viernes, 1 de marzo de 2019

Del frío nórdico a ganar en el desierto: correr contra el olvido por el pueblo del Sahara Occidental

El campeón Fahlen, en el centro, flanqueado por el español Jon Salvador (izda.), segundo, y por el saharaui Lehsen Sidahmed (dcha.), tercero, en la meta del Sahara Marathon. Carrascosa. Foto AS

ATLETISMO/SAHARA MARATHON 2019
Los suecos Fahlen y Edqvist se alzan con el triunfo en la prueba solidaria en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf.
Por Eugenio G. Delgado Tinduf 01/03/2019
La 19ª edición del Sahara Marathon, la carrera solidaria en la que lo verdaderamente trascendental es darle voz al pueblo saharaui y a los más de 150.000 refugiados que sobreviven desde hace 43 años en los campamentos de Tinduf (Argelia), ha concluido con la victoria de un hombre y una mujer venidos del frío: los suecos Jon Jonatan Fahlen y Li Edqvist.
La línea de llegada de los 42,195 metros del Sahara Marathon no era una llegada cualquiera, como nada en esta carrera: los atletas han cruzado un arco de meta con forma de jaima, coronado por una instalación que representaba una típica vasija de barro con la leche derramada, obra del artista conceptual saharaui AlArbi, simbolizando así las tradiciones de este pueblo nómada del desierto que, en los años de abundancia, derramaba la leche sobre la arena para dejarla secar y poder guardarla en polvo para temporadas de penuria.

Tiempos pasados de bienestar y esperanza para unos refugiados que, en la actualidad, resisten en medio de la nada, rodeados del desierto más extenso del mundo, y que luchan para que su causa no caiga en el olvido internacional, a la espera del referéndum de autodeterminación acordado en 1991 por la ONU tras el alto el fuego en la guerra con Marruecos.
“Siempre acudo a carreras en las que se combina deporte y solidaridad internacional, que es lo realmente importante para mí: apoyar causas de pueblos oprimidos. Y el Sahara Marathon reúne ambos aspectos. Como deportista creo que debemos tomar responsabilidades ante las injusticias”, explica el sueco Jon Jonatan Fahlen, campeón con un tiempo de 2:52:46 y debutante en la prueba a sus 28 años. También ha sido su “primera carrera en distancia maratón”, señala.
PRUEBA DE SUPERVIVENCIA
El segundo clasificado ha sido el primer ganador saharaui de la historia de la prueba, Lehsen Sidahmed (2:54:51), quien cruzó la meta apenas 200 metros después de Fahlen. “Venía un poco lesionado con un espolón y sólo he podido entrenar cinco semanas, pero el dolor que yo he sentido no tiene nada que ver con el que el pueblo saharaui sufre desde hace más de 40 años”, comenta a sus 29 años el vencedor de 2018.
“Esta carrera es una lucha contra el sufrimiento en el desierto. Igual que resiste el pueblo saharaui, yo también. Estoy súper contento con el podio después de haberme roto cinco costillas hace poco más de dos meses, pero esta vez la juventud se ha impuesto. Es una carrera de supervivencia y está hecha para titanes”, asegura a sus 52 años Jon Salvador (2:58:26), ganador en 2010, segundo en 2011 y 2018 y tercero en 2017.
También con 52 años, Jorge Aubeso, campeón en 2003 del Sahara Marathon, ha vuelto 15 años después a la prueba. A pesar de llegar con problemas musculares, el burgalés ha querido terminar la carrera y lo ha logrado en el puesto número 19 (4:15:17): “Aquí me he reencontrado como persona y como corredor. En cualquier otra carrera no hubiese ni salido, pero si los saharauis soportan la dureza de esta vida, nosotros no podemos rendirnos. Eso es lo que me ha dado la fuerza para continuar y terminar”.
BUENA TEMPERATURA Y VIENTO EN CONTRA
El Sahara Marathon se ha disputado el 26 de febrero entre los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia), justo un día antes de la celebración del día nacional de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), con una temperatura benévola de menos de 20ºC durante la carrera y con un viento en contra leve, pero constante y molesto para los atletas que han corrido por la temida ‘hamada negra’ argelina, un desierto pedregoso e inhóspito.
Atletas de más de 20 nacionalidades han participado en la competición, algunos de países tan lejanos como Singapur, Chile, Estados Unidos, Sudáfrica o China; también de Argelia y países europeos como España, Italia, Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Dinamarca, Noruega o Alemania. Y, por supuesto, Suecia.
 “Ha sido una gozada correr en el desierto… hasta los últimos kilómetros, en los que he sufrido bastante por calambres y por el calor. Me había preparado corriendo sobre la nieve en Suecia, que se parece un poco a correr sobre las dunas. Es alucinante pasar por los campamentos y ver a todas las mujeres ondeando banderas saharauis y a los niños y niñas corriendo al lado tuyo”, recuerda el vencedor sueco.
Para Lehsen la temperatura ha sido “buena”: “Ha hecho bastante menos calor que el año pasado, aunque ha habido un poquito de viento. Eso ha sido lo peor”.
Como siempre, Jon Salvador se ha vaciado: “He tirado todo lo que he podido hasta el kilómetro 35 y me he visto con posibilidades de ganar, pero he apostado tanto que me he quedado sin fuerzas. La mayoría de la carrera ha habido viento de cara y cuesta coger ritmo. Además, el sol que, aunque parece que no hace mucho, te va pegando en la cabeza y te va mermando”.
En la prueba femenina se ha impuesto Li Edqvist, con una marca final de 4:33:17. “Vengo de Suecia y allí hace mucho frío. Aunque he entrenado poniéndome mucha ropa encima para sudar, el calor, el sol y la arena han sido muy duros. Lo compensa poder correr por las dunas, ver flores en medio del desierto, el horizonte infinito y, sobre todo, el apoyo del pueblo saharaui. He querido tener recuerdos para toda la vida y durante la carrera me he parado en los avituallamientos y en los campamentos para hacerme fotos. Crucé la meta sin saber que había ganado y ha sido una enorme sorpresa”, reconoce, a sus 40 años, la debutante en el Sahara Marathon.
Tras Li, ha entrado en la meta Leonor Macià (4:35:48), corredora de Caudete (Albacete) de 47 años: “Es mi primer Sahara Marathon y ha sido una carrera dura, pero era lo que venía buscando. Este desierto es inquietantemente bello. Me ha encantado la soledad y la arena de color canela con las piedras negras por encima. También me he parado hacerme fotos porque éste es un recuerdo imborrable. Al cruzar la meta, llamé a mi familia y me puse a llorar de alegría”.
SIETE DÍAS EN UNA JAIMA
La carrera del Sahara Marathon es la columna vertebral de una experiencia en la que las personas participantes conviven durante una semana con los refugiados saharauis en sus jaimas y casas de adobe, conociendo de primera mano sus costumbres, dificultades y anhelos.
“Te reciben desde el principio como uno más de la familia. Su amabilidad y entrega es increíble, sobre todo, teniendo en cuenta dónde están y que dependen totalmente de la ayuda internacional. Como experiencia, he podido comer camello, cuscús y beber todo el día té”, declara el campeón Jon Jonatan Fahlen.
“Sólo tengo palabras de agradecimiento para el pueblo saharaui y espero que mi victoria contribuya a visibilizar su lucha. Su hospitalidad es inacabable y vivir aquí una semana te hace recapacitar sobre lo deprisa y acelerados que vivimos en nuestros países. Aquí es todo tranquilidad y calma”, destaca Li Edqvist. 
Jorge Aubeso reconoce que el Sahara Marathon es una vivencia que marca para el resto de la vida: “Para nosotros es una experiencia imborrable y que toda persona debería vivir para abrir los ojos. Tristemente, para los saharauis es su vida y su día a día”.
Leonor Macià concluye: “El Sahara Marathon es el arma que tienen los saharauis para luchar contra el olvido. Luchan con el deporte y con la paz”.


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