*Fuente: Faro de Vigo. Fito Álvarez Tombo. Ponteareas
02.12.2018
Los eurodiputados Patricia Lalonde
(Francia), Ramona Nicole Manescu (Rumanía), Frédérique Ries (Bélgica) y Gilles
Pargneaux (Francia) forman parte del consejo de administración de la Fundación
EuroMedA, una fundación con lazos directos con el liderazgo marroquí. Hasta
aquí cualquiera podría pensar que esto entra dentro de las posibles actividades
de cualquier persona dedicada a la política internacional.
El problema viene cuando dichos
eurodiputados participaron directamente en el proceso de aprobación
parlamentaria en curso del Acuerdo de Liberación del Comercio UE-Marruecos con
el Sáhara Occidental y el Acuerdo de Asociación UE-Marruecos, y por su
pertenencia a la citada fundación han estado muy activos en la defensa de los
intereses marroquíes, sin haber informado al Parlamento sobre sus conflictos de
intereses, suponiendo esto una grave infracción del artículo 4.2. d) del código
de conducta.
La actividad de estos diputados levanta
demasiadas dudas sobre su neutralidad y ofrece muy pocas dudas a la hora de
defender los intereses de Marruecos en lo que respecta a los acuerdos y
alianzas con este país y el incumplimiento de las sentencias emitidas por el
Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la no inclusión del Sáhara
Occidental y sus productos y recursos.
Un escándalo este que deja muy claro hasta
dónde está dispuesto a llegar Marruecos para intentar legalizar la ilegal y
cruel ocupación de Sáhara Occidental y el expolio de sus números y ricos
recursos naturales.
Al gobierno marroquí no le tiembla la mano
a la hora de gastarse millones de euros en su lobbies repartidos por todo el
mundo a pesar de ser un país en vías de desarrollo, pobre y atrasado en muchos
aspectos, donde los bajos salarios, el desempleo y el analfabetismo profundizan
la desigualdad. Un país donde se violan los derechos humanos de una manera
sistemática y donde los presos políticos son torturados y acusados con testimonios
obtenidos bajo tortura, tal y como denuncian diferentes organizaciones
internacionales.
La institución europea debería cortar de
raíz estas maniobras que provocan desconfianza y ensucian su imagen dejando en
entredicho los principios de transparencia, igualdad y ética por la que se debe
regir.
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