Se siente gran alivio cuando se logra alcanzar una tarea que revierte en un bien común, la historia del pueblo saharaui. El pensador revolucionario “argelino-francés”[1] Franz Fanón, cuando expuso en su obra “Los condenados de la tierra” la lucha de los pueblos que entonces emprendían sus revoluciones por recuperar sus soberanías de las potencias coloniales, no dejó de advertir a las generaciones que nacieron en aquellos procesos anticoloniales, cual era el rol que debieran encarnar para que la historia les absolviera: “Cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla”.
Me dejo llevar en el sentido de esta frase de Fanón para recordar a mi generación y a las sucesivas que hemos crecido en este largo proceso de lucha, que sólo tenemos la opción de cumplir la misión para la que nuestro proceso de lucha nos ha educado. Cuando estaba investigando la bibliografía para rubricar el trabajo final de mi máster en Antropología Orientación Publica me di cuenta del alcance de este pensamiento de Fanón. La bibliografía colonial nos omitió deliberadamente y nos dibujó como inexistentes y sin historia, porque el propio colonizador tiene la esencia de construir su historia y su grandeza sobre la nuestra, los pueblos que fuimos dominados; así reinventó en su discurso nuestra historia a su medida. Un periodo histórico de referencia que trató Luali Mustafa Sayed[2] en su último discurso el 20 de mayo de 1976 y en el que sustentó las razones de la relación entre el pasado y el devenir saharaui: “Somos un pueblo como todos los otros pueblos (…) de los que en fases sucesivas pasaron del nomadeo a vivir en poblados agrícolas y luego a organizarse según formas políticas más avanzadas hasta la creación de estructuras estatales”.
En el siglo XV, cuando los primeros expedicionarios y exploradores portugueses y españoles llegaron a las costas del Sahara Occidental, describieron la resistencia que habían encontrado creada y articulada sobre una Entidad de Coligación Pantribal que no les dejó embarcarse en sus tareas de exploración colonial, por lo que tuvieron que volver a intentarlo en más de una ocasión. En el folleto de la publicación “Temas españoles”, escrito por Tomás Borrás, y titulado “Cuatro provincias nuevas” se recoge esta resistencia: “País, rudo de costa difícil, es lógico que los españoles establecieran fortines para contener los ataques del salvaje interior”. Escribieron creyendo que no íbamos a entender, ni mucho menos rastrear, su tendenciosa bibliografía. Franz Fanón afirmó: “Creemos que la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía de la nación constituye la manifestación más plenamente cultural que existe”.
Mi trabajo final de máster se sustenta en este planteamiento y lo he enfocado sobre el ideario de la Entidad Precolonial de esa resistencia enquistada en la historia del Sahara Occidental, omitida y borrada del imaginario bibliográfico de todo el periodo de presencia colonial española en el territorio. Se trata de un tema apasionante que me llevó a un importante eslabón de nuestra historia que persiste en la memoria colectiva y que inspiró los sucesivos procesos, desde el nacionalismo de los años sesenta al levantamiento anticolonial y de liberación nacional representado por el Frente Polisario.
Teníamos nuestro Estado-nación, “secular”[3] en el sentido de Ibn Jaldun en su Almukadima, los Prolegómenos que tenía su estructura administrativa Eid Arbain, La Mano de los Cuarenta y sus fronteras, Jat Al-Jaof, fronteras del miedo. Una realidad histórica que nuestro sabio Chej Mohamed Elmami estudió y registró en su obra Qitab Albadia, Libro del nomadeo, y nuestros grandes clásicos de los siglos XVIII, XIX y XX cantaron y transmitieron en su registro en verso.
Esta tesis contribuirá en engrosar el fondo de una bibliografía de autores saharauis de contenido basado en la fuente, desde la oral a la escrita, saharaui y como contrahistoria para responder a la bibliografía del colonizador con la que nos desdibujó. Servirá como referencia al investigador saharaui, al científico social y académico y abrirá el debate sobre cómo tratar con subjetividad antropológica el registro tanto colonial como nacional saharaui. Mi profesor Carlos Jiménez tras finalizar mi defensa dijo. “No entiendo la antropología sin la historia”. Y me recomendó leer el antropólogo estadounidense William Rosberry, quien decía que “La historia es ordenada por la cultura, de diferentes maneras en diferentes sociedades, de acuerdo con esquemas significativos de las cosas”. Y concluyo esta parte agradeciendo a mi profesor y tutor Juan Carlos Gimeno por su orientación y aclaraciones metodológicas y teóricas durante los largos meses de trabajo; sin ellas no habría alcanzado el deseado resultado.
[1] Previniendo con desaprobación el término hegemónico de la literatura colonial “franco, anglo, italo, hispano”, antepongo el sujeto principal que son los pueblos que fueron omitidos hasta en el orden del uso de un correcto gentilicio para la doble nacionalidad o identidad.
[2] El histórico líder y uno de los fundadores y segundo Secretario General del Frente Polisario, caído en combate en 1976.
[3] Secular por ser una Entidad de coligación social de tipo Estado-nación desarrollada sin núcleos urbanos y basada en el modo de vida nómada.
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