Fuente: Diario La Realidad Saharaui/DLRS, 16/12/2020 صحيفة الواقع الصحراوي
Escritores por el Sahara Occidental se dirigen
al presidente Pedro Sánchez
Sáhara Occidental, quizá la última
oportunidad... Carta abierta al presidente del Gobierno de España, remitida por
GONZALO MOURE Y RICARDO GÓMEZ, miembros
de escritores por el Sahara-Bubisher. El grupo de escritores ante el reinicio de la guerra en el Sahara Occidental, provocado por el regimen marroquí, al romper el acuerdo de cese el fuego y de nuevo la region ha vuelto al conflicto bélico en las puertas de España, los escritores piden la intervención de España a favor de la lucha del pueblo del Sahara y asumir su responsabilidad como potencia aún administradora del territorio según el Departamento Jurídico de la ONU.
14/12/2020
Sr. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de
España:
En estos tiempos de pandemia sanitaria y
calamidad mediática, salta la noticia de que el crepuscular presidente de EEUU
reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y, de pronto,
Twitter electriza las cancillerías de medio mundo. Menos mal que se impone
cierta cordura: poco después de este anuncio, la ONU recuerda que la
descolonización es la única solución del problema de la última colonia
africana. Los intentos del agónico mandatario por asegurar los negocios en la
zona de su hija y de su yerno no pueden distraernos de un viejo y vergonzoso
problema que arrastran desde casi medio siglo los sucesivos gobiernos de
España.
Pero esta advertencia de la ONU no detiene el
golpe. Francia se ha apresurado a apoyar una autonomía del Sáhara dentro de
Reino de Marruecos. Una autonomía que, como la del Rif, sabe que quedará en
papel mojado. Nada de eso debe sorprendernos. EEUU cubrió logísticamente la
Marcha Verde y colaboró en la construcción y dotación del muro militarizado de
2700 km que recorre como una cicatriz el desierto del Sáhara, separando los
territorios ocupados de los campos de refugiados argelinos. Y Francia no se
resiste a dejar de jugar un papel activo en una zona que fue francófona.
Usted, señor presidente, ha decidido aplazar
la visita que iba a realizar el próximo 17 de diciembre a Marruecos. Suponemos
que no ha tenido más remedio. Mientras otros jugadores movían piezas en un
tablero de ajedrez, usted llevaba en su mano una ficha de parchís. No podemos
juzgarle como único responsable. Es al parchís, a pasar el tiempo con el
problema del Sáhara, a lo que han jugado todos los presidentes de Gobierno de
nuestra democracia.
Usted no puede acordarse de lo ocurrido porque
tenía tres años cuando sucedieron los hechos. Tampoco puede saberlo por sus
clases en el colegio o el instituto, porque la historia de la España
contemporánea lleva décadas ocultándose en colegios e institutos. Lo sabrá, sí,
porque es usted presidente del Gobierno, pero no está de más recordarlo.
Ya en 1966, la ONU había instado a la
descolonización del Sáhara Occidental, señalando a España como potencia
descolonizadora. En 1975, cuando tenía usted tres años, el Sáhara Occidental
era la provincia 53 de España, con ciudadanos censados y representantes en las
Cortes. Por esas fechas, ante las pretensiones marroquíes sobre el territorio,
el rey Juan Carlos I visitó la zona y prometió que sus habitantes no serían
abandonados. Meses más tarde, durante la agonía del dictador, la Marcha Verde
expulsó a los españoles. O, mejor: el ejército español recibió la orden de
retirarse vergonzosamente. Los propios militares hablaron de traición.
La retirada no fue tan pacífica como el
silencio de los medios de comunicación quieren hacer ver. El Sáhara Occidental
fue ocupado por las armas. Los saharauis huidos fueron bombardeados por aviones
Phantom, asesinando a hombres, mujeres y niños. Hubo represión en los
territorios ocupados. Hubo guerra con Mauritania, y muertos mauritanos. Hubo
guerra con Marruecos, y muertos marroquíes. Se llegó a una paz endeble, bajo la
promesa de que la ONU instaría a un referéndum de autodeterminación.
Argelia acogió a los huidos en los actuales
campos de Refugiados. Entretanto, Marruecos, gracias a empresas de EEUU,
construyó un muro que separó familias e intentó ahogarlos económica y
humanitariamente. Pero los saharauis alzaron jaimas, habilitaron escuelas,
precarios hospitales y edificios administrativos y se procuraron una
supervivencia endeble, siempre dependiente de la ayuda exterior. La MINURSO, la
Misión Pacificadora de la ONU, se estableció en la zona como fuerza de
interposición, con el objetivo de elaborar un censo para realizar el
referéndum. Con el tiempo, los saharauis ocuparon territorios del Sáhara
Occidental sin interés económico para Marruecos, los llamados Territorios
Liberados, donde pastaba el ganado y se creaba un cierto intercambio de
mercancías básicas con Mauritania. Pero en 1991, mientras se ultimaba el
referéndum, Marruecos bombardeó e invadió esos territorios, envenenó pozos y
mató a los animales, sembrando el terror entre los civiles.
Durante 55 años, España ha tenido en sus manos
iniciar un proceso de descolonización, algo que no ha querido asumir ningún
gobierno español. Los intereses económicos, el temor de irritar a un vecino
irascible, el miedo, la desidia o la corrupción han pesado más que las leyes
internacionales y el derecho humanitario. España, a quien la ONU reclamaba que
asumiese un papel fundamental, queda relegado ahora a una esquina del tablero.
Y, lo que es peor, tanto los saharauis en los territorios ocupados como los
refugiados en los campos argelinos, quedan de nuevo abandonados a su suerte.
Hace pocas semanas, los saharauis se hartaron
y, tras la violación de Marruecos del espacio de exclusión de Guerguerat,
declararon roto el alto el fuego. Están en guerra. Decepcionados por el
silencio del gobierno español, hastiados de la inoperancia de la MINURSO,
reprimidos en los territorios ocupados, hostigados por el ejército marroquí,
están en guerra. De momento, no hay víctimas saharauis ni marroquíes, pero
previsiblemente las habrá. ¿Cuántos muertos hay que exponer al sol del desierto
para que la comunidad internacional se conmueva?
Quizá sea tarde ya. No sabemos cuál era su
agenda de trabajo para ese encuentro del 17 de diciembre. Ante la actual
situación excepcional de guerra, ¿iba usted a comunicar que iniciaba ese proceso
de descolonización? Habría sido una opción digna, quizá la única opción digna
dadas las circunstancias. Ahora nos quedaremos sin saberlo. O no. Depende de
usted, de su gobierno.
De momento España está fuera de juego, como un
espectador alelado. Usted sabe que hay miles de familias españolas que han
mantenido vínculos con niños y niñas saharauis que hoy son adultos y que han
sido llamados a la guerra. Hay saharauis que, al cabo de este tiempo, tienen
familias españolas. Y españoles que tienen familias saharauis. Algunos son
hijos o nietos de los que, cuando usted tenía tres años, eran ciudadanos
españoles.
Solo hay una salida decente para España. La
ONU sigue apostando por la descolonización. Está por ver si el próximo
presidente de EEUU refrendará la medida tomada por el actual inquilino de la
Casa Blanca. Ahora que hay guerra y la opinión internacional debe pronunciarse,
España tiene una oportunidad. Una sola, y ya puede ser tarde. Saque usted del
bolsillo la reina del tablero y apueste por la descolonización. Evite un baño
de sangre que nos salpicará a todos. Evite que medio millón de saharauis, entre
los Campos de Refugiados y los atrapados en el Sáhara Ocupado queden
abandonados a su suerte.
No somos ingenuos. Sabemos que las
dificultades son muchas. Hay intereses de empresas españolas en las costas y
los territorios ocupados. Hay una presión migratoria que se gradúa a
conveniencia del país ocupante. Hay otros elementos de chantaje, innombrables.
Habrá pataleos, amenazas y declaraciones altisonantes. Habrá alusión al
reconocimiento del incurable presidente de EEUU. Pero hay un mandato
insoslayable: la legislación internacional, porque España sigue siendo la
potencia descolonizadora. Basta con iniciar un expediente al respecto. La ONU
tendrá que pronunciarse y hacer el resto.
También puede usted hacer lo mismo que sus
predecesores: agachar la cabeza, cerrar los ojos, taparse los oídos y coser su
lengua. Pero en este tiempo que usted lleva presidiendo su Gobierno ha adoptado
medidas que otros presidentes no se han atrevido a llevar a cabo, intentando
recuperar parte de nuestra dignidad. Ahora se enfrenta a un grave problema que
no debería eludir: ante esta situación de guerra, le recordamos, España sigue
siendo responsable de la descolonización del Sáhara Occidental.
Usted tenía tres años cuando España abandonó
el Sáhara. Entonces no era culpable. Ahora sí puede serlo. En nombre de
millones de españoles, le rogamos encarecidamente que cumpla con sus
obligaciones.
Atentamente, Escritores por el Sahara-Bubisher
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