Varias organizaciones internacionales
denuncian que las confesiones de los 24 saharauis imputados se obtuvieron bajo
tortura.
A las 17 horas de este lunes las autoridades
marroquíes volvieron a sentar en el banquillo de los acusados a 24 saharauis
por su presunta relación con la muerte de once gendarmes a finales de 2010,
durante los disturbios que ocurrieron tras el violento desmantelamiento del
campamento protesta Gdeim Izik.
Tras más de seis años en prisión, los 24
imputados se enfrentan de nuevo a las acusaciones de “formación de banda
criminal, violencia contra la fuerza pública con resultado de muerte y
mutilación de cadáveres”. Ya en 2013 un tribunal militar de Rabat condenó a los
inculpados a penas de entre 20 años de cárcel y cadena perpetua, pero el juicio
fue declarado nulo por incompatibilidades -los 24 acusados son civiles-, la
falta de pruebas y la presión internacional. En diciembre de 2016 se reabrió el
caso por la vía civil, dando lugar a una primera vista que duró seis horas y
que estuvo plagada de momentos de tensión. Aquella sesión fue aplazada por
orden del juez después de que los imputados y sus familiares esgrimieran lemas
a favor del referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental.
Tal y como sucedió en ocasiones anteriores,
las autoridades marroquíes pusieron trabas a la presencia de observadores internacionales.
Francisco Serrano, uno de los cuatro abogados españoles enviados por el Consejo
General de la Abogacía Española para observar el juicio, fue retenido a su
llegada en Tánger, pero finalmente la policía le dejó asistir al macrojuicio.
De momento el tribunal no ha aceptado las
denuncias de organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch,
que destacan el carácter político de este juicio y aseguran que los 21
encarcelados -uno de los tres acusados en libertad condicional, el joven
Hassana Aalia, vive en España, aunque el Ministerio del Interior rechazó su
petición de asilo político- son víctimas de múltiples violaciones y torturas
físicas y psicológicas en la cárcel con las que habrían forzado sus
confesiones.
La Coordinadora Estatal de Asociaciones
Solidarias con el Sáhara (CEAS) convocó manifestaciones frente a los consulados
del reino alauí en quince ciudades de España. En Madrid, decenas de personas se
congregaron frente a la Embajada de Marruecos para pedir la liberación de los
presos políticos saharauis. Frente a la puerta de la delegación diplomática
marroquí les aguardaba un saharaui que lleva en huelga de hambre desde el
pasado 16 de diciembre para reivindicar “derechos sociales y económicos”.
A finales de 2010 más de 20.000 saharauis
residentes en el Sáhara Occidental ocupada por Marruecos erigieron sus haimas a
15 kilómetros de El Aaiún y crearon un campamento protesta bautizado como
“Dignidad” (“Gdeim Izik”) para protestar contra las malas condiciones de vida y
la discriminación laboral que sufre la población autóctona de la antigua
provincia española. Cuando las autoridades marroquíes enviaron a la policía y
el ejército a desmantelar el campamento, los saharauis enarbolaron consignas
independentistas y se iniciaron los enfrentamientos violentos en los que
murieron 11 gendarmes y dos saharauis. En aquel momento, Marruecos expulsó del
territorio a todos los periodistas.
El campamento Gdeim Izik fue el precursor de
la Primavera Árabe, según varios analistas y pensadores, incluido Noam Chomsky,
y el episodio más violento entre marroquíes y saharauis desde que el Frente
Polisario y Rabat firmaron el alto el fuego en 1991 para organizar un
referéndum de autodeterminación que dirima el futuro del último territorio
africano pendiente de descolonización y cuya soberanía, en términos legales,
sigue correspondiendo a España.
El juicio se enmarca en un contexto de
creciente tensión militar entre ambas partes. Este lunes un diario marroquí
filtró que el general Fatalah Uarrak, que la semana pasada fue nombrado máximo
jefe militar del país por el rey Mohamed VI, no tendrá entre sus funciones la
comandancia de la Zona Sur (Sáhara Occidental), donde el ejército tiene
desplegado el grueso de sus tropas. Se trata de un hecho sin precedentes,
informa EFE.
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