La secretaría general de la ONU
"deberá asumir la responsabilidad en caso de desplome del proceso político
y la marcha de la MINURSO [contingente de cascos azules] del Sahara",
advirtió Omar Hilale, embajador de Marruecos ante Naciones Unidas, a su
interlocutor, Hervé Ladsous, secretario general adjunto para las operaciones de
mantenimiento de paz.
Esto podría desembocar en una
"explosión bélica", le respondió consternado Ladsous. El embajador
asintió y añadió: "Será exclusivamente de la responsabilidad de la
secretaría que (...) hace todo para avivar la tensión y desestabilizar la
región lo que será sin duda aprovechado por la nebulosa terrorista de Al
Qaeda" que tan asentada está en el Sahel.
Estas amonestaciones el embajador las
formuló en Nueva York, el 26 de abril, y quedan recogidas en uno de los
numerosos telegramas que desde principios de este mes difunde un tuitero anónimo
que se esconde bajo el perfil de Chris Coleman. Los cables revelan que
Marruecos y la ONU, respaldada por EEUU, viven una especie de bronca permanente
a causa de la antigua colonia española.
Los documentos diplomáticos son solo una
parte del goteo de revelaciones explosivas del tuitero. Entre el material
difundido, que abarca el periodo de 2012 a 2014, hay también correos sobre
pagos, a través de un intermediario, del servicio secreto exterior (DGED) a
periodistas y think-tanks, y sobre conversaciones para la compra de armamento y
municiones por el equivalente marroquí del Ministerio de la Defensa.
Aunque la prensa de Casablanca apenas ha
escrito sobre las filtraciones, en las altas esferas del país se vive en un
clima de crisis ante lo que consideran una operación de gran envergadura para
torpedear su estrategia tendente a afianzar la 'marroquinidad' del Sáhara
Occidental del que España se retiró hace 39 años. Los servicios secretos
marroquíes han abierto una investigación sobre la filtración que, sospechan,
tiene su origen en Argelia.
Los vecinos africanos
A la tensa relación de Rabat con Naciones
Unidas y, en menor medida, con Washington, se añade al conflicto que
desencadenó con París a finales de febrero y que aún persiste. Con sus dos
vecinos africanos, Argel y Nuakchot, las autoridades marroquíes mantienen
también malas relaciones crónicas. Por último se acaban de enfadar con El Cairo
porque tuvo, el pasado fin de semana, un gesto hacia el Frente Polisario. En su
entorno político Marruecos solo tiene trato cordial con un país: España.
"Marruecos expresa su profunda
decepción, su autentico enfado y su total incomprensión ante el contenido
sesgado y tendencioso del informe" del secretario general de la ONU, Ban
Ki-moon, sobre el Sáhara. Con esta contundencia se expresó, por ejemplo, el 18
de junio una delegación de alto nivel marroquí en Nueva York. El informe fue
enmendado antes de ser sometido al Consejo de Seguridad.
La gresca tiene consecuencias prácticas. La
canadiense Kim Bolduc, la nueva jefa de la MINURSO (contingente de la ONU en el
Sáhara) nombrada por Ban Ki-moon en mayo, no ha podido tomar posesión de su
cargo. Rabat la veta porque sospecha que tratará "de inmiscuirse en
cuestiones de derechos humanos que no son de su incumbencia".
"EEUU lidera el proceso político para
encontrar una solución" al conflicto del Sáhara, le recordó, el 28 de
agosto, David Dunn, el embajador norteamericano ante la ONU, a su homólogo
marroquí. A continuación le expresó su "preocupación" por el veto
marroquí a que Bolduc viaje a Sáhara. Washington hizo al menos otras dos
gestiones parecidas, pero Rabat no cedió.
A principios de ese mismo mes la embajadora
adjunta, Rosemary Dicarlo, ya había recordado a los marroquíes no solo el caso
de Bolduc sino que había que legalizar "a más ONG originarias del
Sáhara", es decir a las que son afines al independentismo, y "poner
fin a los juicios de civiles [saharauis] por tribunales militares".
"Los avances son muy lentos", se lamentó. Todo esto había sido, sin
embargo, acordado durante la visita del rey Mohamed VI a Washington en
noviembre de 2013.
Si a Bolduc hay que impedirle ejercer su
cargo, al diplomático estadounidense Christopher Ross hay que descabalgarle de
su puesto de enviado personal de Ban Ki-moon para el Sáhara. Desde finales de
la primavera ha solicitado hacer una gira por el Magreb, pero Rabat no tiene
prisa por recibirle.
Contra Ross
"Ross ha demostrado su pronunciada
hostilidad hacia Marruecos", resalta el informe marroquí que marca la
línea a seguir sobre el Sáhara hasta abril de 2015. "Sin enfrentarse
abiertamente a él se trata de desacreditarle", aconseja. "Sin
convertirle en una víctima hay que forzarle a renunciar a su misión (...)"
mediante la aplicación de una retahíla de medidas.
Consisten, por ejemplo, en "reducir al
máximo sus viajes a Marruecos" y, si se producen, "que sea recibido a
un nivel intermedio". También habría que propagar en "círculos
oficiosos (periodistas, universitarios, parlamentarios etcétera) un mensaje
escéptico" sobre Ross: "¿Es él el hombre de la situación?". El
embajador Hilale le describe como un alcohólico torpe que tiene dificultades
para ponerse la chaqueta.
Para sustituirle Rabat tiene ya un
candidato, Athar Khan, actual jefe de gabinete de Antonio Guterres, Alto
Comisionado de la ONU para los Refugiados. "Está interesado y
motivado", escribe a su ministro el embajador Hilali el 31 de agosto.
Además Athar Khan ha hecho innumerables favores a Marruecos como, por ejemplo,
arreglárselas para que durante su visita a Ginebra en 2013 Ross fuese recibido
por funcionarios de bajo nivel en el Alto Comisionado.
En esa tarea de desprestigiar a Ross, la
diplomacia marroquí contó con la ayuda del ministro español de Asuntos
Exteriores, José Manuel García-Margallo. "Sería bueno que avanzase en el
dosier más rápido y se centrase en los temas centrales de ese dosier en vez de
perderse en temas accesorios", declaró sobre Ross el ministro español en
Rabat, en junio de 2012, justo después de que las autoridades de Marruecos
iniciasen su primera campaña contra él.
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