El Parlamento europeo aprobó el 10 de
diciembre el nuevo protocolo pesquero Unión Europea-Marruecos. Precisamente, el
día internacional de los derechos humanos y a pesar de que el artículo 3.5 del
Tratado de la Unión Europea determina que “en sus relaciones con el resto del
mundo, afirmará y promoverá ... la protección de los derechos humanos, …, así
como al estricto respeto y al desarrollo del Derecho Internacional, en
particular el respeto de los principios de la Carta de Naciones Unidas”. Sin
embargo, los europarlamentarios aprobaban, 310 votos a favor y 204 en contra, el mencionado protocolo.
Ese mismo día, los saharauis que
protestaban contra el acuerdo eran torturados y apaleados por la policía
marroquí. Marruecos es la potencia ocupante y, conforme a los Convenios de
Ginebra, no puede explotar las riquezas naturales del territorio, ni las aguas
que lo rodean. La potencia administradora es España y así consta en Naciones
Unidas. Durante la vigencia del anterior acuerdo se permitió pescar en sus
aguas, aunque ni este protocolo ni anteriores acuerdos determinaban los límites
territoriales a los que resultaban de aplicación.
El protocolo es un acuerdo nulo por
permitir explotar ilegalmente los recursos del pueblo saharaui, contribuye a
financiar la ocupación bélica marroquí y a perpetuar una acción ilegal y
contraria a la libre determinación de los pueblos. La explotación de los
recursos naturales corresponde al Pueblo Saharaui y él debe ser el
beneficiario: no los colonos marroquíes ni los pescadores europeos. Los
colonos, además de sufrir explotación laboral, fueron traídos para desvirtuar
la celebración de un eventual referéndum de autodeterminación y, en la
actualidad, son utilizados -a demanda del ocupante marroquí- como fuerza de
choque contra los saharauis.
Los pescadores europeos deberían dirigirse
al legítimo representante del pueblo saharaui, el Frente Polisario, para
negociar el aprovechamiento de estos recursos. En cambio, es bien conocido
quien se beneficia de la pesca: el invasor marroquí y sus compinches. Los que
pretendieron erradicar al pueblo saharaui con bombardeos de napalm y fósforo
blanco. A modo de ejemplo, en septiembre de 2012 fallecía en accidente de
tráfico, entre Dajla y Bojador, Idris Benslimane, uno de los personajes que
dominaba la pesca en la región de Dajla, gracias a la influencia de su tío, el
general de la Gendarmería real marroquí Housni Benslimane e imputado por
genocidio contra el pueblo saharaui ante la Audiencia Nacional.
Hay que recordar que la Primavera Arabe
tuvo su inicio en el Campamento Gdeim Izyk, como protesta por la falta de
trabajo de los saharauis y el expolio de sus recursos. Hoy 21 de los líderes
del campamento permanecen en prisión condenados ilegítima e injustamente por un
tribunal militar marroquí, a pesar de que el Parlamento Europeo exija “la
liberación de todos los presos políticos saharauis”. Si la esquizofrenia del
Parlamento Europeo es preocupante, mayor indignación produce el voto de los
europarlamentarios españoles, a las traiciones del PP/PSOE (exceptuando a
Vicente Garcés) se añaden las claudicantes abstenciones de CDC, UPYD y PNV. Los
europarlamentarios españoles que, con su voto, favorecieron la aprobación de
este acuerdo, a pesar de la responsabilidad histórica de España, en lugar de
contribuir a la solución del conflicto han pasado a formar parte del problema.
Una nueva felonía al pueblo saharaui que no debe quedar sin respuesta en las
próximas elecciones europeas que se celebrarán en el 2014.
Luis Mangrané Cuevas. Observatorio aragonés
para el Sahara Occidental
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