Por Ali Salem Iselmu, 23 de marzo
de 2016
La visita reciente del
Secretario General de las Naciones Unidas a la localidad de Bir Lehlu,
reconociendo que existe una situación de ocupación, en el territorio no
autónomo del Sáhara Occidental, ha revolucionado la situación del status quo, y
amenaza con el inicio de una nueva escalda de tensión que ha puesto en tela de
juicio el papel de La Minurso, con la expulsión de 73 funcionarios de esta
organización.
La cuestión no es de autonomía e
independencia, como se está planteando en el proceso de negociaciones iniciado
en 1991 bajo los auspicios de las Naciones Unidas. El grave problema que afecta
al pueblo saharaui es el derecho a la autodeterminación, el fin de una
situación de colonialismo y ocupación, surgida de la incompetencia de Gobierno
español, que abdicó de su responsabilidad para buscar una solución que se
ajuste con el espíritu de las resoluciones de la ONU, que otorgan a los
saharauis el derecho de disponer de su tierra y constituirse sobre ella como
país.
La Unión Africana, La Unión
Europea, las Naciones Unidas, reconocen al Frente Polisario como la fuerza
política que ha luchado a través de las armas y mediante las negociaciones para
llegar a un acuerdo que permita una solución pacífica y digna, garantizando con
ello el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
Ban Ki-moon, no ha dicho nada
nuevo que pueda enfadar a Marruecos. Los mapas mundiales que separan al Sáhara
Occidental de Marruecos son una prueba irrefutable al igual que las embajadas
saharauis que se encuentran en múltiples países; el propio nombre de la Misión
ONU (Misión de Las Naciones Unidas para La Celebración de un Referéndum en el
Sáhara Occidental) es otra prueba sobre el terreno que nadie puede ignorar.
Marruecos está contra las
cuerdas, ha sido derrotado en el campo de los derechos humanos, la lista de
activistas y políticos expulsados del territorio saharaui es interminable. En
el tema de los recursos naturales ha sufrido un revés con la sentencia del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, a nivel de África no tiene voz ni
voto. Suecia, El Reino Unido y los países nórdicos se han mostrado contrarios a
una solución basada en las tesis marroquíes sobre el Sáhara Occidental.
En este escenario cambiante, El
Frente Polisario, debe mostrar fortaleza frente al desafío marroquí al
Secretario General de las Naciones Unidas. Marruecos quemó el campamento de
Gdeim Izik y salió impune gracias al veto francés. Ahora espera la postura de
Francia, postura que le puede servir para seguir desafiando a la ONU e
imponiendo a la comunidad internacional, una ocupación que nadie reconoce.
La baraja negociadora está rota,
La Minurso se ha quedado reducida a una pequeña patrulla que supervisa el cese
el fuego. Marruecos busca una concesión para reafirmar sus tesis delante del
Consejo de Seguridad, su objetivo era ganar el tiempo; pero ahora ha entrado en
el cuerpo a cuerpo, quiere retar a la ONU, saber su fuerza y hasta qué punto
puede vencer la batalla dentro del Consejo de Seguridad.
La fuerza y los intereses que se
entretejen, quedaran al descubierto con este nuevo desafío. O se impone una
solución que respete el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación
mediante un referéndum o estaríamos perpetuando los 40 años de una política
pusilánime que ha condenado a los saharauis a un exilio indefinido con la
complacencia de Las Naciones Unidas.
Ban Ki-moon ha dado el
diagnóstico correcto, ha puesto los acentos sobre las íes, ahora el Consejo de
Seguridad tendrá que recoger la pelota que está en su campo y empezar con una
nueva partida en la que los intereses de unos, frente al derecho internacional,
inclinarán la balanza final, hacia una de las partes.
Argelia, Mauritania y los países
africanos deben pronunciarse con hechos, frente a esta nueva y ciega maniobra
que intenta imponer Marruecos con el apoyo de las monarquías del Golfo Pérsico.
La neutralidad positiva y la
solución mutuamente aceptable adoptada por el Consejo de Seguridad hasta el
momento, ha llegado a su fin. Toca imponer una solución, o de lo contrario la
deriva del sufrimiento humano enterrado debajo de las arenas del desierto puede
quedar al descubierto, la reacción de los saharauis será impredecible y la ONU
habrá claudicado frente a un caso claro de descolonización del cual España es
responsable, y Francia es el aliado imprescindible que le ha permitido a Rabat
mantener viva la actual situación.
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