Publicado en el semanario "el Poder", de Lima-Perú, (lunes 28 de noviembre al 5 de diciembre de 2011)
El calvario de un pueblo que vive en el fin del mundo
Por Ricardo Sánchez-Serra*
Recientemente se conmemoró el primer aniversario del desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik a las afueras de El Aaiún, capital del Sahara Occidental, ocupada por el ejército invasor de Marruecos.
Allí se habían instalado más de 25.000 saharauis, en unas 8.000 jaimas (carpas) quienes protestaban por sus condiciones socio económicas, el respeto a los derechos humanos y la independencia de su país. En medios de las conversaciones con las autoridades marroquíes, su rey feudal Mohamed VI ordenó el ataque, causando cientos de víctimas y la destrucción de las pertenencias de los saharauis.
Hoy todavía existen decenas de presos saharauis acusados de “atacar a las fuerzas ocupantes marroquíes”. Paradójico, ¿no?
La guerra en el Sahara Occidental
Pero, ¿quiénes son los saharauis? Son los habitantes del Sahara Occidental –en el norte de África, pegado al Atlántico-, cuyo territorio fue colonia española y es considerado por las Naciones Unidas como “territorio no autónomo pendiente de descolonización”. Al agonizar Franco en 1975 España entrega la región a Marruecos y Mauritania, mediante los ilegales –de acuerdo al Derecho Internacional- Acuerdos de Madrid y desobedeciendo el mandato de la ONU. 250 mil marroquíes invaden el Sahara Occidental y lanzan bombas de fósforo y napalm con el objetivo de aniquilar a la población saharaui. Muchos huyeron al desierto y se instalaron en los campamentos de refugiados de Tinduf.
El Frente Polisario, único representante del pueblo saharaui, proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD y se embarcó en la guerra de liberación. Derrotó a Mauritania en l978, que firmó un acuerdo de paz y abandonó el territorio ”donado” por España que fue ocupado inmediatamente por Marruecos (apoyado incondicionalmente por Francia).
Fallo de La Haya
Cabe mencionar que la Corte Internacional de Justicia de La Haya absolvió una histórica consulta declarando que “no existe ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sahara Occidental y el reino de Marruecos y la entidad mauritana”, además existen cientos de resoluciones de la ONU que apoyan la descolonización y los legítimos derechos del pueblo saharaui. El Tribunal concluye que no ha encontrado vínculos jurídicos de tal naturaleza que puedan afectar a la aplicación de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General a la descolonización del Sáhara Occidental y, en particular, al principio de autodeterminación a través de la libre y genuina expresión de la voluntad del pueblo del territorio”. (16 de octubre de 1975). Marruecos oculta esta parte de la historia. Ninguna nación del mundo reconoce la invasión marroquí, que ocupa dos tercios del territorio. En cambio, más de 80 países reconocen a la RASD.
¿Y el referendo?
Entretanto, en la década de los ´80 Marruecos construye el muro militar más grande del mundo, con planos franceses y financiamiento de Arabia Saudita. El muro tiene 2720 kilómetros (para comparar el Muro de Berlín tenía sólo 160 kilómetros ). A pedido de la ONU, el Frente Polisario hace un alto al fuego en 1991 y se inician conversaciones con Marruecos para que al año siguiente se realice un referendo que logre la autodeterminación del pueblo saharaui, que es aprobado por Marruecos, y que luego desconoce.
Desde esa fecha se han iniciado negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario, bajo auspicio de la ONU, sin resultados. La monarquía feudal de Marruecos sólo quiere que la autodeterminación del pueblo saharaui –mediante referendo- contemple la autonomía o anexión a Marruecos, mientras que el Frente Polisario incluye esas dos más la independencia, que es lo más justo.
El referendo se hace imperativo en vista que todos los días Marruecos comete violaciones de los derechos humanos a la población saharaui en el territorio ocupado, mientras que en los campos de refugiados saharauis de Tinduf y en los territorios liberados se agota la paciencia de los 160 mil saharauis que viven en condiciones muy duras recibiendo asistencia humanitaria del gobierno argelino, de la Media Luna Roja, ONGs, el Programa Mundial de Alimentos, Oficina Humanitaria de la Unión Europea y del ACNUR.
El Perú y la RASD
El Perú reconoció a la RASD durante el segundo gobierno del presidente Fernando Belaunde. Incluso, el embajador saharaui presentó credenciales al entonces mandatario Alan García en 1987, pero en 1996, durante la gestión del canciller Francisco Tudela se tomó la inusual medida de “suspender” las relaciones, debido a presiones del lobby marroquí.
De acuerdo a la Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados “el reconocimiento de un Estado simplemente significa que el Estado reconoce que acepta la personalidad del otro con todos los derechos y deberes determinados por el derecho internacional. El reconocimiento es incondicional e irrevocable”.
Hoy el presidente Ollanta Humala se ha comprometido –se encuentra en su plan de gobierno- reconocer a la RASD. Van cuatro meses y no se ve la luz al final del túnel. No queremos creer que la Cancillería peruana se encuentre sujeta al chantaje de Marruecos de cerrar su embajada en Lima o retirar sus inexistentes “inversiones” –además que el comercio con ese país es muy pobre- ni que vaya a boicotear la “irrealizable” cumbre árabe de septiembre del 2012. Cabe mencionar que en otros países “conviven” las embajadas de Marruecos y la RASD, como en Argelia, México, Sudáfrica, etc., sin ningún problema.
No queremos creer que existan algunos funcionarios de la Cancillería, políticos y congresistas que vivan embelesados por una incomprensible predilección por los marroquíes y un vasallaje a su rey Mohamed VI.
¡El restablecimiento de relaciones diplomáticas con la RASD debe hacerse ya!
*Periodista, analista internacional. Miembro de la Prensa Extranjera.
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