Por Javier Perote; 01/12/2013
Yo he sufrido el apartheid. No soy negro,
que soy blanco, pero he sufrido el apartheid. Como yo, hubo muchos blancos,
miles, cientos de miles de blancos que se movilizaron en el mundo entero para
derribar las leyes raciales porque les dolía el
apartheid. Las leyes raciales
eran injustas y absurdas. El racismo provocaba
desigualdades en la vida de unos y otros, blancos y negros, crueles
e insoportables. Había ciudades en
que los negros debían subir al autobús
por la puerta de atrás y ceder el asiento a los blancos.
Un
día una mujer, Rosa Parks, se negó a ceder el asiento a un blanco. Fue el
primero de diciembre de 1955 en
Montgomery (EEUU). Rosa Parks cogió el autobús y ocupó el primer asiento que
vio libre, enseguida empezaron a entrar blancos, y los negros que iban sentados
se levantaron y cedieron sus asiento; todos menos Rosa Parks. A pesar de las
presiones, los insultos y las amenazas se negó a ceder. La zarandearon
y la llevaron detenida. Esta fue la chispa que encendió las grandes revueltas
por la abolición de las leyes racistas
que muchos años después
llevaron a un negro a la presidencia del
país. Barak Obama recordaba aquel hecho
en el acto de toma de posesión como
senador: Rosa no se negó a ceder el asiento porque estuviera cansada como dijeron
los que trataron de disculparla; no, de
lo que estaba cansada era de ceder el asiento como ella misma dijo.
Por
los mismos días, pero años después, otra
mujer, Aminetu Haidar que tampoco está
dispuestaba a ceder,
se puso en trance de muerte en defensa de sus derechos. También como a Rosa la maltrataron
y la multaron por alterar el orden público: las dos vencieron. Rosa era negra, Aminetu
es blanca, pero el problema de las dos es el mismo: la injusticia y la
opresión.
El
apartheid no es cosa del pasado ni de un solo país, no ha terminado, y no solo fue un problema de
negros. En muchos otros sitios del mundo hay blancos que tan oprimidos están que parecen negros, como ocurre en el Sahara.
Solo basta con un tirano y que los poderosos
gobernantes de países dirigidos por blancos o por negros que no
padecieron o que han olvidado lo que fue el apartheid lo permitan y lo apoyen.
Cuando Rosa se negó a ceder su asiento hubo
negros que si lo cedieron, porque ceder es lo fácil. Si Rosa se levanta y se sienta un poco más
atrás o va de pie, no pasa nada; total
qué son dos paradas, nada. Si Aminetu pone en el papelito de la aduana: nacionalidad
marroquí, pues ya está, no hubiera
pasado nada, la hubieran dejado
pasar tranquilamente y sin problemas. Eso debió pensar Obama cuando empezó a
ceder ante Mohamed VI dejando a la MINURSO sin competencias sobre los derechos
humanos de la población saharaui: total es lo mismo, si no es este organismo,
ya tenemos en Marruecos el Consejo Consultivo de Derechos Humanos para que se
ocupe del asunto
Si Obama hubiera subido al mismo autobús en que iba Rosa, seguramente hubiera cedido su
asiento a los blancos, pero si Rosa lo hubiera cedido él no estaría ahora en la
Casa Blanca. Obama dice ahora que no es
necesaria la independencia del Sahara, que con una amplia autonomía se
solucionaría el problema.
Está claro que Obama está dispuesto a
ceder, se ha olvidado del apartheid y estúpidamente se ha hecho responsable de
lo que en el Sahara pueda suceder. La
población artificial de colonos marroquíes supera con mucho a la población autóctona, y son precisamente
esos colonos los que con más ardor ayudan a la policía en la caza del saharaui.
En el territorio del Sahara ya no pueden vivir esas dos sociedades juntas, se
ha abierto un abismo entre ellas, si se las obliga a vivir juntas se producirá
un masacre.
Cuando Obama fue elegido Presidente me
alegré, un presidente negro no puede olvidarse de una población subyugada como
cuando el apartheid en América, me dije pensando en el pueblo saharaui. Y
cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz, el día Universal de los Derechos
Humanos, no dudé en ir a Lanzarote a
celebrarlo y escuchar su discurso junto a Aminetu Haidar que por aquellas fechas
andaba ya muy debilitada de su huelga de hambre. Recuerdo las palabras de Obama
cuando en su discurso dijo: “no vamos a dejar de afirmar los principios que
están en consonancia con nuestros ideales, ya se trate de oponernos al uso de
la violencia como medio para oprimir a quienes disienten, o apoyar los
principios encarnados en la declaración universal de los Derechos Humanos”.
Pareció que nos lo estaba dirigiendo a nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario