La aprobación de la Resolución
2099 por el Consejo de Seguridad de la ONU, el 25 de abril, renovando por un
año más el mandato de la Minurso, y ello tras días de debate sobre si esta vez
se iba a lograr lo que no se pudo en 2012 –incluir la protección de los
derechos humanos entre los cometidos de los cascos azules– puede y debe
provocar frustración y desaliento, porque tal objetivo no queda recogido en el
texto.
La Realpolitik se ha acabado
imponiendo de nuevo, y el impulso desde algunos sectores estadounidenses en pro
de la susodicha inclusión ha sido frenado; pero tal impulso, y la necesidad de
que, hasta última hora, algunas diplomacias de peso, con la francesa a la
cabeza, hayan tenido que emplearse a fondo es un buen indicador de que las
cosas están cambiando. Ahora hay más juego que antes, la rutina ya es historia,
y todo permite prever que de aquí a 2014 las cosas seguirán moviéndose.
También es buen indicador del
proceso de cambio el hecho de que El Aaiún esté siendo escenario ininterrumpido
de disturbios desde hace cuatro días. La misma ciudad que vio nacer el
movimiento que, por su envergadura, hemos de considerar pionero de las revueltas
árabes –la concentración, de entre 15.000 y 20.000, personas en el campamento
de protesta de Gdeim Izik, entre octubre y noviembre de 2010– es hoy escenario
de contestación a las autoridades marroquíes. Las manifestaciones se iniciaron
al día siguiente de aprobarse la 2099, como muestra inmediata de la frustración
generada tras unas semanas en las que las negociaciones habían creado
expectativas por doquier. Es además significativo que no sólo la capital sino
otras poblaciones importantes del territorio sean escenario de movilizaciones, desde
Smara hasta Bojador. Hay cobertura mediática de las mismas, y hasta el
Ministerio francés de Asuntos Exteriores ha insistido en la necesidad de que
Marruecos proteja el derecho de los saharauis a manifestarse libremente. Incluso
Francia, que ha liderado en el Consejo de Seguridad de la ONU el esfuerzo
diplomático para frenar la iniciativa estadounidense de incluir los derechos
humanos en el nuevo mandato de la Minurso, tiene que apoyar ahora, con una
declaración, el respeto de los mismos.
Las aguas tendrán que volver
ahora a su cauce en lo que a las relaciones entre Marruecos y EEUU respecta
–Rabat mostró su irritación con Washington, y no sólo en términos declaratorios,
pues llegó incluso a anular unas maniobras combinadas con fuerzas estadounidenses,
las African Lion 2013–, pero lo que sí ha quedado claro con esta corta pero
intensa crisis es que Marruecos afronta y afrontará cada vez más dificultades
dentro y fuera del territorio ocupado.
© GEES, Grupo
de Estudios Estratégicos.