En su comunicado del día 29 de
julio el ministro García-Margallo solicita la colaboración de la prensa para
difundir el anuncio del gobierno español de haber iniciado la repatriación
“voluntaria” de los cooperantes españoles de los campamentos de refugiados de
Tinduf por una inminente amenaza terrorista en la zona. Espacios Europeos
quiere ayudar al ministro en su necesidad de comunicación y de paso analizar
esa importante medida.
Si tenemos en cuenta que las
ONGs que trabajan en Tinduf están generosamente subvencionadas por la
Secretaría de Estado de Cooperación, lo de “repatriación voluntaria” hay que
considerarlo un eufemismo del ministro. Más bien se trata de una orden que
materializa una decisión política, motivada por un riesgo terrorista inminente
aunque de contornos difusos. Si se acepta que la amenaza es real la decisión es correcta, pero si la
motivación ha sido creada artificialmente la medida del gobierno español
encubriría un objetivo oculto que conviene que el ciudadano desconozca.
Lo primero que llama la
atención es la actitud crítica mantenida por García-Margallo dos días antes y
con el apoyo entusiasta del PSOE, hacia la iniciativa de hermanamiento hacia el
pueblo saharaui de la Asamblea
Legislativa Extremeña. Sorprende algo
más que nuestro ministro focalice la eventual acción terrorista sólo en Tinduf,
como si la acción de Al Qaeda pudiera ser predeterminada de antemano. Pero la
mayor sorpresa estriba en que dé por hecha la incompetencia argelina y del
Frente Polisario para garantizar la seguridad de los campamentos de refugiados.
La alarma se convierte en estupor cuando se escucha al ministro hacer referencia
a una eventual intervención al norte de Mali, sin mencionar que la potencia
interesada en intervenir militarmente en la zona es Francia.
El gobierno español, cuya
política económica es discutida y discutible, hace una política hacia el Sáhara
Occidental que es un calco a la desarrollada por Zapatero. Olvida
interesadamente que: para la ONU España es la potencia administradora, varias
Resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad reconocen el
derecho que asiste al pueblo saharaui a decidir su destino; los acuerdos
tripartitos de Madrid no están reconocidos por la ONU ni tienen fuerza legal al
no haber sido publicados en el BOE; el Sáhara Occidental es un territorio
pendiente de descolonizar siendo
Marruecos una potencia invasora y colonial cuya soberanía sobre el
territorio no ha reconocido ninguna nación; y la permisividad de España, con el
concurso de Francia y EEUU, facilita la violación sistemática de los derechos humanos
por parte del reino alauita sobre los saharauis.
Igual que cuando secuestraron
hace varios meses a los cooperantes en Tinduf, tuve la sensación que el
gobierno ocultaba a los ciudadanos elementos de información esenciales, hoy
siento que la liberación de los tres ha sido compensada, entre otras
concesiones, por esta decisión que beneficia a Marruecos directamente y a
Francia en lo que parece que está por llegar.
Nuestro prestigio
internacional es inexistente. A la vergüenza saharaui unimos la guineana,
mientras un príncipe inglés se pasea por Gibraltar, última colonia europea, y
la Royal Navy intercepta en aguas gibraltareñas a la Guardia Civil. La guinda
la pone la Casa Real ausentando al Rey de la conmemoración de la Batalla de las
Navas de Tolosa, no vaya a irritarse algún muslim.
N. de la R.
El autor es coronel diplomado
en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y miembro de la
Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).