El agonizante régimen de
Franco, con Juan Carlos a la cabeza, accedió a la estrategia de Rabat para
ocupar el Sáhara a cambio de una "salida elegante". El todavía
príncipe quiso desvincularse de las negociaciones por sus "consecuencias
negativas"
"España está comprometida
con la autodeterminación del Sáhara". La declaración de intenciones es de
agosto de 1973. Por entonces, al ya agotado régimen de Franco le sobraba la
colonia. El Frente Polisario había iniciado su guerra de guerrillas y la
administración franquista intentaba cargar con su responsabilidad a la ONU para
abandonar lo que se había convertido en un problema y para que su imagen no
quedara demasiado dañada ante las ambiciones territoriales de otros países.
¿Qué pasó durante los siguientes
dos años? Desde las declaraciones de Laureano López Rodó, el entonces ministro
de Exteriores español, hasta que Rabat asumiera la ocupación, se sucedieron
miles de conversaciones para negociar la suerte del pueblo saharaui. Los Cables
de Kissinger recopilados por Wikileaks recogen la enorme actividad diplomática
entre los países interesados a hacerse con un trozo del pastel.
Los embajadores
estadounidenses detallaron las intenciones de unos y de otros mientras España
bullía ante el ocaso de la dictadura y el inicio de la Transición. La Marcha
Verde de noviembre de 1975 impulsó e impuso a Marruecos como nuevo dueño, aunque,
desde hacía meses, el Spanish Sahara era ya un asunto que copaba los informes
de los representantes estadounidenses de Rabat y Madrid.
El rey Hassan II tomó la
decisión de enviar a 350.000 civiles marroquíes y 20.000 soldados al recibir el
varapalo de La Haya. En 1974 España anunció que no tardaría en realizar un
referéndum entre la población saharaui sobre su independencia. El reino alauí, que
sabía que tenía las de perder ante el plebiscito, apeló al Tribunal
Internacional de Justicia. El principal órgano judicial de Naciones Unidas
dictaminó el 16 de octubre del 75 que, aunque existían vínculos jurídicos entre
Marruecos y el territorio del Sáhara Occidental, éstos no establecían ningún
vínculo de soberanía. Hassan II entendió lo que le convino. "No nos queda
más remedio que recuperar nuestro Sáhara", anunció.
Conversaciones secretas
De aquella consulta popular
sobre la autonomía de los saharauis no se supo más. Y hasta hoy. Mientras la
administración franquista seguía defendiendo en público el derecho de
autodeterminación reconocido por Naciones Unidas, mandaba a un representante
para iniciar las conversaciones secretas con Rabat. La estrategia marroquí para
iniciar su conquista de la región había dado comienzo. España tenía las de
perder, pero nada más lejos de la realidad. El régimen no sólo conocía los
planes marroquíes, sino que los acordó con ellos. Un cable enviado desde la
embajada en Marruecos el 23 de octubre dejó a las claras los términos del pacto
que alcanzaron Hassan II y el enviado español José Solis, ministro del
Movimiento.
El documento, dirigido al
Departamento de Estado de Henry Kissinger, resume una conversación de Hassan II
con los representantes estadounidenses en la que detalla la reunión. El monarca
se mostró optimista ya que "tres cuartas partes del problema habían
quedado resueltas tras el acuerdo alcanzado con Solis". El pacto
estableció que la Marcha Verde, como gran idea del rey alauí, seguiría adelante.
"El concepto es mío. La organización es mía. Voy a dar la orden de cruzar
la frontera. Sólo la gente lo puede cancelar y si lo hacen puede que yo también
coja mis maletas y me mude a mi casa de Madrid", avisó el monarca.
Como contrapartida, Marruecos
y España quedaron en buscar al régimen una salida "elegante" del
Sáhara que le permitiera "guardar las apariencias". La idea consistía
en utilizar a Naciones Unidas para legitimar la ocupación marroquí a través de
un referéndum "controlado". Para ello contarían con la ayuda de
Mauritania y, esperaban, la de EEUU. Las siguientes conversaciones servirían, según
el cable, para trabajar y definir esta fórmula. Asimismo, Solis aprovechó el
encuentro para anunciar que España renunciaba a un Sáhara independiente y, además,
y para tranquilidad de Washington, dejaría de considerar a Argelia, aliada de
la Unión Soviética, como "parte interesada".
Con Franco en su lecho de
muerte, fue el todavía príncipe Juan Carlos quien lideró las negociaciones. Aunque,
en un principio, el aspirante a la corona no quiso saber nada del tema, según
relató el jefe de la legación estadounidense en Madrid en septiembre del 75:
"Juan Carlos no tiene ninguna intención de involucrarse en este problema, que
sólo le podría traer consecuencias negativas". Wells Stabler explicó en el
documento que el Borbón se negó a ser el interlocutor español en una reunión en
Nueva York propuesta por Hassan II. Pretendía que el dictador "no
desapareciera de escena" antes de que el asunto del Sáhara quedara
resuelto.
El monarca español asumió la
jefatura de Estado el 31 de octubre del 75 después de negarse a hacerlo una
semana antes. Ese mismo día convocó un Consejo de Ministros y se puso manos a
la obra. Sus contactos con su homólogo marroquí fueron constantes, como
constató el embajador de EEUU en Rabat. Hasta entonces, según transmitió
Stabler, "el Gobierno seguía vacilante" ante la falta de liderazgo y,
sobre todo, el aumento de las presiones marroquíes. Rabat envió el primer grupo
de "marchadores verdes" al Sáhara el 30 de octubre, y no el 6 de noviembre,
fecha oficial del inicio de la Marcha Verde, para bloquear una posible
intervención de Argelia contra la invasión.
En ese momento "sólo unos
pocos altos oficiales españoles" participaban en las negociaciones, según
informó desde Madrid el legado en uno de sus telegramas. Entre ellos ya no
estaría Pedro Cortina. El ministro de Exteriores, en el cargo desde enero del 74 a diciembre del 75, aseguró
ante el embajador que la política española original sobre el Sáhara, la del
referéndum, no había cambiado. En otro informe, Stabler comentó que, entre lo
confuso de la situación, "lo único claro es que [la opinión de Cortina] ha
quedado totalmente descartada".
El 25 de octubre, en un
encuentro con Solis a su regreso de Rabat, el ministro del Movimiento Nacional
dio cuenta de su reunión con Hassan II, una reunión que calificó de "realista,
positiva, dura y fructífera". En el documento, Stabler destacó que la mayor
preocupación de España era, por encima de todo, evitar entrar en una guerra
colonial con Marruecos: "Sería una tragedia que los soldados españoles en
el Sáhara se vean envueltos en una confrontación abierta". Asimismo, el
hombre de Franco dejó claro que por nada del mundo el régimen quería perturbar
sus relaciones con Rabat. "España desea salir del Sáhara [...] Solis dijo
que está a favor de un acuerdo por el que la región se convierta en una
provincia autónoma de Marruecos". Cuatro meses después se hizo realidad.
El 2 de noviembre del 75 Juan
Carlos viajó al Sáhara para, en teoría, dar su apoyo a las tropas allí
destinadas. Marruecos dio por cumplidos sus objetivos y el 9 de ese mismo mes
retiró la Marcha Verde. Durante todos esos días ningún legionario o soldado
español movió un dedo. El 14 España firmaba los Acuerdos de Madrid y se
constituía una administración tripartita junto a Marruecos y Mauritania. Duró
hasta el 26 de febrero del año siguiente, cuando España finalmente abandonó a
los saharauis, que empezarían a pasar de la ocupación española al dominio
militar marroquí.