*Por: Pepe Oropesa Rodríguez, periodista
Pronto cumplirá su primer mes de pena
oficial y el sexto desde que fue detenido el pasado 4 de julio de 2014. Es
Mahmud El Haisan, arrestado por elaborar un reportaje, que emitió RASD TV, en
el que se mostraba a los saharauis celebrando en las calles de El Aaiún (Sáhara
Occidental ocupado ilegalmente por Marruecos) la clasificación para octavos de
final del Mundial de Brasil de la selección de Argelia, país amigo para los
saharauis y sobre el que se encuentran los campamentos de refugiados de
Tindouf, lugar al que huyeron desde el Sáhara Occidental ante la invasión
militar de éste por parte de Marruecos a finales de 1975.
Esta foto, en la que aparece escondido
Mahmud y de rodillas para no ser visto por la policía que se hallaba en las
azoteas colindantes cuando sacase su cámara por la ventana, se la hice meses
antes de su detención. Atardecía en El Aaiún y estábamos a la espera de que
comenzase una manifestación saharaui anunciada para aquella tarde. Fueron 12
horas junto a él, había que llegar con mucha antelación a la zona para evitar
ser vistos por la policía marroquí y salir de ella mucho después para no poner
en peligro a la familia que nos había dado cobijo en su azotea.
Su poco de español, mi poco de árabe y
nuestras ganas de ser eco del pueblo saharaui fueron los ingredientes de unas
horas en las que me enseñó de periodismo, lucha, dignidad y valor a partes
iguales. Fue el único de los saharauis que cubrieron aquella tarde la
manifestación que aceptó que le acompañase. Su único temor era ser visto y
mandar al silencio informativo aquella demostración de lucha pacífica.
España desde ayer, y durante dos años,
ocupa asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, seguro que se pondrá manos
a la obra para evitar estas situaciones y exigir a Marruecos aclarar y
responsabilizarse de tanto atropello de derechos humanos…
Sirva como metáfora mi primera foto del
2015. Una instantánea de rodillas y escondido, como el pueblo saharaui se niega
a estar. Una foto que va por él, por el periodismo libre, pero, especialmente,
por el pueblo saharaui y los presos políticos que pagan las consecuencias de no
querer arrodillarse ante un imperio que masacra y cuenta con la colaboración de
la comunidad internacional.
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