domingo, 26 de septiembre de 2021

Obituario de Javier Perote

Por Ángel Alda. Foto: Joaquín Tornero.

Nos ha dejado un amigo

Se llamaba Javier Perote Pellón.

Hoy ha llovido en Tiris, región saharaui que Javier conocía muy bien. Crecerán durante unos días las flores, me recuerda el poeta Bahia Mahmud Awah al rememorar tantos encuentros con nuestro coronel. Y esas flores serán el mejor testimonio de agradecimiento y recuerdo de los saharauis a la figura de uno de sus mejores amigos desde los tiempos difíciles de la colonia. Un agradecimiento más a añadir a la condición de ciudadano saharaui que el gobierno de la RASD le concedió en su día.

No fueron muchos los españoles militares profesionales que rindieron un culto tan emocionado a la amistad con el pueblo del Sáhara. La mayoría de ellos lo hicieron por vergüenza por el infeliz final de nuestra aventura africana. Por asco de la traición que sus ojos contemplaron desde los mismos cuarteles del desierto en los que asistieron al abandono de unos compromisos históricos a los que no se quiso hacer honor. Pero Javier iba más allá. Su cariño por el pueblo del Sáhara Occidental estaba cimentado en el estudio de su historia, en la amistad personal con muchos de los saharauis a los que su azarosa y compleja vida militar había tenido la ocasión de conocer. Javier, era desde antes de la transición un oficial demócrata. Pocos saben de su pertenencia a la Unión Militar Democrática, la UMD. No era el típico oficial africanista. Su conocimiento del territorio del Sáhara y de sus gentes estaba basado en el estudio y la observación. A lo largo de su vida pudo demostrar hasta dónde llegaba su saber. No fue casualidad que el mejor historiador del Sáhara Occidental, el coronel Diego Aguirre, le traspasara al morir sus papeles y obra inconclusa.

No fue tampoco casualidad que desde muy pronto se convirtiese en un colaborador entregado a la causa de la solidaridad. Le recuerdo muy bien en los años 80 empujando la  Asociación de Amigos del Sáhara cuando todo se hacía cuesta arriba. No le importaba enfrentar todo tipo de tareas hasta las más humildes. Era exigente y como buen militar le llevaban los demonios la ineficacia o la pérdida de tiempo.

Nunca se puso por encima de nadie alegando su condición de conocedor profundo de las particularidades históricas del territorio y las gentes del Sáhara. Su casa siempre estaba abierta a los amigos.

A pesar de las difíciles condiciones de salud que tuvo que enfrentar durante años no faltaba nunca a las reuniones o a las manifestaciones. Si tenía que acercarse en silla de ruedas lo hacía con toda la ilusión del mundo.

Sus escritos, sus cartas con las que inundaba los buzones de sus amigos eran innumerables. Su pluma elegante y afilada no dejaba títere con cabeza a la hora de analizar los distintos acontecimientos. No se callaba nunca su opinión aún a riesgo de no coincidir con la dominante. Sería una bella tarea que alguien pudiese agrupar sus escritos en un libro recopilatorio.

Evocar su presencia para muchos de nosotros es un ejercicio obligado ahora que nos ha dejado. Solo nos queda expresar nuestras condolencias a su familia.

Descanse en paz.

25 de septiembre de 2021

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