*Fuente:
Observatorio aragonés para el Sahara Occidental
El Pueblo
Saharaui se enfrenta de nuevo a la renovación del tratado de pesca de la Unión
Europea con Marruecos. Uno de los tratados internacionales que da vía libre al
estado ocupante para enriquecerse con los recursos naturales de otros. Tanto
activistas como asociaciones han dado la batalla para frenarlo, una vez más. El
Observatorio Aragonés para el Sahara Occidental y Um Draiga han participado
activamente en la elaboración y desarrollo de una campaña para hacer lobby y
lograr que antes de que se vote el nuevo acuerdo, el Tribunal Europeo de
Justicia emita un dictamen que explicite la legalidad o ilegalidad del mismo
Zaragoza,
23 de noviembre de 2013.- Es difícil describir algo que está por suceder. El
próximo 9 de diciembre el Parlamento Europeo sentenciará, de una manera u otra,
el destino inmediato del Pueblo Saharaui. En este momento, cuando el orden del
día lo dicte, 754 cerebros se pondrán en marcha y procesarán información,
sentimientos y órdenes para pulsar un botón… u otro. Hoy, 23 de noviembre,
estamos en ese claro en el tiempo en el que aún cabe un rayo de esperanza.
Todavía no está nada escrito. Y es por eso que hay margen para la acción.
El Pueblo Saharaui,
junto con el movimiento de solidaridad que le acompaña, tiene claro que la
invasión de Marruecos se guía por un objetivo principal: el saqueo de sus
recursos naturales. Eso sí, un saqueo maquillado con la megalomanía de los
monarcas alauitas y de discursos artificiales que hablan del “Gran Marruecos”.
Cada
familia de colonos enviada a Dajla, cada metro del muro de la vergüenza, cada
cárcel secreta de la DST tiene su traducción en toneladas de sardina, en
toneladas de fosfato, en toneladas de tomates. Se puede traducir en dirhams, en
euros.
Es por ello
que desde diversos ámbitos se ha decidido cortar de raíz el problema. Una raíz
que tiene múltiples ramificaciones, que se introduce en los almacenes, en los
despachos, en las conciencias y también en los escaños del Europarlamento.
A lo largo
de las últimas semanas, diversos activistas por los derechos humanos han
visitado la Cámara baja europea. Han mantenido reuniones con grupos políticos y
parlamentarios para mostrar los efectos de sus decisiones. Han tratado de
“desburocratizar” una decisión que no es de trámite, que tiene consecuencias
trágicas que en demasiadas ocasiones traen la tortura, la muerte o la
desaparición forzosa.
Pero por si
el dolor de un pueblo no consigue conmover la voluntad de diputados y diputadas
que, en demasiadas ocasiones está sometida a la disciplina de partido, un grupo
de juristas ha decidido dar la pelea en su propio terreno: en el de la
burocracia de la Eurocámara.
Cargados
con innumerables resoluciones, legislación y normativa internacional, juristas
de IAJUWS han acudido a Bruselas y recorrido los grises pasillos tratando de
mantener el sentido de voto de aquellos que la última vez tumbaron el acuerdo
por motivos económicos y medioambientales, dotándoles de nuevos argumentos. Han
mantenido reuniones con los indecisos y han planteado una nueva estrategia para
dotar de cierta libertad de conciencia a los parlamentarios: previamente a la
votación del nuevo tratado, solicitar un dictamen del Tribunal de Justicia
Europeo para certificar la legalidad o no del mismo.
Ese pequeño
y humilde lobby pro saharaui, se ha complementado con visitas de pescadores de
los Territorios Ocupados a la capital europea, que cargados de dignidad han
narrado su día a día en los puertos saharauis. Les han contado cómo Marruecos
les bloquea el acceso al trabajo, cómo se falsean los diarios de abordo que
cuantifican las capturas antes de llegar a la lonja, cómo se utilizan técnicas
prohibidas que arrasan el fondo marino. Buena prueba de ello la dan las fotos
ofrecidas recientemente por Western Sahara Resources Watch, en la que se ven
las toneladas de descartes de sardinas pequeñas lanzadas por la borda de los
barcos, dejando una estela de sangre inmensa en el mar.
Pero todos
estos intentos de influir en una decisión, son pequeños gestos en comparación
con el aparato de presión que ha desarrollado Marruecos a lo largo de los 38
años de ocupación. Su lobby ha sabido influir en los dos principales partidos
en el Parlamento Europeo: los Populares europeos y los Socialistas-Demócratas.
En un
intento de contrarrestar esta situación, la Coordinadora Estatal de
Asociaciones Solidarias con el Sahara (CEAS Sahara) está haciendo de altavoz de
la campaña “Sí al dictamen. No al acuerdo”.
La
asociación aragonesa Um Draiga ha desarrollado un motor de envío de correos
automático para que todo aquel que quiera escribir a sus representantes en la
Eurocámara pueda hacerlo con sólo un clic. Asociaciones como AISA han repartido
pasquines y folletos para animar a la gente a dirigirse a los eurodiputados.
Mucha gente se ha esforzado para que esta táctica salga adelante.
Hoy, 23 de
diciembre, hay margen para la esperanza. Cientos y cientos de correos
electrónicos están siendo dirigidos a los ordenadores de quienes tienen que decidir.
Tan sólo
con que se reúnan 70 firmas de eurodiputados que apoyen la propuesta de que el
Tribunal de Justicia Europeo revise la legalidad del acuerdo se ganará tiempo.
Porque
perder la esperanza de poder cambiar el curso del destino es fracasar.
El día 9 de
diciembre cabe la posibilidad de que todo esto haya sido un espejismo y
Marruecos siga saqueando los recursos naturales del Sahara Occidental con el
beneplácito de Europa. Pero hoy, 23 de noviembre, todavía tiene sentido esta
bella frase de Salvador Allende: “La historia es nuestra y la hacen los
pueblos”.
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