El ‘Muro de la Vergüenza’
es la mayor barrera militar operativa y la segunda más larga del mundo. Se
encuentra en el Sáhara Occidental y sus minas antipersona se han cobrado la
vida de más de 2.500 civiles saharauis
Fuente: Noticias de Gipuzkoa. UN REPORTAJE DE RUBÉN OLVEIRA ARAUJO - 14 de Mayo de 2017
Primera línea del ‘Muro
de la Vergüenza’ construido por Marruecos en el Sáhara Occidental. Fotos:
Campaña Internacional contra el muro de ocupación marroquí
Una primera línea de
minas y alambradas seguidas de una pared de arena, otra de piedra, zanjas
antitanque, nidos para municiones y parapetos. A continuación, una segunda
línea con artillería, radares y blindados. Y finalmente, una tercera con tropas
de intervención rápida. Así es la fortificación del muro militar marroquí, un
cerco de seis tramos que se alarga un total de 2.720 kolómetros, que fue
construido por Marruecos en los años 80 en el Sáhara Occidental y que divide a
la población, viola los derechos humanos y supone, actualmente, el mayor
obstáculo para la resolución del conflicto en este territorio de África del
Norte. “Se trata de la mayor barrera militar operativa en el mundo y se ha
cobrado directamente las vidas de más de 2.500 civiles saharauis”, denuncia
Gaici Nah Bachir, investigador y activista saharaui. De ahí que se haya ganado
el sobrenombre el Muro de la Vergüenza.
Tal y como explica Gaici
en su libro El muro marroquí en el Sáhara Occidental: Historia, estructura y
efectos, el cerco comenzó a levantarse en verano de 1980 durante la Guerra del
Sahara Occidental (1975-1991) después de que Marruecos intentase por todos los
medios ocupar el territorio por la fuerza. “Ante los avances del Ejército de
Liberación Popular Saharaui, las fuerzas marroquíes tuvieron que atrincherarse
en su afán de continuar con la ocupación”. Algo que en la actualidad no ha
cambiado: 26 años después del alto el fuego entre el Frente Polisario saharaui
y Marruecos, prácticamente el 90% del ejército marroquí está instalado en el
territorio del Sáhara Occidental, gastando un 3% del PIB del país en el
mantenimiento de este muro.
Esta barrera militar
tiene múltiples efectos sobre el pueblo saharaui. Para empezar, supone un cerco
que no solo divide el territorio saharaui ocupado por Marruecos desde 1975 de
las regiones liberadas por el Frente Polisario antes del fin de la guerra, sino
también a un pueblo. “Hay familias que nunca se han visto desde la invasión
marroquí y la construcción de este muro”, asegura Gaici. Además, en muchos
casos dificulta que los niños lleguen a escuelas e impide que los enfermos
traspasen el muro para recibir atención médica, mientras que el ejército
marroquí lo usa como corredor para la inmigración ilegal y el tráfico de
drogas. Todo ello sume a la población saharaui en una gran desmotivación
social: “Es la prisión al aire libre más grande del mundo, porque encierra
herméticamente a un pueblo entero”.
Por supuesto, los
intereses económicos también están de por medio: “El muro supone un parapeto y
un paraguas para el saqueo y el pillaje de los recursos naturales del Sáhara
Occidental”, denuncia este activista. El cerco divide la tierra fértil, los
embalses de agua y las desembocaduras de los ríos del desierto y, en ocasiones,
la vida de la muerte. La parte ocupada por el cerco es rica en diferentes
aspectos. Como dato, alude a que el 90% de la pesca marroquí está usurpada de
este territorio. Y sin embargo, la población saharaui que está en estas zonas
ocupadas vive en extrema pobreza debido al bloqueo impuesto por Marruecos:
“Muchas familias que viven en la parte este del Sáhara, en los campos de
refugiados, solo sobreviven gracias a la ayuda humanitaria”.
Además, algunas regiones
están altamente contaminadas por el uso de minas. Aunque a día de hoy no existe
un cálculo exacto de la cantidad de explosivos que hay desplegados en el Sáhara
Occidental, según los datos recopilados por Gaici, de las casi 10 millones de
minas que hay en la región, solamente en el llamado Muro de la Vergüenza hay
más de siete millones. “El Sáhara Occidental es uno de los territorios más
contaminados por minas junto con Angola y Afganistán”.
Después de todo, el territorio
saharaui está infectado por todas y cada una de los 72 tipos de minas
existentes. Estas tienen muy diferente procedencia: las hay alemanas, belgas,
soviéticas, españolas, americanas, checas, francesas, británicas, griegas,
israelíes, portuguesas, rumanas, chinas y de muchos otros países.
COBERTURA INTERNACIONAL
Según las investigaciones de Gaici, la construcción del Muro de la Vergüenza
solo ha sido posible gracias a una amplia cobertura internacional. La idea, por
ejemplo, asegura que fue de Israel. La asistencia técnica y tecnológica,
estadounidense. La cobertura política, francesa. La financiación, de países
petroleros del golfo; mientras que la mano de obra es marroquí.
“Desgraciadamente, es la única obra de la Guerra Fría donde Occidente y Oriente,
con sus ideologías antagónicas, se unieron contra un pueblo cuyo único pecado
es reclamar su derecho a la autodeterminación y a la libertad”.
A día de hoy, este
activista sentencia que esta “conspiración internacional” continúa con la
financiación, la manutención y el mantenimiento del cerco que ofrecen varios
gobiernos, entre los cuales se encuentra el del Estado español. Si España
entregó en 1975 el Sáhara Occidental a Marruecos abriendo la frontera norte
para facilitar la invasión, fue el gobierno de Felipe González el que cerró el
territorio saharaui por el sur en 1986 mediante una ayuda militar de 221
millones de dólares que posibilitó a los marroquíes construir el sexto y
definitivo tramo del muro. “Fue gracias a Felipe González, a su ministro de Defensa
Narcís Serra y al rey Juan Carlos por lo que este muro pudo ser terminado”,
denuncia este investigador.
Gaici asegura que esto
fue un trueque entre los gobiernos español y el marroquí con vistas al interés
de España en la Unión Europea y, posteriormente, un posible convenio de
comercio en lo que se refiere a la pesca entre ambos países en territorio
saharaui. “Pero la relación no termina ahí, porque todo Gobierno español vende
armas a Marruecos para que pueda mantener el muro”. Como ejemplo, señala que
Zapatero “regaló” unos lotes de armas y coches al ejército marroquí al precio
simbólico de un euro la unidad: “Los saharauis no son solamente víctimas de
Marruecos, sino también de muchos otros países”.
En 2005 el Frente
Polisario firmó unilateralmente la prohibición del uso de minas antipersona. En
cambio, el gobierno marroquí se niega hasta la fecha a renunciar a su uso y, a
día de hoy, no solo impide a las ONGs humanitarias desminar áreas críticas,
sino que sigue aumentando el número de minas de este cerco 26 años después de
la firma del alto el fuego.
El desminado humanitario
solamente se está llevando a cabo en algunas zonas concretas del este del
Sáhara Occidental bajo el control del Frente Polisario. Aun así, aunque ahora
mismo se retiraran todas las minas del territorio, los saharauis continuarían
durante décadas expuestos a la contaminación que estas han causado. Además, es
el único pueblo del mundo que está considerado en su totalidad como potenciales
víctimas de minas: “Hoy más que nunca es una oportunidad más para exigir y
obligar al gobierno marroquí a cumplir con las reglas del derecho internacional
humanitario y desmilitarizar el muro de la ocupación, prohibiendo el uso de las
minas antipersona y llevar a cabo un desminado total, masivo y eficaz en las
zonas bajo su control”.
IMPEDIMENTO PARA LA PAZ A
nivel político, Gaici destaca que el cerco supone actualmente el mayor
impedimento para la celebración de un referéndum del Sáhara Occidental y la
resolución del conflicto. “El muro forma parte de la guerra y no se puede
construir la paz con elementos y mentalidades de la guerra”. Para Gaici, el
cerco debe desaparecer de cara a que el Frente Polisario y Marruecos decidan
optar por la paz, dado que este “es la prueba más importante de una ocupación
ilegal marroquí”. Además, el muro no solamente afecta a los saharauis, sino que
también es un clavo en el ataúd respecto al intento de acercamiento político de
los países de la zona.
Uno de los principales
problemas para hacer presión a favor del desmantelamiento de este cerco es,
según Gaici, el silencio mediático al que están sometidos tanto su existencia
como sus efectos: “Los países que promovieron el desplome del muro de Berlín
son los que mantienen este muro y los que imponen bloqueos a la prensa”. Por
ello, opina que es primordial que se otorgue más espacio a este conflicto en la
prensa internacional y que diferentes ONG y sociedades civiles como Amnistía
Internacional o Right Watch también se centren en el muro marroquí: “Hablan de
Israel y Palestina, pero no del Sáhara Occidental”.
Ante esta situación, en
2013 se lanzó la Campaña internacional contra el muro de la ocupación marroquí
en el Sáhara Occidental: juntos para derribar el muro, de la que Gaici forma
parte. Sus tres ejes principales son el muro, las minas y las víctimas de las
mismas. “El muro no es más que una copia de unas tácticas que se han utilizado
en otros países en los que se ha demostrado su fracaso y este muro no puede ser
una excepción”. Para este investigador, el cerco es la constatación física del
fracaso militar marroquí en el Sáhara Occidental. “Si los marroquíes pensaran
que el muro podría resolver el conflicto del Sáhara Occidental no lo hubieran
construido”. Aun así, Gaici se mantiene optimista: “El Sáhara está ocupado, pero
no está conquistado”.
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