La ONU se ha pronunciado sobre el desmantelamiento de forma violenta por parte de Marruecos del campamento saharaui de Agdeym Izik. Este organismo internacional deplora los hechos, pero no los condena ni tampoco exige que se investiguen a fondo. La Minurso sigue sin competencia para vigilar y garantizar el respeto de los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
¿Cuántos saharauis tienen que morir, desaparecer o sufrir torturas para que Francia deje de usar el derecho de veto en el Consejo de Seguridad a favor de que Marruecos siga reprimiendo al pueblo saharaui en su tierra? ¿Qué interés puede tener un país democrático en hacerle la cobertura a una dictadura que ha expulsado y vetado la presencia de periodistas y observadores internacionales en todo el territorio del Sáhara Occidental?
Si queremos la libertad y los derechos humanos para nuestros pueblos, ¿por qué vamos a prohibir al pueblo saharaui ser libre en su tierra? Permitir la opresión y consentirla convierte a un país en antidemocrático, por una razón muy sencilla que se llama poner los intereses de Estado por encima de los valores de la libertad.
Si reconocemos que los saharauis deben ejercer su derecho a la autodeterminación, empecemos respetando su dignidad, no impongamos una solución que no respete su voluntad.
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