(Alfonso Lafarga).- “Quiero el cuerpo de mi
hijo, he llamado a todas las puertas y nadie me escucha, los marroquíes me
ofrecieron dinero a cambio de no reclamar, me negué y me mandaron a la mierda.
¿Para qué quiero la vida si no recupero su cuerpo, si no hay justicia”.
Quien
así habla es Takbar Haddi, madre
de Mohamed Lamin Haidala, el joven saharaui de 20 años que murió ocho días
después de ser atacado por cinco colonos marroquíes en El Aaiún y tras ser
llevado de un hospital a otro sin recibir la asistencia médica adecuada, según
denunciaron asociaciones de Derechos Humanos.
Esta madre, de 42 años, que lleva 10
viviendo en Tenerife, se encuentra en huelga de hambre desde el 15 de mayo en
Las Palmas de Gran Canaria, en la calle de Pelayo, a 40 metros del Consulado de
Marruecos –la Policía Nacional impidió que permaneciese enfrente de la
delegación consular- para reclamar el cuerpo de su hijo, que fue enterrado sin
su consentimiento.
Reclama “una investigación independiente
sobre este crimen”, la detención de los tres presuntos autores que siguen en
libertad –dos fueron detenidos al día
siguiente de morir Mohamed Lamin-, esclarecer la negligencia médica y la tortura que sufrió su hijo en comisaría,
la exhumación y autopsia del cadáver por
médicos imparciales y entregar los restos mortales a la familia para un
entierro digno. También exige que cese el cerco y la presión policial a la que
está sometida su familia en El Aaiún.
En conversación telefónica con El Espía
Digital, Takbar Haddi repite que está dispuesta a llegar hasta el final, “a lo
último de la vida”. ¿Para qué quiero la vida si no sé donde esta mi hijo, si no
hay justicia?, se pregunta.
Mohamed Lamin Haidala tenía previsto
reunirse con su madre en Tenerife la segunda semana de febrero de este año,
pero en la noche del 31 de enero de 2014
fue atacado con piedras por ciudadanos marroquíes propietarios de
tiendas próximas a la casa de sus abuelos. Fue alcanzado en el pecho y al caer
al suelo recibió abundantes golpes y uno de los atacantes le clavó unas tijeras en el cuello.
El joven saharaui permaneció detenido y
esposado en el suelo una hora hasta que la policía decidió su trasladado al
hospital, donde recibió suturas sin haber sido desinfectado ni
anestesiado. De allí pasó a la comisaría
central para ser interrogado, pero las visitas al hospital se repitieron ante
sus continuas quejas hasta que la misma doctora que un día antes le prescribió un antibiótico y un analgésico
determinó que tenía que ser trasladado con urgencia a otro hospital.
Según la información que en su día facilitó
la agencia de prensa saharaui Equipo Mediático, el padre y un tío llevaron a
Mohamed, ya en situación de libertad, al hospital Hassan II de Agadir, a donde
llegaron el 4 de febrero. Allí solo recibió asistencia respiratoria, por lo que
decidieron, dos días después, estando ya inconsciente, acudir a un centro privado, pero ni en la clínica de la Caja
Social ni en la clínica Tilila quisieron hacerse cargo de él, por lo que volvieron al hospital público. El
día 8 falleció por la mañana.
Mohamed Lamin no pudo reunirse con su madre
en Tenerife y fue ella quien viajó a El
Aaiún, pero ya con su hijo muerto. Takbar Haddi
quiso saber “las circunstancias
de su asesinato” y se dirigió al ministro de Justicia y al Procurador General
del Rey en El Aaiún, pero no obtuvo respuesta; presentó varias denuncias y no hubo contestación.
Quería que médicos independientes hiciesen
una autopsia al cadáver de su hijo, pero las autoridades marroquíes se negaron:
“Me dijeron que si quería recoger el cuerpo para enterrarlo era sin hacerle
otra autopsia, solo aceptaban la suya”.
Afirma que llegaron a ofrecer 90.000 euros
a cambio de su silencio, para que no hiciese reclamaciones, y que en una
ocasión fue despedida con un “vete para la mierda”. “Yo no puedo coger dinero,
yo no vendo a mi hijo”, dice mientras se entrecorta su voz.
Desde que ocurrió la muerte de su hijo, por
el que hubo varias manifestaciones de protesta en El Aaiún que fueron duramente
reprimidas, los alrededores de la casa de la familia de Mohamed Lamin están
controlados por la policía, que ha llegado a entrar varias veces en el
domicilio. “Los policías marroquíes,
relata Takbar Haddi, han pegado a mi familia, han entrado en la casa, han
botado los muebles, han pegado a mi hermana, la han dado con una piedra en los
ojos, a mi hermano en la rodilla y no camina.
Es mala la justicia para los saharauis, nos pegan por la calle, nos
llevan a la cárcel por querer un Sáhara libre. Cuando he estado en el Sáhara la
policía me decía que no soy libre, que me callase”.
Ante la tensión que Takbar Haddi vivió en
El Aaiún se llevó a Tenerife a otro de sus hijos, “amenazado de muerte por los
mismos matones que la privaron de Haidala” según un comunicado de la Plataforma
de apoyo al pueblo saharaui. Justicia para Haidala”.
Desde esta plataforma se ha rechazado la
versión dada por el cónsul de Marruecos en Canarias, Ahmed Moussa, quien dijo
que la familia de Mohamed Lamine "rechazó recuperar los restos mortales
del difunto", y aseguran que no fue
así ya que no se les permitió hacer una segunda autopsia. Desde el consulado se
invitó a Takbar Haddi a entrar en la delegación, pero manifestó que si el
cónsul quería hablar con ella tenia que salir a la calle y hacerlo delante de
todos.
Takbar Haddi está firme en su huelga de
hambre: “Hasta lo último de la vida, quiero justicia para Haidala, mi hijo, mi
corazón”.
AI denuncia torturas en el Sáhara
Occidental
El mismo día que Takbar Haddi inició la
huelga de hambre se anunció en Paris la publicación, el 19 de mayo, de un
informe de Amnistía Internacional en el
que se denuncia la práctica de la tortura en Marruecos y en los territorios
ocupados del Sáhara Occidental.
El
informe revela "el uso de la tortura y otros malos tratos
utilizados por las fuerzas policiales marroquíes durante la detención policial
y el interrogatorio" y, según la agencia de prensa argelina APS, se basó
en 173 casos de tortura cometidos entre 2010 y 2014. Cita el caso de dos
ciudadanos marroquíes víctimas de la tortura policial marroquí, entre ellos un
capitán de la fuerza aérea condenado a dos años y medio de prisión y
arbitrariamente detenido por 30 meses por haber denunciado en el periódico Le
Monde la corrupción imperante en el ejército marroquí.
También menciona el caso de un ex campeón
del mundo de boxeo tailandés, Zakaria Moumni, detenido en Marruecos en 2010,
torturado varios días y encarcelado
durante 18 meses.
El informe de Amnistía Internacional
expresa "su preocupación por un acuerdo de cooperación judicial"
entre Francia y Marruecos, que "otorga la impunidad contra cualquier
marroquí en estas violaciones de derechos humanos”.
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