(Fotos: Jalil Mohamed, Bahia Awah y Miguel
Paubel) Escribo una crónica de urgencia y llena de emoción por lo vivido anoche
en La Riviera. El concierto Ellas por el Sahara, continuación del que en
octubre de 2017 ofrecieron Rozalén, Aziza Brahim y Amparanoia, reunió a cinco
destacadas cantantes en apoyo a la iniciativa solidaria “Un micro para el
Sahara”. Con una sala que rozaba el lleno Suilma Aali, Carmen Boza, Rocío
Márquez, Amparanoia y Rozalén nos hicieron pasar una noche deliciosa y ayudaron
a recaudar fondos para los medios de comunicación saharauis.
Con su inseparable guitarra acústica y
acompañada de un guitarrista y el percusionista Nico Roca, abrió la noche la
cantante saharaui-hispana Suilma Aali, una intérprete de espléndida voz y
presencia, que tiene varios discos en su haber, el último a punto de ver la luz
lleva el título de “Flor amarilla”. Suilma interpretó los temas “Amor tóxico”,
“Las chicas del río”, “A lo ancho del mundo” y “Flor amarilla”. Coreamos con
gran emoción su precioso tema “Coria y el mar”, canción compuesta por Suilma
para la película documental del mismo título. También tuvo un recuerdo para
nuestra inolvidable Mariem Hassan, cantando unas estrofas de “Ana saharauia”,
soy saharaui, en una noche en la que todas hemos sido saharauis.
Carmen Boza salió al escenario tan solo (y
no es poco) armada con su guitarra eléctrica. Su forma de tocar y de moverse me
recuerda gratamente a una de mis artistas favoritas desde mi juventud, Ani
DiFranco. Virginia Díaz de Radio3, presentadora del evento, nos recordó que con
su último disco, “Caja Negra”, Carmen está consiguiendo un merecido éxito. Me
quedo con una de sus canciones, que nos invitó a corear, “Gran Hermano”: El
gran hermano me está mirando y está velando por mí.
Mi familia murciana me descubrió a Rocío
Márquez hace unos años en un concierto de la cantaora onubense junto al Niño de
Elche en Teatro Circo Murcia. Ganadora en 2008 de la Lámpara Minera del
prestigioso Festival del Cante de Las Minas, Rocío canta desde niña, tiene seis
discos y es una de las voces más reconocidas, también internacionalmente, del
flamenco actual. Ayer Rocío cumplía 34 años y eligió pasar un día tan especial
actuando en favor del pueblo saharaui. Es muy difícil mantener al público en
silencio y atento en una sala de estas características con un repertorio
exclusivamente flamenco, con guitarrista y cantaora. Ella, tan grande, lo
consiguió anoche con creces, ganándose enormes aplausos y el calor del público.
Simplemente maravillosa.
Energético concierto el ofrecido por Amparo
Sánchez, Amparanoia, una mujer con unas tablas impresionantes y a la que
pinchábamos tanto y tanto en nuestra alegre juventud en Radio Resistencia. La
artista jienense (aunque la identificamos con Granada y Lavapiés) se define
como “una experimentadora incansable del mestizaje” y es veterana en esto de la
solidaridad con el pueblo saharaui. Ha estado en los campamentos de refugiados
del sur de Argelia, llegando a grabar con la inolvidable Mariem Hassan el tema
“Flor del desierto”. Acompañada de su acústica de color azul y un estupendo
guitarrista, nos hizo bailar y corear temas como “Welcome to Tijuana”, “Que te
den” o “Hacer dinero” Hacer dinero con lo que sea, hacer dinero es tu tarea
Vender piel muerta, vender la guerra vender los niños vender miseria hacer
dinero...
Una gratísima sorpresa resultó para mí
Rozalén, artista a la que apenas había escuchado hasta el concierto de anoche.
Qué certeras las letras de esta gran mujer, qué delicadeza en su
interpretación. Tres discos tiene en su haber la cantante de Albacete, el
último “Cuando el río suena...” publicado en 2017. Pudimos escuchar canciones
como “Justo”, dedicada al tío abuelo de la cantante, enterrado en una de las
fosas comunes de los desaparecidos del franquismo, una de esas vergüenzas
inmensas pendiente aún de solución: Calla No remuevas la herida Llora siempre
en silencio No levantes rencores que este pueblo es tan pequeño Eran otros
tiempos; o “La puerta violeta”, sobre la violencia contra la mujer; “Girasoles”
para esos momentos de desánimo que todos tenemos viendo cómo está el mundo (los
saharauis saben un rato de esto) por suerte aún el mundo está lleno de mujeres
y hombres buenos.
María nos cantó en acústico, un formato que
le va especialmente bien a sus temas. Me llamó mucho la atención el instrumento
que tocaba la cantante. El periodista Fernando Íñiguez me explica que se trata
de una guitarra, con una forma especial realizada por un luthier, que ha
cambiado la B con la que hace el agujero de la caja de resonancia, por una R
personalizada para ella. Rozalén estuvo acompañada al cajón y por su
inseparable intérprete de signos para personas sordas, Beatriz Romero, a la que
conoció en 2013. La artista, que estudió psicología y musicoterapia, nos
explicó que está preparando varios talleres para realizar en los campamentos
con mujeres saharauis y con niños y niñas saharauis con capacidades diferentes.
Rozalén actuará además en el concierto que pondrá el broche al FISahara 2019.
El proyecto “Un micro para el Sáhara” nació
en 2017 y está formado por periodistas de distintos medios de comunicación
españoles movidos por el “convencimiento” de que “lo que no se cuenta no
existe”. “Creemos que la radio es el medio de comunicación más universal para
la transmisión de la cultura y la defensa de los Derechos Humanos, porque las
ondas llegan incluso allá donde no lo hace Internet”, afirmaban en la nota de
prensa.
Si este mundo tiene algún remedio, vendrá a
través del arte. Gracias a toda la gente bonita que ha hecho posible Ellas por
el Sahara, mención especial para la periodista saharaui Ebbaba Hameida y todos
sus compañeros de Un micro para el Sahara.
SÁHARA HURRA
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