Artículos de opinión/Sahara Occidental
José Antonio Monje Director del Centro de Estudios Estratégicos Magrebíes (España)
Nota,
Este artículo fue escrito poco antes de
la violación del cese el fuego por Marruecos en la ilegal brecha de El
Guerguerat.
Si hay algo que caracteriza en demasía a
los muy conocidos “Hijos de las Nubes”, mucho más allá de su inmensa
hospitalidad o su mil veces constatada resiliencia, es sin duda alguna su
paciencia incombustible. Esta gran virtud, hoy tan escasamente hallada en
nuestro desenfrenado entorno, ha permitido a los y las saharauis salir siempre adelante
a pesar del incesante acoso de los poderes fácticos presentes en el Magreb, los
mismos que vienen impidiendo desde hace ya cuarenta y cinco años el ejercicio pleno
de su legítimo derecho a la autodeterminación. Y es que, desde el primer artero
ataque colonial, el pueblo hasaní supo convertir su monumental paciencia en
combativa resistencia.
Lo acontecido durante los últimos días en
El Guerguerat es una muestra adicional de ese espíritu indómito, profundamente paciente
pero movilizado y movilizador, que se expresa una vez más frente a la
indiferencia de la comunidad internacional y la pasmosa (… y trágicamente
cómplice) inoperancia de la Organización de las Naciones Unidas. En definitiva,
el bloqueo del paso ilegal es una acertada respuesta a la incesante agresión
marroquí y a su expolio de recursos ajenos, un poderoso grito sublevado en
medio del desierto, una acción no violenta pero contundente, muy al estilo
saharaui, que no sólo ha puesto en jaque a la monarquía alauí sino también a la
MINURSO.
Ante tales circunstancias, es previsible
una brutal reacción del Majzén, tal como lo hiciera justo hace diez años ante
otro espontáneo e histórico acto insurreccional en Gdeim Izik. Pero más allá
del resultado efectivo de dicha respuesta deplorable, la victoria saharaui está
desde ya asegurada pues esta sublevación trae consigo la inevitable visibilidad
del conflicto, el derribo del cruento muro mediático construido en torno a las
permanentes violaciones del alto al fuego y a la legalidad internacional por
parte de Marruecos, tan perjudicial y vergonzoso como aquel otro muro de 2720
kilómetros que desangran día a día el territorio de la RASD. Todo ello sin
contar, adicionalmente, las cuantiosas pérdidas económicas que el valeroso bloqueo
en El Guerguerat está reportando al invasor.
Lo más importante de anotar es que esta
intervención no constituye un acontecimiento aislado como muchos podrían
pensar. Por el contrario, forma parte de una paciente y permanente estrategia
orientada a consolidar progresivamente la soberanía saharaui en todo su
territorio, en claro desafío a la ocupación ilegal marroquí. En esa línea se
encuentra también, por ejemplo, la profundización de la política de
reconstrucción y repoblamiento de los territorios liberados de la RASD, el
fortalecimiento del movimiento popular contra la invasión y violación de
derechos humanos en territorios ocupados o la creciente difusión y
posicionamiento de la causa saharaui en países africanos y latinoamericanos.
Asimismo, el Ejército de Liberación
Popular Saharaui, uno de los principales actores en este proceso, está
preparado para intervenir en defensa de esa soberanía si la turbulencia
sociopolítica sigue escalando, sabiendo que, como siempre, “la paciencia es
la llave de la solución”.
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