por Antonio Parreño (corresponsal de RTVE en Marruecos) el 30 Oct 2010 | BLOGS RTVE
Trabajar como periodista en el Sáhara Occidental es muy interesante, pero no es nada fácil. Marruecos no suele querer testigos de lo que allí ocurre, como hemos podido comprobar estos días tras la muerte de un niño saharaui por disparos marroquíes junto al campamento de protesta que se ha organizado cerca de El Aaiún.
Para empezar, uno puede reservar un billete de avión con la Royal Air Maroc para ir a El Aaiún y, al llegar al aeropuerto de Casablanca, descubrir que su reserva ha quedado misteriosamente anulada dos horas antes. Fue lo que nos pasó a 7 periodistas de 5 medios españoles (TVE, EFE, TV3, El Mundo y Cadena SER) el otro día cuando pretendíamos viajar para cubrir la noticia. Qué casualidad ¿verdad?
Como todos los compañeros me quedé perplejo, pero tengo que reconocer que la cosa me hizo hasta gracia. Nunca me imaginé que algo así se podía hacer tan fácil y tan descaradamente, probablemente con una sola llamada de teléfono. Eso sí, el tipo que tuvo la brillante idea de dar la orden a la RAM para anular nuestros billetes es un genio, la verdad: el lumbreras debió de pensar que esa era la mejor manera de conseguir que la noticia no fuera a mayores, pero provocó exactamente lo contrario: Convertir un asunto relativamente menor en noticia de portada y apertura de telediario al día siguiente. Y que casi todos los grandes medios españoles (incluidos los que no tienen corresponsalía permanente en Rabat) desembarcaran finalmente en la ciudad para intentar ver qué está pasando en ese campamento saharaui.
Para las televisiones, además, es especialmente difícil trabajar en El Aaiún, al igual que, cada vez más, en todo Marruecos: Como ya conté en el TD, desde julio el Ministerio de Comunicación sólo concede a las televisiones españolas y europeas un permiso de rodaje que se renueva mensualmente y limitado exclusivamente a Rabat. Si queremos salir de la ciudad, tenemos que pedir un permiso ad hoc, especificando qué reportaje quieres hacer, dónde, los días concretos, etc… En la práctica cada vez que queremos hacer una cobertura de un asunto delicado el permiso nunca llega o lo hace con retraso (a veces, después de que haya ocurrido el evento que uno quiere cubrir). Por supuesto, es lo que ha ocurrido en este caso.
La policía y los militares han sellado el acceso al campamento para los extranjeros y los periodistas, por lo que la única forma de entrar o meter una cámara en el campo es clandestinamente. Algo complicado porque a las puertas del hotel en el que nos hemos alojado los periodistas hacían guardia decenas de policías de paisano vigilando todos y cada uno de nuestros movimientos, siguiéndonos descaradamente en cuanto poníamos un pie en la calle o nos subíamos al coche. Para grabar imágenes en exteriores, había que llevar mucho cuidado. Si la policía te ve, sencillamente te pueden detener y requisarte el material porque, claro, no tienes permiso. Y os aseguro que eso no es una mera hipótesis. Y para hacer una simple entradilla (también llamada plató o stand up, en el argot periodístico) había que hacerla a escondidas en una terraza del hotel y rápido para que no te viesen. Y eso los primeros días, porque al tercer día los accesos a la terraza los cerraron con candado y tuvimos que hacer las entradillas en el balcón de la habitación.
En fin, esas son las condiciones en las que hemos trabajado los periodistas (y en especial los equipos de TV) en El Aaiún estos días. Algunos me dirán que no es nada nuevo, y yo les diré que tienen razón. Pero vivirlo en tus carnes y luego escuchar al gobierno marroquí criticando la profesionalidad de los periodistas españoles es algo que mueve a la risa, la verdad.
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