Los
santuarios o puntos de culto saharauis conocidos como msala han ido
sufriendo una campaña de destrucción y eliminación a lo largo de los años de
ocupación marroquí al Sahara Occidental, hasta su desaparición total en las
ciudades ocupadas del territorio.
Lamsala es una pequeña extensión cubierta de arena y rodeada de pierdas; un
punto a donde acuden los saharauis para practicar las oraciones y debatir sobre
los asuntos que afectan a la sociedad saharaui; también se utiliza como un
espacio donde los niños y niñas aprenden a leer y escribir y recitar versículos
del Corán. Lamsala es una humilde mezquita al aire libre y abierta a
todos.
Un
atropello contra la cultura de esa envergadura es un ataque directo contra el
patrimonio nacional de toda una nación. Una violación clara del artículo 18 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos que dice:( Toda persona tiene
la libertad del pensamiento, de conciencia y de religión….). La discriminación
que sufrió y sigue sobrellevando el pueblo saharaui es lamentablemente inhumana
y propia de un sistema del apartheid. Los grabados rupestres en los pierdas de
los antiguos pobladores son robados y expoliados por Marruecos para ser luego
expuestos en subastas clandestinas en el mercado negro marroquí de las artes;
es totalmente injusto este expolio al que está expuesto el patrimonio cultural
saharaui en todos sus ámbitos ante el silencio y la indiferencia del mundo
civilizado en Europa que enarbola el estandarte de la libertad y el progreso
social.
Lamsala es un santuario sagrado inherente a la cultura saharaui, hoy se
encuentra expuesto y sometido a la
destrucción y desaparición ante la total
impunidad del régimen marroquí; que lo saquea con una campaña agresiva y sistemática, hasta su desaparición
total de las ciudades del Sahara occidental ocupado. El régimen de ocupación marroquí
quiere de esa manera imponer la cultura marroquí sobre la cultura saharaui; en
un intento histérico de aniquilar todo lo relacionado con la cultura y las
costumbres de la sociedad saharaui.
Pero
la historia no se puede borrar y la memoria se niega a morir. Las ambiciones
imperialistas marroquíes no respetan la cultura ajena a sus valores morales y
culturales, es decir la cultura saharaui, y no la respeta porque le incomoda
dado el grado de diferencia cultural entre los saharauis y los marroquíes. Y quien teme a la cultura, teme a la realidad de
identidad y de igual manera como teme el inevitable referéndum de la autodeterminación es porque
también teme a la verdad.
¿Qué
pretende Marruecos con esta maniobra macabra contra el patrimonio cultural
saharaui? ¿Llevar a los saharauis a las mezquitas marroquíes para que bendigan
a su asesino y a su verdugo? Algo totalmente absurdo y propio de
su esencia de régimen feudal. Los saharauis siempre
hemos negado la superioridad del hombre, y el culto a la personalidad nunca
formo parte de nuestras costumbres y tradiciones.
El
régimen marroquí, no cesa de violar las convenciones internacionales, tanto
culturales como humanos. Los saharauis, siempre han practicado el culto de la
manera más pacífica y solidaria a lo largo y ancho de su patria saharaui. En su
cultura nunca han besado manos de sultanes ni reyes porque son hombres libres y
se arrodillan ante los otros. No obstante, Marruecos intenta imponer su única
doctrina de ocupación usando para ello sus métodos de torturas, expolio y la
destrucción del patrimonio cultural saharaui. Nelson Mandela, en su biografía “El
largo camino hacia la libertad” dijo: “Para los hombres la libertad
en su propia tierra es la cumbre de sus ambiciones por lo que nadie podrá
persuadirle en contra de sus convicciones”.
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