*Fotos de archivo (febrero 2013) |
Contramutis / Por Cristina Martínez Benitez
de Lugo.- 14 de abril de 2019
Ali Saadouni, un ciudadano saharaui de los
territorios ocupados que ha sido muy firme en su lucha contra la ocupación,
rechazando documentación marroquí y manifestando claramente su postura por la
autodeterminación, nos impresionó a todos con el vídeo del 10 de abril en el
que él y Nour Eddin Argoubi se fueron a una glorieta en El Aaiún ocupado, se
tomaron su tiempo, clavaron tranquilamente en el suelo seis banderas saharauis
espaciadas entre ellas, entonaron el himno Labadil Labadil aán takrir al masir
(no hay solución sin la autodeterminación) y se dejaron ver.
La policía de paisano secuestró a Saadouni
al día siguiente frente a una cafetería. Si digo secuestró es porque no hubo
una detención en regla, ni policía de uniforme, ni abogado, ni derechos, ni
información a la familia. Desaparecido.
El día 13 le llevaron ante el sustituto del
procurador en el Juzgado de Primera Instancia de El Aaiún y le acusan de
posesión de drogas y de desacato a la autoridad con violencia. Se aporta como
prueba un certificado médico de 60 días de incapacidad del policía
supuestamente agredido. La imaginación del fiscal no ha ido muy lejos. Nos
ratifica de una manera bochornosa lo que ya sabemos: a los presos políticos se
les acusa de cualquier cosa y cuela.
Saadouni ha negado las acusaciones y no ha
consentido en firmar el atestado policial a pesar de las torturas infligidas
para que lo hiciera.
No han permitido que sus seres cercanos le
vieran. En la audiencia los propios
policías se dedicaron a insultar a la familia.
Le juzgan el lunes 15 de abril.
Ali Saadouni es un irreductible. Desde hace
muchos años es noticia por las palizas y las torturas que ha padecido, con la
cara desfigurada y amoratada de los puñetazos de las fuerzas de ocupación, con
cuchilladas de la policía. Son muchos los plantes de Saadouni, símbolo de
resistencia, y todos los ha pagado con la brutalidad marroquí. Ha estado en la
cárcel año y medio, de 2016 a 2018, en condiciones durísimas. Él sigue
defendiendo lo suyo a cualquier precio. Efectivamente, una persona así es un
peligro. Aunque sus métodos sean pacíficos. ¿Alguien puede tomar nota? Se van a
cebar con él. Hay que salvar a Saadouni.
El caso de Ali Saadouni es una muestra
clara de que el cinismo de Marruecos no tiene pudor.
No se pueden entablar conversaciones supuestamente
bienintencionadas al más alto nivel –el marco de las NNUU- cuando una de las
partes se ríe a mandíbula batiente de los valores que son nuestro estandarte:
los derechos humanos. Marruecos se chulea de todos y quien debe evitarlo
consiente.
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