Bajo los estandartes de Hassan II una horda
de marroquíes cruzó la frontera del Sáhara Occidental, a finales de octubre de
1975, arrasando con todo a su paso. Y desde entonces la agresión no ha cesado,
la persecución se mantiene bajo un fuerte estado policial que secuestra,
tortura y asesina a cualquier signo de resistencia proveniente de los legítimos
dueños del Sáhara Occidental.
La mayor movilización contra el ocupante
ilegal que se recuerda en territorio desde el abandono cobarde de España, y que
muchos expertos internacionales califican como el inicio de la primavera árabe,
conocida como Campamentos de la Dignidad o de Gdeim Izik, fue cruelmente
reprimida por el ejército del hijo del sanguinario Hassan II, el aún más cruel
Mohamed VI.
El brutal desmantelamiento del campamento
de protesta, en la madrugada del 8 de noviembre de 2010, sin aviso previo y
quebrantando la confianza que depositaron los saharauis en la comisión
negociadora marroquí, que prometía el oro y el moro... provocó una avalancha de
más de 20.000 personas y el caos propio de pánico multitudinario.
El derecho internacional prevé como una de
las excepciones a la prohibición del uso de la violencia, el derecho de los
pueblos bajo dominación extranjera a la resistencia... y así fue, la mayoría de
los jóvenes presentes respondieron a la agresión del ejército marroquí con
piedras y lo que tenían a mano, para contener su avance sobre el campamento.
Finalmente, y después de días de disturbios y centenares de personas detenidas
y en paradero desconocido, una calma tensa se instaló en las ciudades Ocupadas
del Sáhara Occidental.
Entre los más de 300 detenidos, 24 fueron
seleccionados por su conocido activismo y resistencia pacífica a la ocupación,
son los conocidos como el Grupo de Gdeim Izik. Trasladados a Rabat para ser
juzgados y condenados con duras penas por un Tribunal Militar, sin garantías ni
prueba incriminatoria alguna.
La presión internacional hizo que Marruecos
anulara la sentencia del Tribunal Militar y devolviera la causa a un Tribunal
Ordinario, un Tribunal que se suponía iba a ser más justo y benévolo con estos
presos, que a ojos del mundo entero están condenados por sus ideales políticos.
Sin embargo, rompiendo con la expectativa
creada por la Sentencia del Tribunal de Casación marroquí y la recomendación de
Naciones Unidas, Marruecos repite los mismos argumentos ya anulados en casación
y vuelve a condenar, con penas casi idénticas a las ya anuladas en su día.
Asesinato premeditado de once miembros de
las fuerzas marroquíes, ¿quién mató a esos 11 o 14 o 20 agentes? ¿Quién mató a
quién? No fueron capaces de establecer la regla más elemental del derecho penal
(A mata a B).
Esperan que este pueblo resista en silencio
otros 42 años, o que el hartazgo de una juventud cada vez más desesperada y sin
perspectivas de progreso vital, no se traduzca en un retorno a la vía armada,
creerán que los saharauis seguirán en poniendo la otra mejilla mientras reciben
hostias por todos lados.
No sé qué esperarán o qué desean que
ocurra, lo que sé es que la historia se repite, que Marruecos está repitiendo
patrones muy parecidos a los de la España franquista y que originaron el inicio
de la lucha armada del Frente Polisario el 20 de mayo 1973.
El 17 de junio de 1970 una gran
manifestación en Zemla (El Aaiún) fue duramente reprimida por la legión
española, con centenares de heridos y desaparecidos, entre los que se encontró
el ideólogo del nacionalismo saharaui, Sidi Brahim Basiri, tres años después se
constituye el Frente Polisario y comenzó la lucha por la independencia.
Gdeim Izik, podría ser esa gran
manifestación de Zemla y sus consecuencias, tan injustas para los saharauis, la
mecha que prenda las llamas de la espada de Apolo en manos de jóvenes que nada
tienen que perder, pues todo le fue robado antes de que nacieran.
Sidi M. Talebbuia
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