Avisa el ministro de
Exteriores de España que los cooperantes españoles desplazados en misión
humanitaria en la región argelina de Tinduf, donde se encuentran desde hace más
de treinta años los campamentos de refugiados saharauis, pueden sufrir
agresiones y secuestros debido a las posibles consecuencias de una intervención
militar internacional en el norte de Mali. En consideración a ese criterio y a
otros del mismo estilo se ha ordenado la expatriación de los profesionales de
las organizaciones con misiones permanentes en el territorio.
Con ese mismo argumento se
deberían estar ordenando expatriaciones en toda la región del Sahel y
posiblemente en el conjunto de las regiones norteafricanas. Hablamos del mismo
Mali, de Burkina Faso, de Chad, de Senegal, Mauritania, Níger, Argelia, zonas
ocupadas del Sáhara Occidental y Marruecos. Y posiblemente Libia y Túnez. A
todos esos territorios llega el posible impacto de un conflicto militar abierto
que pretenda restituir a favor del estado maliense la región del Azawad ocupada
y gobernada hoy por una extraña coalición formada por militantes nacionalistas
de etnia tuareg-MNLA- e islamistas radicales de diferentes orígenes entre los
cuales destacarían minorías tuaregs- Ansar el Din- y árabes organizadas en
torno a diferentes grupos entre los cuales destacaría la presencia del AQMI-
sección norteafricana de Al Qaeda- así como un confuso movimiento denominado
MUJAO, supuestamente autor del secuestro de los cooperantes españoles que
recientemente ha tenido su final feliz.
Que la expatriación haya
empezado por el territorio ocupado por la población saharaui refugiada que
dista 2.000
kilómetros de la zona de conflicto y que además tiene
dos perímetros de seguridad formados por la propia autoridad argelina y la
saharaui tiene que tener un significado propio. No es Tinduf la zona en la que
se encuentran más dispositivos logísticos formados y dirigidos necesariamente
por cooperantes extranjeros. Mauritania, Burkina Faso, Níger y Marruecos están
en ese sentido más poblados de personal cooperante. Las autoridades y el pueblo
saharauis llevan más de treinta años organizados de tal forma que su nivel de
dependencia del factor “humano” de la cooperación internacional es realmente
muy bajo. Sin embargo su capacidad de crear lazos y espacios de encuentro
“humanos” directos con la población española y de otras nacionalidades es
proverbial. Esa es la razón fundamental de promover la expatriación de Tinduf
de los cooperantes. Lo que se pretende es restringir, y no diré que
necesariamente sin razones, la presencia de civiles en los campamentos de refugiados.
La presencia de esos civiles que no van con el ánimo de quedarse como
cooperantes sino con la visión de hacer llegar mediante su presencia física un
soplo de la múltiple solidaridad con los saharauis. De esos civiles que acuden
para visitar a los niños que han formado parte de su familia en las campañas de
veraneo. De esos civiles que aportan pequeños esfuerzos solidarios y
contributivos de ayuda humanitaria recabada en comunidades vecinales, en
barriadas y empresas fuera de los circuitos de las mismas ONG´s.
Si el Ministerio de Asuntos
Exteriores hubiera creído necesario lanzar un aviso diplomático a esos viajeros
lo hubiera hecho por la vía tradicional por la que se hacen esas cosas.
Publicando y publicitando avisos en los medios de comunicación. Al dar a la
movida ese aire dramático de los aviones militares se pretende crear un estado
de ánimo brutalmente amenazador para alguien más que los cooperantes. Los
cooperantes y los organismos públicos y privados están al cabo de la calle de
estas movidas y no necesitan expatriaciones de este estilo teatrero.
Sobre el fondo del asunto: la
posible operación militar en el norte de Mali. No parece que esté en marcha
ninguna operación de forma inmediata. Los países de la región, dejando de lado
a los malienses que están viviendo una crisis institucional brutal que les deja
poco margen de maniobra por sus propios medios y, posiblemente, de Níger, no se
muestran partidarios de la acción militar. Eso es algo que la diplomacia
francesa tiene claro en ese momento. Argelia, Senegal, Mauritania y Burkina
Faso han manifestado su voluntad de contribuir a un proceso de negociación
entre las autoridades de Mali y los
nuevos gobernantes de la región del Azawad. Por lo tanto el confuso
mensaje de una inmediata intervención militar exterior en el conflicto no
resulta creíble.
El otro argumento utilizado
por Margallo es el de la existencia de grupos mafiosos residentes en el
territorio de Tinduf- se entiende que de origen saharaui- que estarían siendo
subcontratados por las fuerzas salafistas enclavadas en los bastiones liberados
del norte de Mali para proceder al secuestro y la extorsión de los occidentales
que visitan los campamentos de Tinduf. Este argumento es verdaderamente
vomitivo. Si el mensaje cuela se viene a acreditar que la situación de los
campamentos está totalmente fuera de control y que las autoridades saharauis no
se enteran de nada. No solo eso, sino que los propios saharauis, que durante
tantos años han dado prueba de su madurez, de su espíritu de resistencia y de
su capacidad de organización están tan desesperados como para ser fáciles
cómplices de esos movimientos mafiosos o cuando menos de asistir inermes a la
presencia creciente de bandas mafiosas en su propio entorno familiar. Para
cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la vida de los saharauis no se
le puede escapar que estos argumentos son viles, engañosos y dan credibilidad a
la propaganda extendida por la inteligencia marroquí desde hace ya mucho tiempo
sobre la anarquía en los territorios gobernados por las instituciones
democráticas saharauis.
Como es imposible concluir que
el ministerio ignore todos estos argumentos solo cabe sospechar que la medida
de la expatriación responde a parámetros directamente vinculados con la raíz
del conflicto. Es una forma de asociarse, una vez más y ya son innumerables, a
la acción propagandística marroquí con la pretensión de asestar un golpe, un
profundo golpe, al movimiento de solidaridad español con el pueblo saharaui. Un
movimiento que va más allá de las ONG,s, más allá de la vinculación de medio
centenar de cooperantes. Se pretende inocular el miedo entre los miles de
amigos del pueblo saharaui que han ido creciendo en número y en capacidad de
lucha y sacrificio a lo largo de los muchos años de existencia del conflicto.
La existencia y la potencia de ese movimiento ha sido siempre el factor que ha
amenazado el idilio político entre los partidos gobernantes sucesivos de España
y el reino de Marruecos. Ha sido siempre el elemento diferencial que ha puesto
en cuestión el statu quo que muchos han pretendido erigir como razón de estado.
La presencia constante, la vigilancia permanente de los amigos del Sáhara han evitado en
muchas ocasiones echar el cierre al dossier del Sáhara Occidental. Eso es lo
que se quiere destruir con esta y con otras acciones disfrazadas de diplomacia
y de defensa de los intereses españoles.
Un movimiento popular que
tendrá que aprender la lección y gestionar de forma racional sus recursos. Es
la hora de promover más que nunca la presencia humana en los territorios
saharauis. Los ocupados y los de Tinduf, y de no caer en las provocaciones de
gentes que pretenden desarrollar sus propios negocios con Marruecos como
argumento central de sus acciones. Algún listo ha captado que es la hora de volver
a los grandes negocios hispano marroquíes y ganar por la mano a los franceses.
En promover esa estúpida idea son maestros los amigos del majzén. Y caer en la
trampa muy propio de algunos incautos y/o espabilados de la política española
de derechas y de izquierdas. Total: ellos en cualquier caso ganan: siempre
tendrán una parcelita o un chalecito para el fin de sus carreras.