La colaboración del Instituto Hegoa y de la
Sociedad de Ciencias Aranzadi permite sacar adelante el proyecto ‘El Oasis de
la Memoria', basado en casos de víctimas de bombardeos de población civil,
desaparición forzada, tortura y violencia sexual cometidos por Marruecos en el
Sahara Occidental.
"El trabajo de documentación de
violaciones de derechos humanos constituye una forma de ayudar a convertir el
sufrimiento de la gente en un espacio de reconocimiento y de denuncia para la
prevención. Pero la investigación de los casos tiene que ir de la mano también
del acompañamiento a las víctimas”. Carlos Martín Beristain, médico, psicólogo
y profesor en el Máster en Desarrollo y Cooperación Internacional de la
Universidad del País Vasco (UPV), ha formado parte del proyecto ‘El Oasis de la
Memoria', basado en 261 casos de víctimas de bombardeos de población civil,
desaparición forzada, tortura y violencia sexual en el Sáhara. Se trata de la
primera investigación amplia que documenta un número significativo de casos,
ocurridos entre 1975 y 2010.
“Da una idea de por qué un enfoque de derechos humanos es clave para
buscar una salida política al conflicto. No se trata solo de documentar con
rigor, sino de convertir la investigación en propuestas de acción que ayuden a
ver el conflicto desde otra perspectiva”, explica Carlos Martín
Beristain.
En el caso del Sáhara, el trabajo de
documentar los casos de violaciones graves de derechos humanos y escuchar a las
víctimas saharauis comenzó hace cinco
años, con un proyecto de investigación apoyado por algunas instituciones
públicas vascas. Desde hace muchos años, el saharaui es un pueblo partido en
tres: el de los campamentos de Tinduf en el exilio de Argelia, el del Sáhara
Occidental ocupado por Marruecos, y el del éxodo a otros países en Europa para
buscar otras oportunidades de vida.
“El problema central en el caso del
conflicto del Sáhara es el olvido. Y la investigación de memoria histórica y
violaciones de derechos humanos actuales es una herramienta para visibilizar lo
que no quiere verse, o lo que sistemáticamente es negado o utilizado
políticamente. También es difícil acceder a las víctimas en contextos precarios
y, en algún caso, peligrosos”, comenta Beristain.
Como parte de ese trabajo, en 2013 un
equipo de Hegoa, Instituto de Investigación sobre Desarrollo y Cooperación
Internacional de la UPV, y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, coordinado
conjuntamente con el forense Francisco Etxeberria y con la ayuda de la asociación de familiares de
desaparecidos AFAPREDESA, descubrió dos fosas comunes, con los primeros ocho
desaparecidos identificados de la historia del conflicto saharaui, “Dos de
ellos eran niños de 14 años, con disparos típicos de ejecuciones
extrajudiciales. Sobre ese trabajo publicamos un informe, ‘Meheris: la
esperanza posible', con todo el proceso documentado y las identificaciones
llevadas a cabo por el laboratorio Biomics de la UPV. Las fosas son hechos
irrefutables. Los muertos hablan de lo que les pasó, si hay alguien que sabe
escucharlos”.
Y lo que mostraron esos muertos es que la
información dada por Marruecos sobre esos desaparecidos “no era cierta. “En
2010, [Marruecos] dijo que fueron
llevados a un cuartel, donde habrían fallecido, y de uno de ellos que había
muerto en un enfrentamiento con el Polisario. Esas pruebas y los familiares
todavía esperan una respuesta de las autoridades de Marruecos”, apunta en una
colaboración en la revista Campusa, editada por la UPV.
LOS VUELOS DE LA MUERTE
En otra investigación, los ‘otros vuelos de la muerte’, se analizó
casos de heridos con secuelas físicas, incluyendo sus historias clínicas, que demuestran los
impactos. “Las heridas en el cuerpo son también las marcas de la memoria de los
bombardeos, nunca investigados ni admitidos por Marruecos. Estos son ejemplos de cómo el trabajo científico
puede ayudar a documentar casos de violaciones de derechos humanos, pero
también esclarecer conflictos.
Las condiciones para el trabajo de las
organizaciones de víctimas y de derechos humanos son muy precarias en el
Sáhara. “Por eso es muy importante que la memoria ayude no solo a documentar lo
vivido sino a su fortalecimiento. Cuando empezamos
a tomar testimonios, algunas víctimas nos dijeron: ¿va a servir para algo?
Hablar duele, pero también puede tener el profundo sentido de hacer algo
positivo con ese sufrimiento”.
En este caso, esas investigaciones fueron
consideradas como pruebas determinantes por el juzgado de la Audiencia Nacional
en Madrid para acusar a 12 altos cargos militares o civiles del régimen
marroquí de ser responsables de crímenes contra los derechos humanos. Es la
primera reacción de la justicia española, frente a víctimas saharauis que en
1975-76 eran ciudadanos españoles.
El forense Paco Etxeberria se ha referido
al carácter "de oficialidad" que dio el juez de la Audiencia Nacional
Pablo Ruz cuando procesó a una decena de altos cargos, militares y policías
marroquíes por delitos de genocidio en
el Sahara, entre 1975 y 1992, utilizando como pruebas los hallazgos de restos
humanos en fosas de este grupo investigador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario