*Fuente: Hmad Hamad 22/03/2019.
Mientras me encontraba en compañía de mis
sobrinas y sobrinos preparando nuestra visita a la tumba de mi madre, nos
montamos en los coches el mío y el de mi sobrina y antes de pasar el control de
la Gendarmería de la ocupación marroquí en la ciudad ocupada de El Aaiun, nos hicieron
parar. A mí me ordenaron bajar del coche y me tuvieron una hora sin explicación
ninguna mientras los niños lloraban y pasaban calor dentro de los coches, dadas
las altas temperaturas, viendo como su tío estaba detenido por unos individuos
armados. Lo más paradójico fue que el gendarme de la ocupación no me daba ninguna
explicación mientras yo le preguntaba una y otra vez el porqué de mi detención
Entre los gritos de angustia de los niños y la
desesperación de mis sobrinas, ahí estuve durante más de una hora intentando
averiguar el porqué de esta retención encontrándome con el silencio y la
negativa de los gendarmes marroquíes a darme una respuesta. Nuestra visita a la
tumba de mi madre recientemente fallecida, en vez de ser una visita acorde a nuestras
costumbres y creencias se convirtió en una pesadilla y lágrimas de los niños
que querían recordar a su abuela. Esto no es casualidad, por supuesto que fue
una represalia y una venganza por las consignas con las que despedimos a mi
madre en su entierro y las banderas saharauis con las que cubrimos su sepulcro.
Una vez más Marruecos atropella nuestras
costumbres, nuestras creencias y tradiciones. Ya no se trata de nuestra
libertad de circulación en nuestro territorio, la opresión alcanza también a nuestras
tradiciones y a nuestros seres queridos que en paz descansan bajo tierra.
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