domingo, 25 de marzo de 2012

Mauro Entrialgo: “dibujar es tomar decisiones”




En su último proyecto, el dibujante utiliza el tebeo para explicar el conflicto del Sáhara
Cuando Mauro Entrialgo me da su tarjeta de visita veo en ella su nombre, un dibujo de una pistola espacial, su teléfono, el apartado de correos donde recibe la correspondencia y, para describir su profesión, una sola frase: “entre otras cosas, dibujante”. Presenta su último tebeo: El conflicto del Sáhara en menos de 3000 palabras, un proyecto promovido por el Conseyu de la Mocedá y la Coordinadora de ONGD del Principáu d’Asturies y que se podrá conseguir gratuitamente en papel en bibliotecas, asociaciones juveniles y ONGs del Principado de Asturias, así como en formatos digitales a través de la red.
-¿Cómo surge el proyecto de hacer El conflicto del Sahara en menos de 3000 palabras?
Me lo propusieron a principios del año pasado desde el consejo de la juventud del Principado. El tema me parecía interesante y me gusta que me propongan cosas nuevas que no parten de una idea preconcebida y encasillada de mi trabajo. Además, ellos aceptaron todas mis peticiones y me dejaron orientar el trabajo como me dio la gana, así que yo acepté encantado también el encargo.
-¿Cómo llevas eso de trabajar por encargo con organismos públicos y con una cierta orientación educativa?
En general llevo mal trabajar con instituciones porque las cosas de palacio siempre van muy despacio y me agota esperar decisiones y cambios de opinión injustificados. También suele ser frustrante que, a lo largo de un proyecto de unos meses de duración, sea muy normal que vayan cambiando las personas responsables de la institución correspondiente con las que uno debe tratar y todo lo que uno habló con una persona luego no vale con la siguiente. Pero afortunadamente, éste no ha sido el caso. En todo momento he tratado con Nacho Quesada, que es la persona del consejo que se puso en contacto conmigo por primera vez y me ha solucionado siempre de manera eficiente cualquier problema que me hubiera podido surgir. Tampoco pusieron nunca ningún problema a mis propuestas, así que el resultado final es exactamente aquello que yo quería hacer, cosa que no suele ser lo habitual cuando se trabaja con instituciones o en publicidad.
-¿Qué fue lo que más te atrajo del proyecto?
Que me daba la oportunidad de demostrar en la práctica una certeza que tengo desde hace muchísimos años: que la historieta es un medio excelente para hacer llegar a todo tipo de públicos de manera directa, para comunicar cualquier tipo de información por compleja que sea.
-¿Por qué elegiste contar el conflicto del Sahara con menos de 3.000 palabras?
Siempre me autoimpongo ciertas limitaciones en mis trabajos para que el resultado sea más coherente. El número de palabras suele ser una de ellas. Todas mis series de historietas tienen un número máximo de palabras por página, lo que pasa es que esta característica no suelo expresarla públicamente. En este caso me pareció interesante anunciarla incluso en el propio título para, desde el primer contacto con la obra, explicar que se trata de algo de fácil lectura y evitar así que el chaval perezoso en la lectura huya.
-¿Cómo fue tu labor de documentación antes de ponerte a contar el conflicto?
La mitad del trabajo en cuanto a tiempo invertido ha sido la documentación. Leí muchos libros, artículos, webs, y escuché todos los podcast que encontré sobre le tema, mientras iba tomando notas y algún boceto para el guion y la estructura del tebeo. Después escribí el guion y, cuando lo acabé, comencé a buscar documentación gráfica. En este caso, encontré pocos libros que me sirvieran de verdad. En el caso de la documentación gráfica he usado mucho internet, pero descubrí que existen muy pocas fotografías de acceso público. En especial, utilicé bastante páginas de antiguos militares españoles que estuvieron destinados en el Sahara occidental.
-Cuando se llevan tantos años como tú en esto ¿cómo se ve la profesión de dibujante?
Como una carrera de obstáculos campo a través. Nuestra profesión es una de las más inestables, pero también una de las más libres.
-Hablando de la libertad del dibujante, ¿es real o suelen tratar de imponerte un criterio o unas normas cuando te ofrecen un trabajo?
Sucede un poco de todo. Actualmente, después de treinta años trabajando, si alguien me llama para hacer una historieta de alguna revista es que le gusta lo que yo hago y no me suele poner más normas que las que impone el tema y formato de la publicación concreta. Cuando trabajo de ilustrador publicitario, la cosa cambia, porque normalmente hay que plegarse a lo que tenga pensado la agencia correspondiente.
-Muchos dibujantes no se ponen de acuerdo, ¿qué sinónimo prefieres utilizar: cómics, historietas, novelas gráficas o tebeos?
Prefiero no utilizar el término “cómic” porque, además de ser poco necesario usar una palabra que pertenece a otro idioma, es muy inexacto. “Cómic” puede ser tanto el medio como una obra concreta de cualquier formato como cualquier publicación que lo incluya. Es muy confuso. Yo prefiero utilizar “la historieta” para el medio en general, “una historieta” para una obra concreta y “tebeo” para una publicación de historietas de pocas páginas. Una novela gráfica es simplemente una historieta de muchas páginas que se publica en un tomo de extensión considerable.
-A falta del apoyo mediático para el mundo de la historieta, ¿cómo encara Mauro Entrialgo esa tarea de difusión de lo que hace?
Siempre he procurado trabajar para publicaciones orientadas al gran público y no solo al reducido mundo de los aficionados. Por eso la mayoría de mis series más importantes han aparecido originalmente en periódicos y revistas.
-¿Qué son el humor y el estilo para un dibujante de tiras cómicas?
Para mí el humor es una forma de narración que obvia porciones de información que el receptor ya conoce. De esta manera, se puede contar algo con muy pocos elementos y el placer que el receptor consigue al decodificar ese mensaje en clave se manifiesta en esa sensación que da lugar a la risa o la sonrisa.
Dibujar es tomar decisiones. Al conjunto de decisiones personales de codificación gráfica de lo real que se reiteran durante un tiempo determinado en la obra de un mismo autor se le llama estilo.
-En tu trayectoria has tocado muchos palos: historietas, ilustración, cine, televisión, música, ¿existe algún medio de expresión perfecto o al menos más que perfecto que otros?
Cada medio puede venir mejor o peor para comunicar determinada información. Personalmente, uno de los medios con más potencial me parece que es la historieta. Carece del sonido del cine, por ejemplo, pero en el cine escatiman al receptor el manejo del tempo y el flashback voluntario que la literatura y la historieta sí que le regalan.
-A mí me sorprende tu faceta musical en Esteban Ligt, ¿qué satisfacciones te da?
Por ejemplo, me permite contar cosas que difícilmente puedo contar en otros medios y trabajar en equipo, cosa que un dibujante de historietas no está acostumbrado a hacer y siempre viene bien para no volverse un eremita.
-¿Cómo estiras el tiempo para hacerlo todo?
No tengo coche, no sigo la actualidad de ninguna competición deportiva y trabajo en mi casa. Solo con esas tres particularidades de mi existencia ya me regalan un par de horas diarias más libres que aquellas que dispone el ciudadano medio occidental.
-Aunque tu trabajo en Público terminó hace tiempo, ¿qué opinión tienes sobre el hecho de su cierre?
Si ya es una pena que cierre cualquier medio de comunicación, todavía lo es más si se trata de un periódico diario que aportaba un punto de vista que ningún otro periódico aporta hoy en día en estos lares. Además, es todavía más triste que el periódico no haya cerrado por falta de lectores sino por falta de un correcto enfoque empresarial. Ahora mismo existen varios periódicos que venden menos de lo que vendía Público y, sin embargo, están consiguiendo sobrevivir.

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