Cuando se cumplen cuatro décadas desde la
ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos, el rostro más conocido de la
resistencia saharaui hace balance para GARA del momento en el que se encuentra
su pueblo.
GARA. KARLOS ZURUTUZA| EL AAIÚN. SÁHARA
OCCIDENTAL: 40 AÑOS DE OCUPACIÓN
Parece que fue ayer cuando veíamos a
Aminatu Haidar poner en jaque al Gobierno marroquí con una huelga de hambre de
32 días. La recordamos en el aeropuerto de Lanzarote, arropada por familiares y
amigos, y rodeada de una legión de periodistas que radiaron su mensaje al
mundo: que el pueblo saharaui existe, y que sufre bajo la ocupación de
Marruecos.
Cinco años más tarde, Aminatu Haidar nos
cita a las 12 de la noche en su casa en El Aaiún, en el Sáhara Occidental
ocupado. Se trata de uno de los lugares más vigilados por la Policía marroquí,
pero la presencia policial parece reducirse a estas horas de la noche. Tras el
saludo, nos interesamos por su salud que, en su caso, se antoja una pregunta
más allá de la mera cortesía.
«Tengo problemas de estómago crónicos desde
la huelga de hambre, pero los controlo», explica la activista, quitando
importancia a unas secuelas que se suman a las que arrastra de los años pasados
en cárceles marroquíes.
Haidar responde a las preguntas de GARA en
un castellano casi perfecto, recurriendo ocasionalmente al francés por si hay
alguna duda de comprensión. Ninguna.
Han pasado cinco años desde su huelga de
hambre. ¿Se ha producido alguna mejora de la situación los derechos humanos de
su pueblo?
Sigue sin ser una cuestión prioritaria en
la agenda internacional y todavía tenemos un largo camino por recorrer. No
obstante, creo que la situación de los derechos humanos en Sáhara Occidental se
ha empezado a visibilizar. La comunidad internacional parece estar mucho más
sensibilizada y ahora podemos encontrar alguna noticia en algún medio de
prensa, cosa que antes ni siquiera ocurría. Entre otros factores, creo que la
implicación de la Unión Africana ha sido fundamental, aunque supongo que es lo
que tocaba al ser miembro firmante del plan de paz. Asimismo, hemos detectado
que incluso EEUU está más interesado en el tema de las violaciones de derechos
humanos en nuestro territorio y la comunidad internacional empieza a denunciar
abiertamente tanto las constantes violaciones de nuestros derechos, como el
expolio sistemático de nuestros recursos naturales (principalmente fosfatos,
arena y pesca). El último informe de Ban Ki-moon (secretario general de
Naciones Unidas) también supone un espaldarazo a la causa saharaui al ser un
factor de presión sobre Marruecos para que Rabat y sus socios respeten a
nuestro pueblo y pongan fin al expolio de nuestra tierra. Quiero pensar que
todo esto contribuirá a alcanzar una solución al conflicto.
Una solución a un conflicto en una zona
del mundo especialmente convulsa, sobre todo desde el inicio de las revueltas
en el norte de África y Oriente Medio en 2011.
La atención se centra en los países en
guerra, pero independientemente de los factores desencadenantes de la misma, lo
que es innegable es la frustración de los más jóvenes. En el caso de los
saharauis, estos se ven abocados a la exclusión y la falta de oportunidades en
un país, Marruecos, que da preferencia a los colonos en todos los ámbitos de
nuestra sociedad. Hablamos de una marginación programada y sistemática, que va
desde la falta de un trabajo y oportunidades de abandonar la miseria hasta la
utilización de la droga como arma de control. Los traficantes se la venden a
los más jóvenes, incluso a niños. a plena luz del día y en cualquier espacio público
sin que la Policía intervenga. Y como habrá podido comprobar, la Policía es
omnipresente en El Aaiún.
En un informe fechado el pasado mayo,
Amnistía Internacional denunciaba varios casos de menores de edad que habían
sido torturados por las fuerzas de seguridad marroquíes. ¿Existe una campaña
dirigida contra este sector de la población?
Sin duda, especialmente en aquellos barrios
de El Aaiún donde la población es predominantemente saharaui y el movimiento
disidente fuerte. Hablamos de una campaña meticulosamente planificada para
atajar el movimiento independentista de raíz. Desgraciadamente, todo esto se
añade al sufrimiento colectivo de nuestro pueblo; todas las familias tienen
secuelas, tanto físicas como sicológicas. Se trata de una herida muy profunda
en el corazón de cada saharaui que tardará en sanar.
La Misión de las Naciones Unidas para el
Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) no parece hacer honor a su nombre.
¿Considera justificada su presencia en el territorio?
La Minurso fue establecida en 1991 con la
misión de posibilitar la celebración de un referéndum y proteger al pueblo
saharaui, pero no ha cumplido con ninguno de los dos objetivos. Durante los
primeros años la gente sonreía cuando veía sus coches por nuestras calles, pero
hoy se los ve como vehículos del Gobierno marroquí. Y luego están los repetidos
casos de corrupción entre la misión, lo que no hace sino aumentar la
desconfianza del pueblo saharaui. El único aspecto positivo es que su sola
presencia sirve para recordarle a Rabat y al resto del mundo que Marruecos es
una potencia ocupante, y que Naciones Unidas sigue sin reconocer nuestro
territorio como parte integral de Marruecos.
¿Han asumido alguna responsabilidad los
estados español y francés como antiguas potencias coloniales?
No por el momento. En realidad, ambos se
encuentran entre los principales responsables de nuestra situación. España se
retiró antes de concluir el proceso de descolonización, y no sólo no se ha
implicado para proteger a los saharauis sino que, además, sigue siendo un socio
fiel que trabaja estrechamente con Rabat. No obstante, quiero subrayar la
tremenda brecha que existe entre el pueblo español y su Gobierno. Seguimos
recibiendo muchísima solidaridad de los ciudadanos y me consta que están
indignados con la postura de su Gobierno hacia nuestro conflicto.
Francia es el gran obstáculo, dado que es
un miembro permanente en el Consejo de Seguridad y juega un papel fundamental
al ejercer su derecho a veto u obstaculizar toda resolución favorable forzando
alianzas entre los otros miembros. No obstante, creo que el Gobierno actual
está más sensibilizado en el tema de los derechos humanos. Espero que tanto
París como Madrid jueguen el papel que les corresponde para mantener la paz en
el Magreb, donde el fenómeno del terrorismo crece inexorablemente. Me gustaría
equivocarme pero, por el momento, no veo voluntad de ninguna de las dos partes.
¿Qué puede desbloquear un conflicto que
dura ya cuarenta años?
La comunidad internacional debe presionar a
Marruecos de manera urgente y a través de todos los medios a su alcance para
que Rabat respete los derechos humanos y garantice una vida digna al pueblo
saharaui. Asimismo, hay que respetar el derecho de autodeterminación del pueblo
saharaui para que este sea dueño de su propio destino.
Entre la represión y el reconocimiento
Aminatu Haidar nació en 1966 en Tata, una
localidad marroquí limítrofe con la frontera norte del Sáhara Occidental, pero
de mayoría saharaui. Hoy por hoy es la activista por los derechos humanos del
pueblo saharaui más reconocida, tanto en su tierra como a nivel internacional.
Entre sus numerosos galardones se encuentra el Premio de Derechos Humanos
Fundación Robert F. Kennedy, concedido en 2008, el Premio al Coraje Civil de la
Fundación Train (2009), o el Dolores Ibárruri (2010), entre muchos otros.
Asimismo, Aminatu Haidar ha sido candidata al Premio Sajarov a propuesta del
Parlamento Europeo, y al Nobel de la Paz, en 2008.
Su carrera de activista se remonta hasta
1987 cuando, a la edad de 21 años, Haidar tomó parte en una manifestación
pacífica exigiendo un referéndum de independencia. Aquella primera aparición
pública la llevaría a prisión durante cuatro años, en los cuales fue torturada
junto a otros activistas.
En 2005 pasó siete meses en la tristemente
conocida «prisión negra» de El Aaiún, tras un proceso denunciado por Amnistía
Internacional por irregularidades, y que desembocaría en una campaña tras la
cual el Parlamento Europeo aprobó una resolución exigiendo su liberación. Su
puesta en libertad fue el detonante de una cadena de manifestaciones desde El
Aaiún hasta la de los universitarios saharauis en Marrakech.
Las irregularidades del proceso y el apoyo
obtenido de asociaciones y cargos políticos internacionales la erigieron en
embajadora itinerante de la República Árabe Saharaui Democrática, cargo que la
mantiene en contacto constante con gobiernos y organizaciones internacionales.
El 13 de noviembre de 2009, Aminatu Haidar fue
detenida en el aeropuerto de El Aaiún junto a dos reporteros españoles cuando
regresaba de Nueva York tras recoger un premio. Al día siguiente, Marruecos la
expulsó tras negarse a poner su nacionalidad como marroquí en la ficha del
control policial. Tras requisársele el pasaporte y ser enviada a Lanzarote,
Haidar inició en el aeropuerto lanzaroteño una huelga de hambre para que se le
permitiera regresar al Sáhara Occidental y presentó una denuncia en la
comisaría del aeropuerto por su «expulsión ilegal» del Sáhara Occidental.
El 20 de noviembre, el Ministerio de
Asuntos Exteriores español comunicó a Haidar que, en caso de rechazar la
propuesta de Marruecos de tramitar un nuevo pasaporte en el consulado marroquí
en Canarias, podía solicitar la concesión del estatuto de refugiada. Sin
embargo, la activista rechazó ambas opciones. La presión internacional provocó
que Marruecos acabara permitiendo el regreso a casa de la activista, que dejó
la huelga de hambre tras 32 días. K.Z.
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