Domingo 21 de octubre 2012
Foto: Difusión
La libertad de expresión es un
derecho inherente al ser humano. Es esencial para la vida, para la marcha de la
sociedad y para el fortalecimiento democrático.
No se puede concebir una vida
libre, con satisfacciones económicas, pero sin libertad de opinar. Sin ello un
ser humano no está completo y pone en peligro la civilización.
Las sociedades con regímenes
opresivos y que tienen como característica coactar la libertad de expresión, no
son felices, el hombre está degradado a ser un animal enjaulado.
Por ello, la defensa de la
libertad de expresión no basta que sea solo de organismos o instituciones, es
un deber de cada ciudadano. Es como defender a tu propio ser, a tu familia. La violación
de este derecho a una sola persona no puede ser indiferente a los demás, sería
gravísimo para la propia existencia de la sociedad dejar pasar un caso, por
mínimo que sea. Incluso los que tenemos la oportunidad de escribir en algún
medio, debemos asumir el deber de ser la voz de los sin voz.
Hay muchos periodistas en el
mundo que son asesinados y son perseguidos por sus ideales. Hay pueblos en el
mundo que aún están oprimidos. La indiferencia o el silencio nos hacen
cómplices de los crímenes y de la tiranía.
A la opinión pública
Es lamentable que tenga que
denunciar a la opinión pública mi caso personal. Salvo en conversaciones
informales, no he puesto en conocimiento de las instituciones defensoras de los
derechos humanos, incluida la libertad de expresión, la persecución de la que
estoy siendo objeto por parte de la embajadora de Marruecos en Perú, Oumama
Aouad, por denunciar los atropellos de su gobierno y la defensa de los derechos
del pueblo saharaui, que muchas naciones del mundo, incluida las Naciones
Unidas, son solidarias con esta nación, cuyo territorio ha sido invadido por
Marruecos en 1975.
El proceder casi intangible de
esta embajadora hace que sus lacayos me acusen de victimización o que sufro de
“delirio de persecución”. Pero las pruebas están a la vista, en varios medios
que escribo ya no puedo referirme a la cuestión saharaui. Sus prebendas e
invitaciones a su país han silenciado mis colaboraciones. Felizmente aún tengo
algunas tribunas valientes que no han cedido a sobornos disfrazados.
Lo normal sería que sobre lo
que escribo, ella opine en el mismo medio mediante una carta o columna, pero
no, el objetivo es silenciarme, pero no a mí intrínsecamente, sino a la defensa
del tema saharaui. Su actitud sobrepasa su misión diplomática y atenta no solo
contra mi libertad de expresión, sino que se entromete ya en los asuntos
internos de mi país.
El gobierno marroquí no quiere
que los periodistas se refieran a la opresión contra el pueblo saharaui y
aprovechan de la lejanía y el desconocimiento que se tiene sobre el tema, para
desinformar sobre su problemática, y desgraciadamente muchos ingenuamente le
creen porque no se toman la molestia de investigar.
¿Libertad de expresión en
Marruecos?
Es claro que su actitud es
criticable pero también comprensible, porque en Marruecos no hay libertad de
expresión. Y creen natural que cualquier análisis crítico debe ser silenciado.
Cualquiera que critique al rey va preso, sus publicaciones censuradas e incluso
las extranjeras como la española El País, porque publicaba extractos de un
libro de reciente aparición en Francia titulado “Le Roi Prédateur. Main Basse
sur le Maroc”, que relata el enriquecimiento de Mohamed VI en los últimos años.
Asimismo, otro número de El País también fue prohibido por reproducir una
caricatura del Rey. Los semanarios
franceses 'Le Nouvel Observateur' y “Pelerin” también fueron censurados.
Igualmente prohíben el ingreso de numerosos periodistas extranjeros –y hasta de
eurodiputados- a los territorios saharauis invadidos por Marruecos.
Reporteros Sin Fronteras acaba
de denunciar el pasado 9 de octubre “su preocupación por la multiplicación de
los atentados a la libertad de información en Marruecos. Algunos periodistas,
como Ali Lmrabet, son víctimas de un verdadero hostigamiento por haber
criticado a ciertos políticos o haber abordado un tema relacionado, directa o
indirectamente, con el rey de Marruecos.
“Los periodistas marroquíes
deben poder trabajar libremente. Los abusos cometidos por miembros de la
policía nacional y del servicio inteligencia son preocupantes. Hacemos un
llamado a al gobierno marroquí y a las autoridades de Tetuán para que tomen
todas las medidas necesarias para proteger a Ali Lmrabet y pongan fin a la
campaña de acoso que padece el periodista por el simple hecho de ejercer su
derecho a la libertad de expresión”.
Reporteros sin Fronteras
recuerda que el 4 de octubre de 2012 el gobierno marroquí decidió
arbitrariamente retirarle la acreditación al periodista de la Agencia France
Presse Omar Brouksy, quien incluso fue agredido. La razón mencionada
oficialmente es la difusión “de una noticia poco profesional” sobre las
elecciones legislativas parciales en Tánger.
Otro periodista marroquí,
Hamid Naimi, tuvo que refugiarse en Francia en el 2005, por las continuas
amenazas de muerte, al haber denunciado la corrupción en diversos estamentos
marroquíes.
El periodista Rachif Nini fue
condenado a un año de prisión por “ataque a las instituciones del Estado”.
Walid Bahomane y Abdelsamad Haydour, fueron condenados por “atentar contra la
persona del rey”. Todo ello en el último año. RSF sigue denunciando las
recientes medidas de censura que han tomado las autoridades marroquíes contra
los medios de comunicación, así como por la represión en la Red.
El periodista Aboubakr Jamaï
huyó después de ser perseguido, tras el cierre del semanario que fundó, Le
journal hebdomadaire. “No hay periodistas muertos en Marruecos, pero se usan
otras tácticas… La libertad de prensa ha sido prácticamente asesinada”, dijo.
Marruecos ocupa el lugar 138
de entre 179 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa
2011-2012 de Reporteros sin Fronteras.
El Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú
debe tomar cartas en el asunto y llamar la atención a la embajadora Oumama
Aouad por entrometerse al coactar la libertad de expresión en el Perú.
¡No señora embajadora, NO
queremos que nos importe su “ejemplo” de “libertad” de expresión en Marruecos!
*Periodista. Miembro de la
Prensa Extranjera. Analista internacional