Comunicado
¡ACOJAMOS SU SONRISA!,
¡LUCHEMOS POR SU INDEPENDENCIA!
Una vez más nos reunimos para
reivindicar la autodeterminación, la independencia y el respeto a los Derechos
Humanos en el Sáhara Occidental. Y un año más lo hacemos en el marco del
programa Vacaciones en Paz, una iniciativa que a lo largo de más de tres
décadas, y muy a nuestro pesar, se ha
consolidado como uno de los proyectos
solidarios más longevos e importantes llevados a cabo por la sociedad civil
española.
Nuestras primeras palabras han
de ser de agradecimiento a las familias saharauis por confiarnos a sus hijos e
hijas, un gesto que no solo habla de la permanente situación de emergencia
humanitaria en la que se encuentran desde hace 36 años, sino sobre todo de su
generosidad y de la confianza que depositan en nosotros y nosotras. Y es que, a
pesar de las diferencias culturales y del lógico recelo que pudiera despertar
en ellas el abandono, las mentiras y las traiciones de los que han sido
víctimas por parte de los distintos Gobiernos de nuestro país, siguen confiando
plenamente en nuestra solidaridad, en la seguridad que trataremos a sus hijos e
hijas como si fueran un miembro más de nuestra familia.
Desde el pasado 25 de junio
tenemos entre nosotros a 60 niños y niñas saharauis. Están por toda la
geografía cántabra: Desde Castro Urdiales a Unquera y desde Santander hasta
Reinosa. Pero son 5 menos que el año pasado y 20 menos que el anterior. El
número de acogimientos también ha descendido en el resto de España, de los
10.000 de hace cuatro años a los 5.300 de 2012. No podemos cerrar los ojos a
esta realidad: el programa de acogida de niños y niñas saharauis atraviesa uno
de los momentos más complicados de su larga historia. La crisis económica, los
recortes en las partidas de Cooperación y Ayuda Humanitaria de las
administraciones locales y autonómicas, las
debilidades que la larga permanencia en el exilio generan en la propia
administración saharaui y un pesimismo creciente en la sociedad española, hacen
que cada año resulte más complicado sacar adelante una iniciativa como ésta que
necesita tanto de la demostrada generosidad de las familias acogedoras como del
decidido apoyo de las administraciones públicas. De la primera tenemos pruebas
palpables y evidentes, el segundo, salvo honrosas excepciones, brilla por su ausencia.
Pero estamos aquí para decir
alto y claro que Vacaciones en Paz no morirá por estos motivos. Las personas
que formamos parte del movimiento solidario con el Sáhara somos las primeras
interesadas en que Vacaciones en Paz desaparezca, pero por razones bien
diferentes.
Somos conscientes de que el
Pueblo Saharaui no será libre dentro de un mes, quizás tampoco dentro de un
año. Pero estamos seguros que pronto, muy pronto, sus voces serán escuchadas.
Es cierto que la Comunidad Internacional mira hacia otro lado y es incapaz de
impulsar el referéndum de autodeterminación que daría solución al conflicto.
Pero no lo es menos que la engañosa propuesta de autonomía de Marruecos tampoco
es aceptada y que ningún país reconoce su soberanía sobre el territorio.
La población refugiada
sobrevive en condiciones cada vez más preocupantes, y los informes de algunos
organismos internacionales alertan sobre las enormes carencias a las que tienen
que hacer frente. Sin embargo, a pesar de las dificultades, el movimiento
solidario sigue impulsando proyectos de cooperación en los campamentos y sigue
organizando viajes de sensibilización para que su situación no caiga en el
olvido.
Y todo ello a pesar del
secuestro de nuestros compañeros cooperantes, Ainhoa, Enric y Rossella. a los
que no nos cansaremos de recordar y cuya liberación venimos exigiendo desde
hace ya demasiados meses.
En los Territorios Ocupados,
las fuerzas de ocupación marroquíes siguen cometiendo abusos con total
impunidad: torturas, detenciones arbitrarias, manifestaciones reprimidas con
extrema violencia, asesinatos y más de 60 presos políticos encarcelados de
manera injusta, son la realidad cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas
saharauis; una realidad ante la que la que los distintos Gobiernos de España
han permanecido callados. Sin embargo, los defensores y las defensoras de
Derechos Humanos continúan de manera incansable con su trabajo, y su estrategia
cada vez despierta el interés de más personas a lo largo y ancho del mundo.
Por último, las riquezas de su
territorio siguen siendo explotadas de manera ilegal, sin que esa actividad
económica genere beneficios a la población saharaui. Sin embargo, la Unión
Europea, que históricamente ha legitimado la ocupación marroquí, fue incapaz de
renovar un acuerdo pesquero que suponía una escandalosa violación del Derecho
Internacional.
Son muchos los logros, pero
también muchos los retos a los que hay que hay que seguir haciendo frente.
Uno de esos retos es mantener
vivo el programa Vacaciones en Paz. Hasta ahora lo hemos conseguido. Y no os
quede ninguna duda: seguiremos manteniéndolo en pie hasta que felizmente
desaparezca, el día en que el Pueblo Saharaui consiga su libertad y pueda
regresar al Sáhara Occidental.
Ese día, disfrutaremos de unas
verdaderas Vacaciones en Paz. En las avenidas de El Aaiún y en las playas de
Dajla. Junto a nuestro pueblo hermano. El Pueblo Saharaui.
Cantabria por el Sáhara
Santander, 13 de julio de 2012
VACACIONES EN PAZ -
REFLEXIONES
De Fernando Llorente
Desde los últimos días del mes
de junio, y durante dos meses, los habitantes de muchas ciudades y pueblos de
todas las comunidades autónomas de España nos encontraremos por sus calles,
plazas, jardines, playas y piscinas con unos niños que, otro año más, vienen de
los campos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia). Entre los 7-8 y los
13-14 años de edad son miles los niños saharauis que se benefician del programa
"Vacaciones en paz", que desde el año 1992 organizan y coordinan las
distintas ONGs y Asociaciones amigas del pueblo saharaui, de España y otros
países, conjuntamente con las autoridades de la RASD (República Árabe Saharaui
Democrática) a través de sus representantes.
Este año vienen a España casi
5000 niños menos que el año pasado, la crisis económica…Como sea, para unos no
será esta la primera vez y sí para otros, mientras que para algunos, por
razones de edad, serán sus últimas vacaciones. Todos se libran de las
temperaturas extremas -hasta 55º- que se sufren en el infierno de la hamada
argelina, y todos regresan a las jaimas familiares hablando español, que el
pueblo saharaui tiene por su segunda lengua, circunstancia que vienen
despreciando sin rubor los sucesivos gobiernos españoles, Instituto Cervantes
mediante, principales culpables -responsables hay más- de que el pueblo
saharaui sufra un largo, injusto y duro refugio en tierra extraña: España no ha
dejado de ser la potencia colonial administradora del Sahara Occidental, según
consta en el articulado del Derecho Internacional.
Legalidad sistemáticamente
transgredida. ¿Será por pereza y dejadez, después de tan contumaz
incumplimiento, por lo que ningún gobierno democrático de España se ha animado
a reconocer a la RASD, con las obligaciones que conlleva? ¿O será porque, a
pesar de que un Sahara independiente y amigo sólo reportaría beneficios y
fortaleza a España, tanto en lo estratégico como en lo político y económico,
ocurre que Francia, Marruecos y EE.UU. tienen a los gobiernos de España cogidos
por los huevos, sin que la ONU acierte a aligerar la presión?
Vuelvo a los niños, si bien no
han dejado en ningún momento de ser el centro de atención de estas líneas. Porque
es en ellos donde se concentra toda la tragedia, que un nefasto día del otoño
de 1975 desencadenaron dos regímenes políticos criminales, el español de la
dictadura franquista y el marroquí del tirano-rey Hassan II: el uno con
complaciente omisión; con ensañada acción, el otro. Son niños que han nacido en
el refugio de unos campamentos levantados y organizados por sus mayores en
tierra prestada.
Que en sus primeras vacaciones
conozcan el mar, cuando su tierra, invadida y expoliada, se abre al Atlántico y
sus costas las adornan extensas playas y hermosos acantilados, no pasa de ser
anecdótico, como lo es que descubran el agua corriente, porque nunca han visto
un grifo, o se acuesten a dormir sobre la alfombra, porque nunca han dormido en
una cama. Lo que eleva la anécdota a categoría es que los niños saharauis no
tienen presente, porque su corto pasado no es el suyo, no es el que les
corresponde como parte de un pueblo que tiene su propia tierra con sus
recursos, y a una parte de su familia al otro lado de un muro de más de 2700
kms., que levantó el invasor en los años 80 del siglo pasado, en plena guerra.
El presente de los niños saharauis pasa por la demolición de ese muro, que les
permita recuperar, con sus mayores, su pasado, por el que reconozcan y se
instalen en un tiempo y un espacio, los suyos, desde los que afrontar y
construir su futuro. La solidaridad que mueve a acogerlos en verano se ve
suficientemente compensada con los beneficios que la breve convivencia con
ellos aporta a nuestros propios niños, como bien pueden atestiguar tantas
familias.
Por ello, no es suficiente la
solidaridad, que debería reforzarse con un interés, además de los humano y
humanitario, siempre necesarios, también político, por el que se inste al
Gobierno español de turno a cumplir con su deber, que no es otro que el de
ponerse al frente de las acciones que lleven a propiciar las condiciones de
posibilidad para la celebración del preceptivo referéndum de autodeterminación,
por el que el pueblo saharaui decida sobre sí mismo, conforme a justicia y
legalidad. La única forma de que los niños saharauis vivan, día a día, su
presente en paz es garantizándoles un futuro en libertad. Aunque no tengan
vacaciones.