En el adiós de Baba Mustafa Sayed
recuperamos su intervención en las III Jornadas de las universidades públicas
madrileñas sobre el Sahara Occidental. Baba Mustafa, entonces Director del
Centro Saharaui de Estudios Estratégicos, participó en la mesa Derechos Humanos
en el Sahara Occidental.
Su intervención tenía lugar el miércoles 27
de mayo de 2009, en la Sesión II: “Otros actores, nuevos escenarios
internacionales del Sahara Occidental”. En la mesa participaron junto a Baba
Sayed, Marko Antonio Cortés Mendoza, Senador mexicano; Inés Miranda, Abogada; Hmad
Hamad, activista saharaui de derechos humanos. Modera: Alfonso Ruiz Miguel,
Catedrático, UAM.
Baba Sayed habló entonces sobre las
relaciones Europa-Marruecos en las que “bajo un barniz de país muy cercano a
Europa se encuentra un régimen arcaico que tiene gran capacidad para conseguir
la indulgencia del mundo”. El objetivo de las autoridades marroquíes durante
todo este tiempo ha sido luchar contra el tiempo para hacer desaparecer a gran
parte del pueblo saharaui, “con una política de tierra quemada, con asesinatos,
desapariciones, encarcelamientos y persecución”. Pero los saharauis “se han
enfrentado en condiciones inhumanas con enorme esperanza a su objetivo último”,
la consecución de su libertad. Por último Baba Sayed abogó por la creación de
un organismo internacional que coordine los esfuerzos desplegados y que
multiplique la presión internacional, haciéndola sentir a las autoridades
marroquíes.
BABA SAYED, intervención completa. Del
libro MEMORIA Y TIEMPO PRESENTE DEL SAHARA OCCIDENTAL
Quisiera agradecer primero a los
organizadores de estas jornadas, tanto del lado saharaui como del lado español.
También quisiera expresar mi gratitud a los representantes de los movimientos
de solidaridad y de la sociedad civil en España, agradecer a los personajes
académicos que vienen de varios lugares y países, esencialmente y
fundamentalmente para manifestar su solidaridad con el pueblo saharaui y que
testimonian esta solidaridad por su presencia aquí y por haber recorrido miles
de kilómetros. Quisiera rendir un homenaje especial a un prohombre que se llama
Francisco Bastagli, uno de los numerosos representantes de las Naciones Unidas
que nos dio la esperanza, una esperanza que sigue viva, de que todos los
funcionarios de las Naciones Unidas no trabajan de la misma manera y no son los
mismos. Ciertos representantes quedan fascinados por los encantos de Marruecos
y están sometidos a su presión. Sin embargo, otros dan mucha importancia al
derecho, a la legalidad, a la justicia. Entonces, Francisco Bastagli se merece
la expresión de nuestra gratitud por haber compartido esta idea, esta gran
idea, que todos tenemos de la justicia y del derecho.
Quisiera rendir un homenaje especial, vibrante
y fuerte a todos estos valientes hombres y mujeres, niños de cualquier edad,
que, con sus brazos desnudos, son los testigos de la voluntad inquebrantable de
un pueblo entero frente a la máquina increíble de la ocupación marroquí que
quiere imponerles el silencio y obligarles a no moverse, y que cada día gritan,
plantan banderas, dicen cuánto les agobia la presencia marroquí, testimonian
frente a la opinión internacional esta determinación, esta resolución histórica
de un pueblo entero para avanzar cueste lo que cueste y seguir en el buen
camino que trazó el día 20 de mayo de 1973, para obtener su independencia o
morir colectivamente con la esperanza de obtenerla. También agradecer a todos
estos militantes valientes de los derechos humanos que se merecen nuestra
gratitud, porque gracias a ellos podemos ver al hombre y a la mujer saharauis
erguirse frente a la máquina infernal marroquí y decir, en el silencio casi
total del mundo entero, que el pueblo saharaui continúa su marcha triunfal
hacia su libertad y su independencia. Finalmente quisiera también, a través de
la abogada, agradecer a estos hombres y estas mujeres que no sabían mucho, a
priori, sobre la cuestión saharaui, que quizás no conocían el Sahara
Occidental, pero que, impulsados por una voluntad de agitar la bandera de la
justicia y de defenderla, vienen a apoyar antes sus torturadores a estos
saharauis, debilitados, y que sin voluntad no podían vivir. Por todo esto,
estoy encantado de estar al lado de la abogada y a través de ella deseo también
hablar de todos los abogados que, arriesgando la vida, su tranquilidad y
sacrificando su tiempo, no dudan en declarar a menudo que la opinión
internacional, aunque ciertos gobiernos se callen, que la opinión pública
española y otras opiniones públicas siguen del lado de los derechos y de la
justicia.
Les confieso que me encuentro en una
situación complicada porque el senador mexicano y también la abogada me minaron
el terreno, porque mencionaron ya la mayor parte de lo que iba a decir. Por
eso, durante esta intervención rápida, sólo insistiré en algunos puntos que me
parecen fundamentales. El objetivo es aclarar un poco, porque creo que hay que
pararse en algunos aspectos de este conflicto para entender otras cosas que a
veces no entendemos muy bien. Hay un libro, que es el testimonio de un
marroquí, director de un gran periódico por cierto, el único periódico
independiente de Marruecos. Este hombre acaba de escribir un libro titulado, “Mohamed
VI: le grand malentendu” (Mohamed VI, el gran malentendido) y he sacado una cita
que me parecía ilustrar la realidad de estas relaciones, que calificaría de casi
incestuosas, entre Europa y este régimen feudal que representa Marruecos. Decía
Ali Amar: “Bajo el barniz aparente de un país, Marruecos, tan cerca de Europa,
un paraíso de exotismo para expatriarse e irse de vacaciones, se esconde en
realidad un régimen arcaico, encerrado en la ceremonia y el fasto, un régimen
que desde la entronización de Mohamed VI en 1999, cuidó su apariencia pero
preservó su naturaleza feudal profunda con esta capacidad extraordinaria de
obtener la indulgencia del mundo”. Y presenciamos esta indulgencia ahora. Para
los y las que asistieron a estas jornadas desde el principio, creo que se han
dado cuenta de que el pueblo saharaui tiene verdaderamente el derecho a
disponer de un territorio, no solamente porque lo heredó de sus antepasados, sino
también porque este derecho le ha sido otorgado por la comunidad internacional,
a veces sin que esté presente. Con el testimonio particularmente conmovedor de
la abogada, ustedes se han dado cuenta de cuántas personas están asesinadas
bajo la losa del silencio, a algunos kilómetros de Europa. Porque el Sahara se
encuentra, por ejemplo, a algunos minutos, en línea recta, de las Islas
Canarias. Y a esta indulgencia, yo diría impunidad, de la cual goza este
régimen marroquí que nos indigna todos, no encontramos ninguna explicación ni
tampoco justificación.
Mi intervención rápida se centrará en tres
puntos. Quiero deciros que el objetivo establecido por las autoridades
marroquíes desde el principio de la invasión militar ha sido correr una carrera
contra el tiempo para imponer el silencio y hasta la desaparición, incluso
física, de todos los que contestarían o que tendrían el coraje de contestar sus
puntos de vista. Pero frente a esta máquina infernal de represión, de opresión
en silencio, y a veces con la complicidad del mundo entero, el pueblo saharaui
opuso en condiciones inhumanas, inimaginables, una resistencia fomentada por
esta esperanza que sigue alimentando su marcha hacia la victoria. Y esta
resistencia la adoptaron finalmente las organizaciones internacionales más importantes,
quizás, a pesar de ellas mismas. Por fin, quiero hablar rápidamente de ciertas
recomendaciones y propuestas que me parecen eminentemente importantes para
ayudarnos a levantar esta losa de silencio impuesta en el Sahara Occidental y
al pueblo saharaui casi desde 1975. Entonces, en el marco de esta carrera
contra el tiempo, Marruecos empleó, por supuesto, una política llamada “de
tierra quemada” con bombardeos sistemáticos de las ciudades y de los pueblos,
destrucción de los medios de subsistencia, contaminación de los pozos, pero
también eliminación del ganado. Y la dictadura, como decía también Ali Amar
porque para mí este libro es una referencia muy importante para los y las que
querrían conocer Marruecos y los meandros de su régimen la dictadura de hierro
en Marruecos en el contexto favorable de la Guerra Fría intentó eliminar
cualquier forma de oposición durante un período tumultuoso de más de treinta
años. Y no hablamos de los asesinatos, las desapariciones forzadas, los encarcelamientos
en cárceles secretas y en condiciones insalubres e inhumanas. Pueden imaginar
el pudor saharaui; los que conocen el Sahara Occidental pueden imaginar esta
tortura psicológica, esta agresión física que constituye el hecho de
encontrarse uno al lado de su padre, de su madre y de sus niños en un calabozo
de unos centímetros cuadrados durante diez años, a veces hasta quince años.
Marruecos también es esto. Kelaat M’gouna es una de las cárceles secretas donde
decenas de saharauis fueron enviados. Derb Moulay Cherif es también una de las
cárceles secretas, así como Agdz. Desde 1975, estas detenciones, estas
desapariciones no han parado nunca. Driss Basri, el ministro del Interior de
Marruecos, por supuesto con el aparato policial entero, sólo tomaba en
consideración un peligro, y es el peligro que representa el pueblo saharaui y
su lucha para la independencia. Después de dos golpes de estado, Hassan II se
dio cuenta de que la única posibilidad de eliminar este ejército que representa
la verdadera amenaza para el cambio de monarquía era que desapareciera, y el
calabozo para alejarlo de los palacios reales era el Sahara Occidental.
No quiero insistir en este conteo lúgubre
del número de prisioneros saharauis, los que desaparecieron durante años, los
que reaparecieron diez años o quince años después, o los que desaparecieron
definitivamente y su muerte ha sido averiguada o en los quinientos que
desaparecieron pero cuyas familias no consiguen hasta ahora aceptar que
murieron porque subsiste la esperanza, aún tenue, de que volverán a verlos; y
esto es una situación tan inaguantable y difícil de soportar. Querría sólo,
sobre este período, subrayar el testimonio de un responsable marroquí, que
sigue siendo responsable. Se trata del presidente de este Consejo de Consulta
instaurado por el rey y se llama Khalihenna Ould Errachid. Sigue en el puesto,
es una de las personalidades más importantes en Marruecos hasta ahora, y es lo
que decía: hay algunas personas, se trata de tres o cuatro oficiales del
ejército, que cometieron lo que se puede calificar de “crímenes de guerra”
contra prisioneros fuera del marco de la guerra. Y muchos de estos civiles
fueron lanzados desde helicópteros o enterrados vivos sólo porque eran
saharauis. Era el único crimen que cometieron. Él, que rompió un tabú cuando
afirmó que varios representantes marroquíes cometieron serias violaciones de
guerra en el Sahara Occidental, no es un responsable conocido del Polisario y
tampoco un militante independentista. Él, que acusa a altos responsables del
ejército alauita, es Khalihenna Ould Errachid, el actual presidente del Corcas
(Consejo Real Consultivo para los Asuntos del Sahara). Khalihenna Ould Errachid
no ha hecho estas declaraciones públicamente, sino que las ha hecho a puerta
cerrada, en el marco de sesiones de la Instancia Equidad y Reconciliación, un
organismo creado por el rey de Marruecos para sacar a la luz las violaciones de
derechos humanos cometidas bajo el reinado de Hassan II. Su testimonio, grabado
y transcrito en el 2005 no debía ser publicado, pero un periódico de
Casablanca, Al Jarida Al Oula, decidió publicarlo integralmente y anunciar al
mismo tiempo que poseía otras grabaciones similares de personalidades
marroquíes de alto rango que testimoniaron ante la instancia mencionada. Por
supuesto, como lo saben todos, estas acusaciones también llevaron a muchas
familias saharauis a presentar una demanda ante el juez español Baltasar
Garzón, que decidió preguntar a las autoridades judiciales marroquíes si estos
hechos fueron investigados, o si llevaron a tramitaciones penales en contra de
las personas denunciadas, pero todavía no ha tenido ninguna respuesta.
Asimismo, durante los últimos días hemos escuchado testimonios y atestaciones
que no dejan ninguna duda sobre la incapacidad y la impotencia inaceptables de
las Naciones Unidas frente a estas responsabilidades históricas, estas
responsabilidades que tiene con el pueblo saharaui desde el año 1990 cuando
aceptó organizar el referéndum de autodeterminación. Pero esta incapacidad,
esta impotencia de las Naciones Unidas, muchos saharauis no las aceptaron. Las
rechazaron, no las entendieron y, por eso, desde el 2005 jóvenes saharauis,
mujeres y hombres saharauis de cualquier edad siguen manifestando, con los
pocos medios que poseen, su rechazo a la ocupación marroquí y la necesidad de
ver a las Naciones Unidas asumir totalmente la misión que sería defender la
legalidad y la justicia en el Sahara Occidental.
Vamos a dar unos elementos para explicar la
intifada, este levantamiento continuo, permanente, que empezó en el 2005 y que
se mantiene hasta ahora en el contexto de una máquina marroquí que se fortalece
cada vez más y de un territorio sometido a un bloqueo casi internacional,
porque son pocos los organismos u organizaciones que recibieron una autorización
de las autoridades marroquíes para investigar esta realidad en el terreno.
Entonces, básicamente este levantamiento se produjo porque las resoluciones de
las Naciones Unidas no fueron aplicadas, y particularmente la ejecución a la
cual se comprometieron las Naciones Unidas del Plan de Paz que debía permitir
al pueblo saharaui elegir entre la independencia y la integración marroquí.
También cabe mencionar este saqueo continuo, indignante de los recursos
naturales saharauis delante de todos, mientras que las Naciones Unidas
consideran el Sahara Occidental como un territorio no autónomo, es decir, un
territorio todavía no descolonizado. Y también esta voluntad casi arrogante del
ocupante de no respetar el compromiso tomado en el marco no sólo de las
Naciones Unidas, sino también de otras instituciones. Podemos añadir también el
mencionado por la abogada y el senador mexicano, y que permite a Marruecos
“trabajar” en la serenidad, por así decirlo. No hablé mucho de este informe de
las Naciones Unidas porque sigue siendo secreto. Las Naciones Unidas decidieron
enviar una misión de investigación al Sahara Occidental, a los campamientos de
refugiados, para informar sobre la realidad de las violaciones de los derechos
humanos en el Sahara Occidental. Y lo que podemos ver es que las Naciones
Unidas tuvieron que guardar secreto lo que han visto, lo que han sabido, lo que
han constatado, porque Marruecos, así como sus compañeros en el Consejo de
Seguridad, no quieren que nadie sepa, que nadie se entere de este asesinato
colectivo en las zonas ocupadas. Entonces no voy a hablar de esto, no es el
único informe. Amnistía Internacional también hizo informes muy largos, Human
Rights Watch también, el Parlamento Europeo últimamente también realizó
informes. Cabe decir que estos informes no tuvieron hasta ahora consecuencias
efectivas porque Marruecos sigue aprovechándose de las zonas ocupadas y
haciendo con éstas lo que le da la gana.
Quisiera insistir en algunos puntos antes
de acabar con esta intervención. El respeto de los derechos humanos en el
Sahara Occidental depende fundamentalmente, esencialmente, del derecho a la
autodeterminación y a la independencia del pueblo saharaui. Y la comisión de
las Naciones Unidas desplegada en la zona llegó a esta conclusión. Por
consiguiente, el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación es casi el
derecho fundamental a partir del cual pueden o no ser respetados los otros
derechos. Por eso hay una necesidad imperativa de obtener de las Naciones
Unidas la publicación oficial de los informes del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos para que se sepa lo que pasa realmente en el Sahara
Occidental. Otra propuesta sería fundamental crear una instancia internacional
que permita coordinar y combinar los esfuerzos de las principales
organizaciones de derechos humanos que quieran proteger las poblaciones civiles
saharauis en las zonas ocupadas. Por último, es necesario aumentar y reforzar
la presión internacional sobre las autoridades marroquíes para que respeten la
legalidad internacional y los derechos en el Sahara Occidental. Y, en este
caso, sugiero que el método de presión empleado sea la manifestación, lo que
por cierto hacen muy bien y con mucha valentía los representantes de la
sociedad civil en España, a pesar de la barrera de incomprensión a la cual se
enfrentan cuando se trata de que las autoridades oficiales entiendan el mensaje.
También quiero mencionar la necesidad de aumentar y de favorecer las visitas de
representantes de la sociedad civil en el territorio, porque ustedes no se
imaginan el alivio de los saharauis que se encuentran casi asaltados por todas
partes por las fuerzas de seguridad marroquíes cuando ven a un extranjero,
sobre todo a un extranjero, que ha venido para ayudarles o constatar su estado,
cuánto ánimo les da, cuánta esperanza de que hay gente a su lado. Y esto es
esencial.
Quisiera formular mi conclusión así: creo
que a pesar de las dificultades que no se pueden ignorar, creo que hoy, tras treinta
años, ha nacido la esperanza. Es verdad que no se vencieron ni se superaron
todas las dificultades, pero creo que la esperanza también nació cuando
Marruecos no pudo imponer la solución militar. Y ahora todo el mundo está de
acuerdo para decir que la única solución para este problema sólo podría ser
política y preservar el derecho de los pueblos saharauis a elegir libremente su
destino. Pienso que este punto es fundamental, y si además añadimos las
dificultades a las cuales se enfrenta Marruecos a cualquier nivel, sabemos que
estamos realmente en el buen camino y que hay que seguir avanzando, porque
queda poco.
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