*Fuente: ARAINFO REDACCIÓN el 3 abril, 2015
Una madre que llora. Una familia que
muestra su dolor. Todo un pueblo que siente la pérdida de un hijo. El 8 de
febrero del 2015 murió el joven saharaui de 21 años Mohamed Lamine Haidala. Los
colonos, la policía y los médicos lo mataron. Marruecos lo mató.
La vida en el Sáhara Occidental no es nada
fácil y convivir cada día con los colonos que te han robado tu tierra y tu
libertad puede ser la expresión más visual de la ocupación. Lamine era un joven
comprometido. Un activista que tenía muy claro que nunca se iría del Sáhara,
porque esta es su tierra y a la lucha por su liberación debía su vida. El 31 de
enero de 2015, cinco colonos que viven en frente de su casa y con los que tenía
discusiones continuas le insultaron por ser saharaui. Él lo tenía claro, no se
dejaría insultar en su propia tierra y les contestó. Le rodearon, le pegaron
una paliza, le dejaron inconsciente con una piedra y cuando estaba en el suelo
le clavaron unas tijeras en el cuello.
Mal herido en el suelo apareció la policía
marroquí, que lejos de atender a Lamine y arrestar a los agresores, propuso a
los colonos que denunciaran al joven saharaui, para así llevárselo a comisaría.
La familia de Mohamed Lamine que se encontraba en el lugar, se negó a ello y
exigió que viniera una ambulancia y lo llevaran al hospital. Allí, simplemente
le cerraron la herida del cuello y la policía se lo llevó a comisaría donde le
torturaron sin descanso. Durante esa noche tuvo que ir cuatro veces al hospital
pero solo le pusieron una inyección para el dolor y lo devolvieron a la
policía.
Un día después, sale en libertad
condicional a la espera de juicio. Cuando su familia observa su estado deciden
llevarlo de nuevo al hospital pero se encuentran con el mismo médico que le
atendió con la policía la noche anterior. Les dice que no es grave y que pueden
volver a casa. La familia se niega, conscientes de la gravedad del estado de
salud de Lamine. Al día siguiente lo llevan al hospital Hassan II y una médica
se asusta de su estado grave, les dice que deberían llevarlo a Agadir aunque es
posible que no aguante el camino.
Al final consiguen llegar. Le operan
durante dos horas, pero ya es demasiado tarde. La madrugada del 8 de febrero
muere. La familia se niega a llevarse el cadáver hasta que no se realice una
autopsia y se condene a todos los culpables: la policía que le torturó durante
48 horas estando herido, los médicos que le atendieron y los tres colonos que
nunca fueron juzgados. Marruecos, en lo que parece ya una práctica habitual,
entierra su cuerpo sin comunicárselo a la familia.
El caso de Lamine es el paradigma de la
violación sistemática de los derechos humanos que tiene lugar en el día a día
del Sáhara Occidental. Tortura policial, negligencias médicas hacia la
población saharaui y complicidad de las autoridades marroquís con los colonos
que actúan con impunidad.
A día de hoy, la policía acosa a la familia
de Lamine. Tres furgones rodean su casa constantemente. La madre no puede
dormir. Su hermano ha sido amenazado y tiene miedo de ser atacado. Su familia necesita
justicia. Hoy les ha tocado a ellas pero esto puede volver a ocurrir en
cualquier momento y a cualquier saharaui mientras continúe la ocupación
marroquí.
Rabia. Dolor. Injusticia. Salimos de su
casa ante la vigilancia policial, pero no tenemos miedo. Ahora hemos adquirido
un compromiso. Difundir esta historia y guardar un espacio para el recuerdo del
joven Lamine el día 8 de cada mes.
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