Llega el mes de noviembre, o
mes once, fecha del calendario que plaga de hechos determinantes a la
Historia del pueblo saharaui.
Es llamativo que este fuera el
mes elegido por Emilio Bonelli en 1884 cuando firmó un tratado con los saharauis en el cual establecieron un protectorado y levantaron el asentamiento
en Villa Cisneros, actual Dajla. Este
acontecimiento enmarcó la llegada de España en el territorio, cuya presencia
duró hasta noviembre de 1975. En esa fecha, con la antesala de la Marcha Verde
y con Franco en el lecho de muerte, se firmaron los acuerdos ilegales de Madrid
entre España, Marruecos y Mauritania impidiendo la libre autodeterminación del
pueblo saharaui y provocando un
conflicto bélico en la disputa del territorio entre Marruecos, Mauritania y el
Frente Polisario, este último, legítimo representante saharaui. España abandonó
sin asumir ninguna responsabilidad a su colonia, el Sáhara Español, o mejor
dicho, la provincia número 53 del régimen de Franco.
Desde este momento la tragedia
del pueblo saharaui está marcada por un muro minado construido por el Gobierno de Marruecos que
atraviesa el territorio y obliga a miles de familias a estar separadas, a un
lado los saharauis del exilio, concentrados en campamentos de refugiados de
Tinduf, Argelia; y al otro lado, los que viven bajo la ocupación ilegal del Reino
Alauita que sufren la violación sistemáticamente los Derechos Humanos.
Son 38 años de lucha y
resistencia de un pueblo que desde que en 1991 firmara el alto al fuego con
Marruecos, está agotando todas las vías pacíficas y diplomáticas para la
resolución de este conflicto y exigiendo el legítimo derecho de
autodeterminación.
En ese mismo año, nace la
MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara Occidental),
que vigila además la cesión de fuego en la zona pero no asume competencias que velen
por los Derechos Humanos, gracias al incondicional veto de Francia en los
Consejos de Seguridad de Naciones Unidas.
Y es que este asunto se
manejan y negocian en los despachos a puerta cerrada, blindando así los
intereses, entre otros, de Francia, Estados Unidos, España o Argelia.
Pero la verdadera víctima de
esta situación es el pueblo Saharaui, que ya cuenta con tres generaciones
luchando por la libertad, haciendo gala del sello de identidad nacional: la
resistencia y dignidad.
Este conflicto, que parece
permanecer anclado en el olvido, en ocasiones consigue burlar el bloqueo
mediático e internacional y la opresión del régimen de Mohamed VI. Noviembre,
el mes once, es el mes talismán para ello.
O si no, hagamos memoria y
volvamos a noviembre de 2009, concretamente día 14, cuando la activista
saharaui Aminetu Haidar regresaba a El Aaiún desde Estados Unidos tras recoger
el premio de la Fundación Robert F. Kennedy por su labor a favor de los
Derechos Humanos, y las autoridades marroquíes confiscaron su pasaporte y
forzaron su expulsión a Lanzarote, donde estuvo en huelga de hambre durante 32
días. Esta mujer, que ha sufrido en
primera persona las torturas en la Cárcel Negra de El Aaiún y sigue sufriendo a
día de hoy la represión marroquí, es defensora a ultranza de la libertad de su
pueblo, supo poner en evidencia a la
potencia ocupante, pero lo que es más importante, consiguió romper el bloqueo
informativo siendo portada en la prensa internacional. Con su actuación muchos
temblaron, no solo el mismísimo Mohamed VI, también el entonces Ministro de
Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
Y de nuevo, un año más tarde,
en noviembre de 2010 en la capital del Sáhara Occidental, El Aaiún, se oyen
gritos de lucha y ansias de libertad, esta vez de unas 20 mil personas
concentradas en un campamento protesta y pacífico a las afueras de la ciudad,
en el Campamento de Gdeim Izik. Surgió como expresión de absoluto rechazo a la
política marroquí de empobrecimiento y saqueo de su tierra y también para
protestar contra las duras condiciones de vida. A partir del asesinato de un
niño de 14 años, Najim el Garhi, por parte de las fuerzas de represión marroquíes,
el campamento aumentó notablemente no solo en su número de participantes,
también en sus reivindicaciones
políticas y de autodeterminación.
Todo esto ocurría poco antes
de la conocida “Primavera árabe”, aunque
para algunos expertos como el
filósofo Noam Chomsky, comenzó en
este campamento.
El 8 de noviembre, Gdeim Izik
fue brutalmente arrasado por las fuerzas del régimen ocupante, contando con un
número elevado de desaparecidos, encarcelados y 11 víctimas mortales. Esto
ocurrió bajo la atenta mirada, de nuevo, de la prensa internacional, aunque la
zona estaba completamente bloqueada para periodistas extranjeros por órdenes de Mohamed VI.
Esta protesta devolvió la
esperanza al pueblo saharaui que no cesa en su lucha por alcanzar la libertad y
desprenderse de la opresión del Régimen Marroquí.
Hoy, un día cualquiera de
noviembre de 2012, las fuerzas de los saharauis no flaquean, con la llegada de
Christopher Ross, enviado Especial del
Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, miles de
personas salen a la calle a manifestarse exigiendo la celebración del
referéndum de autodeterminación y denunciando la violación sistemática de los Derechos Fundamentales de los saharauis,
así como el expolio ilegal de sus recursos naturales. Aún con la presencia del
Secretario, el Gobierno marroquí no ha escatimado en intervenciones violentas
contra saharauis, muchos de ellos niños y mujeres, entre ellas la activista
Aminetu Haidar que asegura haber sido agredida por la policía marroquí. Vecinos
de El Aaiún afirman que la represión es brutal y que el despliegue militar en
la capital es latente y desmesurado.
Pero los saharauis no se
rinden, con Gdeim Izik su resistencia y dignidad se afianzó, a dos años de su
aniversario seguirán luchando por ello… (¡ y además es noviembre!)
Tengamos presente que aunque
los saharauis estén once meses olvidados son capaces de florecer en las antípodas
de la primavera.
Fabiola
Barranco Riaza