Madrid, 14 de abril de 2013 (PrensaLatina) Estados Unidos objetó cualquier posibilidad de autodeterminación para
el pueblo saharaui y su postura estuvo alejada de la neutralidad que siempre
aseguró mantener en ese contencioso, afirmó hoy el diario Público.
Así lo revelan los más
recientes cables diplomáticos estadounidenses desclasificados y compilados por
la organización Wikileaks, fundada por el australiano Julian Assange.
Son, en su mayoría, documentos
diplomáticos y del servicio secreto de o para el entonces secretario de Estado
de la época, Henry Kissinger, que el periódico digital madrileño analiza desde
hace una semana
En el caso de España, estas
nuevas filtraciones permiten atar algunos cabos sueltos de la última etapa del
régimen de Francisco Franco (1936-1975), al sacar a la luz los entresijos
ocultos de la Transición en este país europeo.
El Sahara Occidental, antigua
colonia española anexada en 1975 por Marruecos, se convirtió en un lastre que
el régimen franquista no dudó en sacudirse.
Ese territorio, trascendental
desde el punto de vista geoestratégico, rico en minas de fosfato, reservas de
petróleo y gas, se vio envuelto en una guerra de intereses para recoger el
testigo español.
Además de mostrar la batalla
diplomática desatada para hacerse con el control del Sahara, los cables
develados por Wikileaks también evidencian que Washington se alió con Marruecos,
al que suministró todo tipo de armamento, para que se quedara con la excolonia
y frustrar así los planes de independencia.
No es que Estados Unidos
pasara por alto la opción de un Sahara libre, sino que la desestimó desde un
principio. En un escrito de mayo de 1975, la embajada estadounidense en Rabat
realizó uno de sus tantos análisis de la situación.
En ese cable, aparte de no
darle ninguna credibilidad a la defensa de Madrid a la autodeterminación, alertó
del "peligro" de un Sahara soberano, que con casi toda seguridad
ayudaría a desestabilizar la región, pues no era algo que Marruecos fuera a
aceptar, según Público.
Para evitar una guerra
colonial, el texto llamaba a llegar a un "acuerdo amistoso", cuyo
principal obstáculo, apuntó Washington, era la intransigencia y la inmovilidad
de Franco.
Curiosamente, las
negociaciones entre los dos países se relanzaron con el dictador en coma y con
el rey Juan Carlos como jefe de Estado de facto, recordó el diario.
Con el entonces príncipe Juan
Carlos de confidente estrella, Kissinger contaba con una posición privilegiada
para manejar los hilos a su antojo.
La Casa Blanca quería evitar a
toda costa un enfrentamiento armado en la región que pudiera calentar la Guerra
Fría que mantenía con la Unión Soviética (URSS).
Argelia, uno de los socios de
la URSS, era el gran apoyo del Frente Polisario en la zona. El Gobierno
norteamericano no tardó en fijar a Marruecos como su aliado para la causa.
Además, con Rabat se aseguraba
que la idea defendida por Naciones Unidas, y a la que España parecía querer
acogerse en un principio en 1974, no ocurriera nunca: la independencia de los
saharauis por la que el Polisario había empezado a luchar, agregó Público.