Por Ali Salem Iselmu
Todas las resoluciones del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas siguen exigiendo la descolonización y la
autodeterminación del Sáhara Occidental. El Gobierno de España es consciente de
la presencia de la República Árabe Saharaui Democrática a nivel internacional. La RASD es un factor de estabilidad en la
región del Magreb, la ONU lo ha constatado mediante su misión desde el año 1991
al igual que Argelia y Mauritania.
Los saharauis son un pueblo conocido por su
lucha pacífica y el apego a sus derechos. España mediante sus Gobiernos de
sucesión no debe alentar a Marruecos a seguir ocupando de forma ilegal el
territorio no autónomo del Sahara Occidental. La responsabilidad histórica y
ética no prescribe. El Reino de Marruecos no ha desmantelado el muro que divide
el territorio saharaui, tampoco ha retirado su ejército y sigue intentado
ejercer una política ciega en la que quiere imponer a la fuerza y por
agotamiento su ocupación militar.
La Unión Africana en la que está la
República Saharaui y el Reino de Marruecos ha pedido recientemente junto con el
Secretario General de las Naciones Unidas el fin del colonialismo en África y
en el Sáhara Occidental. La resolución del conflicto saharaui mediante un
referéndum de autodeterminación puede ayudar a España en sus relaciones
bilaterales con Argelia, Marruecos y con los saharauis. El expansionismo de
este país es de sobra conocido, Argelia lo vivió en la guerra de las arenas en
1963 y Mauritania lo sufrió hasta 1969 ante la reclamación permanente de unos
supuestos lazos históricos y jurídicos.
El tema de la delimitación de la frontera
marítima con las Islas Canarias, el intento de aislar a Ceuta y Melilla, la
inmigración y la seguridad son la baza permanente que ha pesado sobre Madrid en
sus relaciones con Rabat. Los saharauis y el Frente Polisario son un aliado
natural de Europa y España en África. La lengua y la historia han demostrado y
siguen demostrando que la República Saharaui goza de gran apoyo en América
Latina y otras partes del mundo.
Los partidos políticos en España y en
Europa deben tener coraje en la defensa de los valores democráticos. No se
puede mirar hacia otro lado cuando vemos la expulsión de abogados y
parlamentarios españoles que Marruecos expulsa sin explicaciones de los
territorios ocupados del Sahara Occidental, El Aaiun, Dajla y Smara. Contra la
falta de libertad se lucha y se protesta y esto desde España debe ser un punto
de encuentro con la causa saharaui.
Si el Gobierno de España piensa que los
intereses con Marruecos pasan por claudicar en la no aplicación del derecho
internacional y la no descolonización del Sahara, la Unión Africana con países
de peso pesado como Argelia, Sudáfrica y Nigeria no lo consentirán. Tarde o
temprano España tendrá que asumir su responsabilidad en los Acuerdos Ilegales de
Madrid que entregaron un territorio no autónomo contra el dictamen del Tribunal
Internacional de La Haya. Y la historia juzgará estos hechos.
Los saharauis se han defendido desde 1976
hasta 1991 mediante las armas y lo hicieron limpiamente sin cometer atrocidades
de guerra, esa posibilidad permanece como opción si no se avanza hacia la
autodeterminación. El proceso de resolución por la vía negociadora depende en
última instancia del fin de la ocupación ilegal del territorio del Sáhara
Occidental.
África y los países anticolonialistas están
del lado del pueblo saharaui, al igual que la sociedad civil Europa y muchos
partidos políticos. La sentencia del Tribunal Europeo deja de forma clara a
quién pertenecen los recursos naturales del Sáhara Occidental y la naturaleza
del Sahara Occidental “país distinto y separado de Marruecos”.
Dilatar el conflicto y pensar que los
saharauis aceptaran de forma indefinida esta situación es arriesgado y
peligroso. Apoyemos una solución democrática que devuelva a España al escenario
del que nunca debió de salir, la lucha por el fin del colonialismo y la
libertad del pueblo saharaui.
La historia nos juzgará por haber entregado
a un pueblo entero a Marruecos, cuando le prometimos que íbamos a respetar su
derecho a la autodeterminación.
La historia no prescribe y la Marcha Verde
siga viva en la memoria de muchas generaciones. No corregir aquel capítulo es
como no reconocer las barbaridades de la Segunda Guerra Mundial y sus
consecuencias para la humanidad.
Marruecos sabe que su presencia nace de un
acto ilegal, llevarlo a la legalidad es nuestra responsabilidad con la historia
y con el pueblo del Sáhara Occidental.
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