*Fuente: DIARIO EL MINUTO. 07/01/2019
El año 2018 ha concluido con la apertura
los días 5 y 6 de diciembre del reinicio del proceso de negociación respecto al
futuro del Sáhara Occidental.
Por: el Profesor Roberto Barral Blanco, Miembro
de Western Sáhara Human Rights Watch y del Centro de Estudios sobre el Sáhara
Occidental de la Universidad de Santiago de Compostela. Galicia (España).
Muchas son las preguntas que se plantean
ante el desarrollo de estas negociaciones. Más allá de declaraciones de
intenciones, de momento, sólo se ha realizado una reunión de tanteo, y se ha
convocado una nueva reunión para el primer trimestre del año 2019.
Conviene, no obstante, analizar cual son
los verdaderos obstáculos que entorpecen un proceso que lleva más de 27 años
paralizado.
Desde algunas fuentes de la prensa
internacional, de evidente enfoque promarroquí, parecen partir de la base de
que es necesario propiciar una solución al contencioso repartiendo
responsabilidades similares a las partes en el bloqueo del proceso. Este
enfoque pretende ocultar el verdadero obstáculo con el que se pueden encontrar
estas negociaciones y de los intentos anteriores por llegar una a una solución,
y que no es otra que la postura marroquí y el papel de algunas potencias como
Francia en el Consejo de Seguridad.
Lo demás, son enredos lingüísticos y una
pérdida de tiempo, que es lo que un perfecto conocedor del conflicto como el
Sr. Bolton quiere evitar.
Frente a un mandato y unos parámetros
claros sobre los que se firmó el Plan de Arreglo de 1991 que permitió
establecer la MINURSO en el territorio: un referéndum de autodeterminación con
el censo español de 1974 donde se debería votar entre independencia o
integración en Marruecos, en la actualidad se ha habla de una solución política
que provea la libre determinación pero sin concretar ni el sujeto de derecho ni
el procedimiento de cómo llevarlo a cabo, derivando unos parámetros de
negociación tremendamente genéricos de difícil concreción.
Esto puede ser un obstáculo importante ya
que el formato en sí es dificultoso, enunciados como “solución realista” o
“viable” es posible que entorpezcan más que aclaren ya que es muy difícil
determinar que es “realista” “viable” o “solución mutuamente aceptable”, y
quién está legitimado para acuñarlo, En la práctica, la mesa de negociación
puede convertirse en un diálogo de sordos y conducir a una situación de
bloqueo, porque fundamentalmente Marruecos tiende a interpretar que estos
términos se refieren exclusivamente a su posición en la que pretende enrocarse.
En este sentido, Marruecos a través de su
ministro de exteriores, Nasser Bourita, ha llegado a realizar declaraciones
esperpénticas inventándose nuevas formulaciones del derecho de
autodeterminación que están fuera de toda lógica democrática, tales como que
este derecho se estaba ejercitando a través de las inversiones que el ocupante
marroquí está realizando en el territorio, otras realizadas por la diplomacia
alauí como defender que la propuesta marroquí de “autonomía” en ningún caso
pueda ser rechazada por el veredicto de las urnas, o que desde cierta prensa
promarroquí se arguya de forma obscena, que tras cuarenta años de resistencia
para ejercer el derecho inalienable de autodeterminación respaldado por la
legalidad internacional, es “aceptable” para el Frente Polisario firmar su
autodisolución y que los saharauis de los campamentos, sin más, vuelvan para
sus casas y puedan buscar un trabajo en el territorio.
Por lo tanto, este mandato de negociación
con términos tan genéricos tiene sus peligros y puede llevar al proceso a un
punto muerto, o a una banalización de los objetivos y propósitos del proceso y
de la propia legalidad internacional.
Por lo tanto, ¿Que es necesario para llegar
a algún resultado?
En mi modesto entender, para que la
negociación pueda llegar a buen puerto debe plantearse las siguientes
preguntas:
1-¿Marruecos está dispuesto a aceptar que
en resultado final de la negociación debe contemplarse algo de lo que propongan
las otras partes y que no sea de su agrado?
2-¿Se negociará en base al fin y propósito
de la MINURSO de proveer el derecho de autodeterminación o se desviará a otros
asuntos?
3-En el supuesto de que las negociaciones
no discurran como Marruecos espera y comience a cuestionar el formato ¿El
Consejo de Seguridad respaldará el proceso?
4-Si se firma un acuerdo y luego Marruecos
se retracta ¿El Consejo de Seguridad paralizará la ejecución de lo acordado o
respaldará los acuerdos logrados por el Enviado Personal?
Estas preguntas recogen muchos de los
aspectos que han enturbiado intentos anteriores y que de no manejarse con
claridad y firmeza pueden convertirse en una pérdida de tiempo y que puede
explicar las cautelas de algunos actores.
Argelia no se ha pronunciado oficialmente
sobre el proceso, la prensa argelina desconfía de las verdaderas intenciones de
Marruecos. El Secretario de Seguridad Nacional de los EE.UU. John Bolton,
perfecto conocedor del conflicto tiene buenas razones para estar vigilante ante
la evolución del proceso. La experiencia del fracaso de los sucesivos intentos
de llevar a cabo el proceso de paz que han sucumbido ante la inflexibilidad
marroquí y la indolencia del Consejo de Seguridad.
Inicialmente, el Plan de Arreglo de 1991,
firmado por Marruecos y el Frente Polisario contemplaba un referéndum con el
censo español de 1974, al percibir que con ese censo se encaminaba a una
derrota segura, Marruecos alegó que ese censo dejaba fuera a miles de saharauis
promarroquíes que no podrían ejercer su derecho a la autodeterminación.
Tras años de bloqueo en 1997, James Baker
desbloquea la situación con los Acuerdos de Houston, pero cuando se publican
las listas provisionales en enero del 2000 Marruecos anuncia que el referéndum
es inviable presentando fuera de plazo miles de reclamaciones. El Secretario
General, Kofi Annan suspende el referéndum alegando que la resolución de las
apelaciones marroquíes podría llevar dos años y era necesario buscar una
solución intermedia que no se basara en el “todo o nada”.
En junio del 2001 se presenta en el informe
del Secretario General un proyecto de Acuerdo Marco que proponía un periodo de
autonomía limitada de cuatro años gestionada por un ejecutivo local elegido con
el censo del 2000 y un posterior referéndum donde quedaría excluida la opción
de independencia y donde podrían participar todos aquellos que tuvieran un año
de residencia en el territorio, lo cual conllevaría a un traslado masivo de
colonos marroquíes hacia el territorio. Este proyecto, apadrinado por EE.UU.y
Francia, que estaba muy alejado de ser una propuesta intermedia, ante el
rechazo del Frente Polisario y Argelia, finalmente no fue presentado en el
Consejo de Seguridad.
En febrero del 2002, Kofi Annan plantea la
división del territorio sobre la base de que en otras ocasiones Marruecos la
había sugerido, y teniendo en cuenta la partición pactada con Mauritania en
1976, pero cuando ésta es formalmente aceptada por Argelia y el Frente
Polisario Marruecos se opone frontalmente.
En el 2003 se presenta el “Plan de Paz para
la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental” Baker II que consistía
en la elección de una Asamblea saharaui con el censo del 2000 de la que
surgiría un ejecutivo que gestionaría una autonomía supervisada por Naciones
Unidas durante cinco años y finalmente habría un referéndum sobre el estatuto
final con un censo con todos aquellos residentes establecidos de buena fé en el
territorio hasta 1999. Es decir, se incluirían en el censo los colonos ya
residentes en el territorio pero no nuevos colonos.
Inicialmente Marruecos no se oponía a este
Plan, mientras que el Frente Polisario lo rechazaba, cuando éste es aceptado
por el Frente Polisario, Marruecos rechazó el Plan y este fué enterrado por la
comunidad internacional lo que provocó que James Baker tirase la toalla. En el
informe del Secretario General Kofi Annan de abril de 2004, en un tono muy
contundente hace referencia a que es imposible llegar a una solución si Consejo
de Seguridad no impone algo que no guste a una de las partes (en referencia a Marruecos).
A partir de aquí ya no se formularon
propuestas desde la Secretaría General y solamente se han establecido
negociaciones directas con la partes.
En resumen, no es descartable que Marruecos
en colaboración con algunas potencias del Consejo de Seguridad como Francia
vuelva a meter al proceso en un callejón sin salida.
¿Nuevo formato para reanudar las
negociaciones?
Un nuevo formato para una mesa de
negociaciones incorpora como observadores a Mauritania y Argelia. Su entrada
como observador, aunque no es nueva ya que ha participado con ese estatus en
planes anteriores, es considerado por Marruecos como un éxito diplomático, ya
que es un argumento recurrente de la propaganda marroquí considerar que el
Frente Polisario no es el verdadero interlocutor para una negociación sino una
especie de “marioneta” de Argelia, porque al fin y al cabo esto sería un
conflicto regional sobre una y no conflicto de descolonización
La posición de Argelia es conocida, está
ajustada al derecho internacional como un conflicto de descolonización
inconclusa y se basa en el reconocimiento del derecho de autodeterminación del
pueblo saharaui y reconoce al Frente Polisario con interlocutor único de este
derecho. Esta posición está bastante distancia de la postura marroquí y no se
tiene constancia de que Argelia pretenda suplantar al Frente Polisario.
La propuesta de marroquí de autonomía, tal
como la concibe Marruecos como opción única y como marco exclusivo no encaja
dentro del marco jurídico establecido por la ONU para los territorios no
autónomos pendientes de descolonización, ya que parte del falso principio, ya
contestado en múltiples resoluciones de la ONU y en diferentes resoluciones
judiciales, de que el Sáhara Occidental está integrado en su territorio.
Para no vulnerar el principio de
autodeterminación, tendría que presentarse como una propuesta de integración en
Marruecos en la que el pueblo saharaui podría decidir si la acepta o no.
Por otra parte, desde el punto de vista
estrictamente práctico de una mesa de negociación, el enfoque marroquí de que
el territorio ya forma parte de Marruecos y de que la única solución posible
sería ofrecer a los saharauis una autonomía dentro del “marco de la soberanía
marroquí” es totalmente contradictorio con el llamamiento a otro estado como
Argelia para formar parte de unas negociaciones sobre el estatuto final del
territorio. Lo cierto es que no se entiende muy bien que un estado negocie su
propia organización administrativa con otro estado como sería el traspaso de
competencias a una entidad regional, tales como sanidad, educación, pesca…
La cuestión fundamental es si Marruecos
busca una negociación seria de ámbito regional, pero respetando como
interlocutor al Frente Polisario y la legalidad internacional, o simplemente su
estrategia no es más que un fuego de artificio que busca culpabilizar a Argelia
de una posible falta de resultados, si ésta y Mauritania simplemente no avalan
su política de anexión del territorio ignorando el derecho de autodeterminación
del pueblo saharaui.
Es aquí donde precisamente reside la
cautela de Argelia, los últimos movimientos compulsivos hacia Argelia y
Mauritania introduciendo otros temas como la apertura de fronteras, parecen más
en la línea de desviar la cuestión central de las negociaciones, que no debe
ser otra que buscar una solución política que provea la autodeterminación del
pueblo saharaui.
Cambios poco creíbles y compulsivos en las
relaciones de Marruecos con Mauritania
Desde la independencia de Marruecos en
1956, Mauritania siempre estuvo en el punto de mira de la monarquía alauí, de
hecho desde el periodo de lucha por la independencia ha formado parte del
denominado “Gran Marruecos”.
Marruecos en sus relaciones siempre ha
tratado a Mauritania como si fuese su patio trasero. Cuando Mauritania alcanzó
la independencia en 1960, Marruecos pero no la reconoció hasta 1970, incluso
durante los años sesenta creó un ministerio de asuntos mauritanos.
En la década de los setenta, aparece una
convergencia de intereses sobre el Sáhara Occidental, repartiéndose el Sáhara
Occidental tras los Acuerdos ilegales de Madrid de 1975, como consecuencia de
este acuerdo firmaron en abril de 1976 un Tratado de Frontera Estatal por el
que Marruecos obtenía dos tercios del territorio y Mauritania el tercio sur del
territorio cuya base será la actual Dajla.
Mediante un pacto militar de 1977,
Marruecos tenía instalada tropas de apoyo tanto en el “sáhara mauritano” como en
la propia Mauritania.
En 1978 se produce un golpe de estado en
Mauritania que derroca al presidente Uld Daddach, la nueva junta militar es
partidaria de finalizar la guerra con el Frente Polisario que finalmente se
firma el Acuerdo de Argel en 1979 por el que Mauritania se retira de la parte
de territorio que tenía ocupada y reconoce al Frente Polisario,
En respuesta Marruecos invade la parte
mauritana, tras haber reconocido en la Corte Internacional de Justicia que
nunca había sido marroquí y firmado un Acuerdo estatal de fronteras en 1976.
Este acto fué denunciado por Mauritania
ante instancias internacionales como una violación de su soberanía como estado
y marcó una relación tensa entre los dos países, con un distanciamiento y
desconfianza en las relaciones bilaterales.
Marruecos en los años ochenta lleva a cabo
una política agresiva contra Mauritania, apoya movimientos de desestabilización
en Mauritania, en 1984, el presidente que reconoció la RASD, Mohamed Khuna
Haidalá es derrocado en un golpe de estado y en los años ochenta la
construcción de los muros marroquíes penetra en varias zonas dentro de las
fronteras internacionales de Mauritania.
En los últimos años, Marruecos mantuvo una
actitud de hostilidad hacia el gobierno de Mohamed Ben Abdel Aziz, apoyando y
dando asilo en su territorio a la oposición más beligerante representada por el
opositor Mohamed Uld Buamatu.
Desde que Mauritania entra en la mesa de
negociación del Enviado Personal Horst Kholer, Marruecos ha intentado “seducir”
a Mauritania, promoviendo de forma compulsiva eventos académicos, foros
económicos y firma de convenios comerciales para contrarrestar la influencia
argelina y dejando en la cuneta al líder de la oposición mauritana, actualmente
residente en Europa.
¿Podrían jugar España y la Unión Europea un
papel positivo?
Pese a ser la potencia administradora de ”iure”
del territorio, España se ha desentendido del problema priorizando sus
relaciones con Marruecos, incluso ha apoyado ciertas prácticas favorables a
Marruecos comportándose de forma deshonesta con los saharauis, contrariamente a
la postura solidaria de la sociedad civil con el pueblo saharaui.
De entrada, no parece que esta postura vaya
a cambiar y España asuma un rol positivo para garantizar el derecho de autodeterminación
de los saharauis.
Se afirma que temas como el control de los
flujos migratorios o la seguridad, pesan en las relaciones, pero cierto es que
frente a otros estados, España no le ha tomado la medida a Marruecos aceptando
una relación asimétrica basada en el chantaje permanente.
Esta asimetría se produce en diversos
ámbitos, económico, cultural o político, en los que España ha invertido muchos
esfuerzos de dudosa reciprocidad:
1- Proyectando una imagen poco real de
estabilidad y confianza para las inversiones (cuando muchas empresas se han
tenido que marchar por decisiones arbitrarias de la administración marroquí y
la indolencia del cuerpo diplomático español)
2-Invirtiendo en infraestructuras
educativas poco rentables a nivel de difusión del idioma o la cultura española
(es el país con más centros educativos españoles pero con escasa influencia
cultural y una regresión del español como idioma de referencia)
3- Defensa de acuerdos económicos de dudoso
rendimiento para los sectores económicos españoles involucrados pero de alto
valor para la política anexionista marroquí (pesca, agricultura)
4- Blanqueamiento ideológico de partidos
del Mazjén que no son homologables a fuerzas democráticas como p.ej: las
relaciones de partidos españoles y europeos con la USFP y el Istiqlal.
Dentro de esta política asimétrica cabe
destacar el reciente apoyo del gobierno español para que la Unión Europea
sufrague a una serie de propuestas de Marruecos para seguir frenando los flujos
migratorios, algunas de ellas como las prácticas en formación de estudiantes
marroquíes ha sido fuertemente aplaudida por alguna prensa española como el
editorial Marruecos acierta del periódico EL PAÍS del pasado 5 de enero,
demuestra hasta donde España está dispuesta a dejar someterse a una dinámica de
extorsión sin límites.
¡Señores del diario EL PAÍS!, un par de
apreciaciones:
En primer lugar, la propuesta de Marruecos
no es tan novedosa, ya que el programa Erasmus+ permite realizar asociaciones
de entidades educativas europeas con instituciones educativas de países
asociados como Marruecos.
En segundo lugar, en una cuestión tan
importante como la cooperación educativa mediante el fomento de intercambio de
estudiantes, prácticas de posgrado, la eliminación de prejuicios, o la
interculturalidad deberian ser producto de un Plan Integral de la Unión Europea
que englobase sin exclusiones a todos los países y pueblos de la región y no
consecuencia del chantaje de un estado para controlar los flujos migratorios.
Es lamentable que la cooperación se active como premio a la extorsión, (como
expresan las declaraciones de la Secretaria de Estado para la Migraciones,
Consuelo Rumí “que no tengan ninguna excusa para no cooperar” ).
Este tipo de política, que afecta tanto
España como la Unión Europea, permite a representantes europeos afirmar no ser
parte del problema, pero de forma obscena intervenir en la zona, como es el
caso de los acuerdos comerciales con Marruecos que pretenden ampliarse al
Sáhara Occidental y que están en contradicción con las sentencias dictadas por
el TJUE.
Tanto la UE como España en este momento no
cumplen ningún rol positivo para la resolución del conflicto, porque se empeñan
en darle herramientas a Marruecos para que siga boicoteando la
autodeterminación del pueblo saharaui.
Desde algunos medios políticos y
diplomáticos europeos (que no son de la extrema derecha), con cierto descaro se
margina soluciones democráticas acordes con la libredeterminación para ser
sustituidos por argumentos de tufo hitleriano de que la anexión del Sáhara
Occidental es “vital” para Marruecos recordando la teoría “espacio vital” que
defendía la Alemania nazi.
El lobbismo obsceno de algunos
representantes europeos constituye una muestra del deterioro moral y político
que inunda las instituciones europeas.
Conclusiones
De entrada, es positivo que se abra un
periodo de negociaciones entre las partes, pero el marco de referencia es
demasiado genérico y abstracto, conceptos como “realista”, “viable”, “vital”
“mutuamente aceptable” son muy difíciles de definir y pueden llevar a la
arbitrariedad del que los interpreta, por lo que sería necesario que se cumplan
una serie de condiciones al hilo de las preguntas iniciales:
1-No desviar las negociaciones del objetivo
de la MINURSO y su objetivo es buscar una solución política que garantice la
autoderminación del pueblo saharaui. Temas como la frontera argelina-marroquí,
el yihadismo en el Sahel… son temas interesantes que preocupan a la comunidad
internacional pero no son objeto de esta negociación, y por lo tanto no deben
interferir para vaciar de contenido el objetivo de la MINURSO.
2- Exigencia real de compromiso a
Marruecos, tanto en la negociación, como si llegasen, en la aplicación de los
acuerdos.
3-Asegurarse que las partes,
fundamentalmente Marruecos, asuman que en el resultado final de unas
negociaciones serias se contemplará algo de la propuesta de las otras partes y
que con toda probabilidad no sea de su agrado.
4- El Consejo de Seguridad no debe
desautorizar al mediador cuando haya acuerdos y compromisos permitiendo que las
partes se retracten de lo acordado.
Por lo tanto, esperemos que esta vez se
llegue a buen puerto y que se negocie de buena fe.
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