido otorgado por "representar la lucha del pueblo saharaui en defensa de sus Derechos Humanos en el Sahara Occidental", su tierra, "con la valentía de seguir haciéndolo incluso con el riesgo de su vida", según indicó la consejera de Justicia, Idoia Mendia.
La abogada de Haidar, Inés Miranda, comentaba a este diario "Cómo no va a estar guapa, si en Lanzarote se me moría y la veía casi mejor que a mí", bromeaba la letrada grancanaria. A su lado, sonriente, la delegada del Frente Polisario en Euskadi, Fatma Mohammed Ali. Al igual que Aminetu, agradecidas por el interés de DEIA por "dar visibilidad" a sus denuncias, a su "causa". Y sí, Aminetu, a pesar de que sigue delicada -tras varias huelgas de hambre y episodios de tortura en cárceles marroquíes, e incluso desapariciones-, estaba guapa, y se explica con esa mezcla de dulzura e inteligencia, compatibles con un brillo de coraje en los ojos, que tanto caracterizan a las activistas saharauis.
Haidar intercaló algunas frases en francés y, aunque dice no expresarse bien en castellano, se hizo entender con calma, firmeza e ideas claras. Así, la veterana activista afirmó taxativamente que "lamentablemente las elecciones del Reino de Marruecos no van a cambiar nada, porque no son democráticas".
Mariano Rajoy, del PP, ha ganado las elecciones en el Estado español. Especialmente en su huelga de hambre, culpó reiteradamente al Gobierno de Zapatero de negar los derechos del pueblo saharaui. Si eso lo hacía un partido con etiqueta socialista, ¿qué esperan de un gobierno de etiqueta marcadamente de derechas, conservadora?
Yo no puedo hacer un prejuicio antes de tiempo. Esperamos que el nuevo gobierno de Rajoy rectifique el error histórico del gobierno español con el pueblo saharaui. Siempre he dicho que tengo más confianza en los pueblos que en los gobiernos. Hay una determinación popular; el apoyo de tan alto nivel que recibimos los saharauis de parte de la base popular española nos da un poco de esperanza de que el Gobierno español va a ceder la reivindicación popular, que va a respetar finalmente lo que el Derecho Internacional defiende. Pero no puedo decir que el gobierno de Rajoy va a ser mejor que el de Zapatero; estoy esperando, como todos los saharauis, unas acciones concretas para hablar.
Además de su recuperación tras la huelga de hambre, que fue muy dura, al regresar a El Aaiún, una vez que se apagaron los flashes y las cámaras, denunciaron acosos y agresiones constantes en su entorno. ¿Cómo es la situación en estos momentos? ¿Igual que en 2010?
(Rotunda) Peor. Por ejemplo, después de mi regreso a El Aaiún, tras casi un año se dio el desalojo, el desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik. Había muertos, heridos y hasta el momento hay presos que están esperando en (la cárcel marroquí de) Salé un juicio militar. Y tras el desalojo del campamento, tres meses después en Dajala hubo una represión y una violencia increíbles, y han dejado muertos, también. Y hace dos o tres meses ha ocurrido lo mismo allí. Para mí, como activista, lo peor es el odio que ha crecido por parte de los marroquíes hacia los saharauis. Y, claro, es una estrategia bien calculada de las autoridades marroquíes para crear una guerra civil entre marroquíes y saharauis, abrir una herida sangrante entre los dos pueblos. Y esto es peor que la represión de la policía marroquí, porque es una guerra social, entre civiles, y el primer responsable es el gobierno marroquí. Y hasta el momento, en Dajala, por ejemplo, los marroquíes no pueden entrar en las calles donde están los saharauis, y los saharauis tampoco en al barrio donde están ellos, en Matalá. Los resultados son muy graves.
Y hoy (ayer) se inicia una huelga de hambre en diferentes puntos del Estado español, en apoyo a los presos políticos que menciona.
Como acción de solidaridad con los presos, sí.
Desde luego, tienen muchas muestras de solidaridad, incluso en personas famosas, como Guillermo Toledo o Edi Escobar, y hay diferentes movimientos de respaldo, muchos de ellos en Euskadi.
(Sonríe) Por eso he dicho que tengo confianza en este apoyo popular vasco y en todas las capas de la sociedad española.
Quería saber cómo vivió la huelga de hambre hace dos años. Desde luego tuvo mucha paciencia, mucha fuerza psíquica, pero debió de ser muy duro. ¿Hubo algún momento en que realmente vio la muerte de cerca?
Sí, hubo un momento en que me debatí entre la vida en la muerte, pero era... una batalla para mi dignidad, porque sentía que estaba ultrajada, no solamente por parte del gobierno marroquí, sino también por parte del gobierno español, y en particular del Ministerio de Exteriores, que fue cómplice con el Gobierno marroquí para expulsarme de mi propia tierra, y separarme de mis hijos. Pero la compensación de la batalla era el regreso, la victoria de los Derechos Humanos, de la justicia internacional.
Me preguntaba entonces y ahora si una mujer desafiando al gobierno marroquí era un doble desafío, por el hecho de ser mujer.
Bueno, nosotras como mujeres saharauis tenemos este privilegio, que estamos muy respetadas dentro de la sociedad saharaui. Por eso la mujer saharaui siempre ha ocupado, y ocupa hoy en día, las primeras filas de la lucha, en los campamentos de los refugiados, porque está respetada. Entonces, nosotros no tenemos este problema de género.
Elghalia Djimi, 'la otra Aminetu', habla de todas las agresiones en las cárceles marroquíes, sobre todo a las mujeres. Eso también le ha pasado a usted, con violaciones incluidas, ¿verdad?
Sí, sí. Pero el gobierno marroquí no tiene diferencia cuando tortura, entre mujer, hombre ni tampoco ¡niños! Algunos de ellos han muerto bajo tortura.
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