Jadiyetu El Mohtar. Representante de la
Unión Nacional de Mujeres Saharauis en la Delegación Nacional de España en
Madrid.
Los saharauis se preguntan: “La Minurso,
¿para qué?”, si no es capaz de protegerles de los abusos y de las prácticas
represivas que se ejercen contra ellos desde hace décadas. Luces y taquígrafos
se pusieron aparentemente cuando los Estados Unidos de América hicieron el
amago de presentar su propuesta para la ampliación del mandato de la Minurso,
para que vigile la protección de los derechos humanos en el Sahara ocupado por
Marruecos. Marruecos ejerce represión en el Sahara, un territorio no autónomo y
pendiente de descolonización desde que un fatídico 14 de noviembre España
materializara su dejación de responsabilidades para con su excolonia, a través
de la firma con Marruecos y Mauritania de los vergonzosos Acuerdos Tripartitos
de Madrid. A partir de entonces comenzaron las violaciones de derechos humanos
y, más aún, el intento de exterminio contra el pequeño y pacífico pueblo
saharaui cuyo delito es ser dueño de un territorio rico en recursos naturales.
Familias enteras fueron encarceladas y
torturadas, y muchos de sus miembros siguen hoy en día engrosando las listas de
los más de 550 desaparecidos; otros ya han sido identificados en las fosas
comunes descubiertas recientemente en Mheriz. Desde entonces, la represión no
ha cesado ni un minuto y son ya casi 40 años los que lleva el pueblo saharaui
reclamado su derecho a la autodeterminación, que reconocen cientos de
resoluciones de la ONU.
Tras el alto el fuego decretado el 6 de
septiembre de 1991, la población saharaui alimenta esperanzas ante una
inminente solución política al conflicto a través de un referendo como
mecanismo democrático de libre expresión, que Marruecos niega y por el cual se
constituyó la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el
Sahara Occidental).
La misión se desplegó por todo el Sahara
ocupado y en los territorios liberados, desarrollando una intensa labor de
identificación del censo electoral, supervisando la liberación de los
prisioneros militares marroquíes en manos del Frente Polisario y supervisando
el programa de intercambio de visitas de las familias saharauis a ambos lados
del muro de la vergüenza.
Tras 22 años de presencia de la Minurso
sobre el terreno, el muro sigue en pie, más reforzado si cabe. Los votantes
siguen ansiando ver las urnas y la represión que se ejerce sobre los saharauis
se intensifica día tras día, porque están siendo literalmente machacados a
palos ante la presencia de los cascos azules.
Ante la indignación que provoca la
impunidad del agresor y el silencio de la comunidad internacional, los mismos
saharauis que bajo la represión sangran a diario han optado por hacer un
llamamiento al mundo y a la ONU, lanzando una campaña internacional, exigiendo
la ampliación del mandato de la Minurso para dotarla de competencias para
vigilar y proteger los derechos humanos en el Sahara Occidental. Para hacer
visible su campaña ante el bloqueo que impone Marruecos sobre el territorio han
optado por llevar a cabo manifestaciones multitudinarias los días 15 de cada
mes hasta la fecha prevista para la renovación del mandato de la Minurso,
previsto para el 15 de abril de este mismo año.
Es fundamental y urgente la aprobación de
esta medida para frenar la represión desencadenada de forma brutal y descarada
por las fuerzas de ocupación, especialmente contra jóvenes y mujeres por ser el
baluarte de la resistencia no violenta frente al acoso, la intimidación, las
violaciones físicas y sus consecuencias psicológicas, por no citar las
detenciones, torturas, desapariciones forzosas de las que son víctimas
diariamente en sus barrios y en sus propias casas.
La imagen de Lhadra Aram, apaleada hasta la
extenuación, tirada en el suelo, viendo cómo sus enseres y su casa eran
quemados, mientras a todos se nos encogía el alma al ver que aún le quedaba
valor para denunciar ante las cámaras (con su hijo mamando de su pecho
ensangrentado) la barbarie que había sufrido y su voluntad de no rendirse ante
la injusticia, hace necesaria la intervención de la ONU.
La ONU debe ordenar de inmediato la
vigilancia de los derechos humanos en el Sahara para evitar que siga el sufrimiento
que padecen los y las saharauis que resisten de manera pacífica las descargas
brutales de la policía y del ejército marroquíes cada vez que salen a la calle.
De lo contrario, la escalada puede desembocar en consecuencias imprevisibles.
Si el mandato no contempla la proyección de
los derechos humanos, a todos los saharauis y a aquellos que apoyan su justa
lucha no les quedará más respuesta a la pregunta “La Minurso, ¿para qué?”
que... “solo para tomar té”.
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