El anciano Deida Uld Esid cuya edad se
pierde en la larga noche de la memoria beduina. Nayem Elgarhi, 14 años. Varias
generaciones les separaban. ¿Qué supone el año de nacimiento cuando se trata de
defender la dignidad y el derecho de un pueblo a existir? Deida y Nayem. Los
dos, saharauis de El Aaiún ocupado. Los dos, tan diferentes pero tan iguales,
decidieron abandonar la espera y pasar a la acción directa. Formaron parte de
aquella marea en la que miles de saharauis denunciaron al unísono su situación frente
a la comunidad internacional.
Deida y Nayem dejaron su no existencia
cotidiana en la ciudad ocupada, superaron la rabia y el hastío para renovar las
ansias de lucha contra la opresión marroquí. Deida, anciano y Nayem, casi un
niño… Varias generaciones les separaban pero eso no significa nada. En sus ojos
se adivinaba la misma llama, la ilusión de unir al fin a todos los saharauis en
su tierra independiente y libre. Los cansados ojos de Deida seguían esperando
con curiosidad y optimismo lo que estuviera por venir. A los ojos de Nayem,
curiosos y un poco asustados, les quedaba ya tan poco tiempo…
Deida y Nayem, dos símbolos de Gdeim Izik.
Dos actitudes, dos decisiones, dos esperanzas, dos certezas. El presente
encarnado en un viejito sabio y el pasado retenido en un niño que ya no será.
El anciano saludaba a la victoria, cercado
por los esbirros marroquíes. El niño sólo quería probar junto a sus compañeros
el sabor de sentirse libre en su propia tierra.
El mal se llevó a Nayem. Un golpe de
brutalidad en forma de balas que condenó a no ser a un niño con toda la vida
por delante. El transcurrir de los años nos arrebató a Deida.
Dos símbolos que iluminarán siempre al
pueblo saharaui. Un niño eterno y un viejito luminoso y libre.
A la memoria de Deida Uld Esid, fallecido
el 24 de enero de 2018 y Elgarhi Nayem, asesinado el 24 de octubre de 2010.
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