Así que, aún titubeante por mi atrevimiento, le di una
clave a modo de presentación: “Gilillo” dije, para que me pudiera situar
socialmente y en un tiempo concreto. No
sé si lo captó. Me daba cuenta de que
disponía de pocos segundos, ya no podía dudar. Pero qué decir. ¿Qué era lo más importante?, dudaba entre una cosa y otra; por fin me
salió algo: “Alianza de civilizaciones” le solté de sopetón mientras avanzaba
hacia la salida. Puso cara de asombro pero atraje su atención, me di cuenta.
Pertenezco a una de esas asociaciones que desde hace años traen niños saharauis
en verano, le dije. Asintió con la cabeza; sí, conozco esa operación, me decía
según íbamos saliendo de la caseta. Una vez fuera, tuvo la deferencia de
pararse un momento y entonces le dije: ¿qué más alianza de civilizaciones que
la que muestran esas familias musulmanas
al poner en manos de familias cristianas a sus hijos? Ya casi no pude añadir
nada más, daba muestras de impaciencia. Pero volví a insistir recalcando en lo insólito del hecho, y repetí separando mis palabras para darles
fuerza: familias musulmanas que
depositan su confianza en familias cristianas y
dejan a sus hijos en sus manos durante meses.
¿Conoce usted algo parecido en
algún otro sitio del mundo? ¿No le parece extraordinario?, ¿qué mejor alianza
de civilizaciones que esta, fundamentada en la mutua confianza y en el cariño
de las personas? Sin embargo, el gobierno parece que no se entera.
Estamos en España, dijo
torciendo el gesto y como queriendo consolarme.
Perdone añadió, tengo prisa, adiós. Y se marchó con sus libros.
Selam
aleikum le deseé, pero ya no me oyó. No sé si supe trasmitir la
importancia que yo le doy a todo esto y la inquietud que me produce la
incomprensión de los gobiernos y de casi todos los políticos.
Estos niños se encariñan con
esas familias, como así viene sucediendo, y con el tiempo se crea un fuerte lazo emotivo entre ambas
familias la cristiana y la musulmana. Son muchos los niños que han venido en
estos años. Algunos ya son hombres, han hecho sus estudios y tienen sus
títulos; son abogados, médicos. etc. Y algunos de ellos incluso ocupan puestos
en la dirección del Polisario.
La mejor herencia que
podríamos dejar a la próxima generación
de españoles sería el haber contribuido eficazmente a la creación de un estado
saharaui independiente y amigo en el que
muchos de sus dirigentes vieron el mar por primera vez en España.
A cambio les vamos a dejar la
zozobra permanente de las relaciones con un Marruecos chulesco y engreído que, si consiguiera anexionarse el Sáhara Occidental se
convertiría en una amenaza para España.
Los saharauis, nadie dude,
algún día serán independientes. De nuestra actitud ahora, van a depender las futuras
relaciones con ellos. Hoy día son pobres y débiles, su única fuerza es
la razón de sus demandas. Pero a no tardar serán ricos y poderosos. Entonces
iremos con la mano tendida a recordarles
que hablan español y que siempre fuimos sus amigos
Al pueblo español nos quieren
porque son nobles, pero no dejan de preguntarse por qué España se porta de esta
manera.
En la declaración conjunta de
la X Reunión de Alto Nivel, el Gobierno
español reconoce los esfuerzos serios y
creíbles llevados a cabo por Marruecos en la cuestión del Sáhara. Teniendo en cuenta que Marruecos ocupa este
país desde hace más de treinta años, que
ningún país ha reconocido nunca ningún derecho de Marruecos sobre el
Sáhara, y que la ONU además ha condenado en diversas ocasiones dicha
ocupación, la declaración de nuestro gobierno parece una broma.
Se dice que los dioses ciegan
a quién quieren perder, pero en este caso se podría añadir que les vuelven
idiotas; Rajoy es un digno émulo de Moratinos y Zapatero.
Bismarck, el gran canciller
Alemán dijo: un político es el que piensa en las próximas elecciones, un
estadista piensa en la próxima generación. Nuestros gobernantes no pasarán a la
historia; no piensan.
Javier Perote 5-10-2012
Aprovecho este escrito para
pedir disculpas al señor Pérez Reverte por mi intromisión. Si alguien conoce el
medio de hacérselo llegar se lo agradecería.