TERRA.COM 23 de noviembre de 2010 • (Imagen: RTVE)
Pocos días después de la represión del ejército marroquí sobre la población civil saharaui que provocó un número aún indeterminado de muertos y desató una persecución que todavía dura, el gobierno de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) advirtió sobre la posibilidad de que el pueblo tome nuevamente las armas.
"La sangrienta represión con un balance desconocido aún de víctimas, la actitud fría de la ONU y el silencio de la comunidad internacional, ha hecho que la gente quiera volver a las armas", sostuvo con firme calma Hach Ahmed, ministro para América latina de la RASD , en una entrevista concedida a Télam.
Una referencia histórica para contextualizar el presente.
Hasta 1975 el Sahara Occidental fue colonia española. Pero el proceso de descolonización tuvo dificultades en los últimos días de vida de Francisco Franco, ya que luego de que el Tribunal de la Haya dictaminara que Marruecos no tenía derechos, éste impulsó una ocupación militar.
Esto provocó una guerra entre el Frente Polisario y el ejército marroquí que duró hasta 1991, cuando se acordó un alto el fuego y se creó la Misión de Naciones Unidas para el Referendum en el Sahara Occidental (Minurso) que, al cabo de 8 meses, debía realizar una consulta de autodeterminación.
Casi 20 años después, Marruecos sigue negando su realización.
La supuesta soberanía marroquí no es reconocida por Naciones Unidas ni por ningún país del mundo.
El pasado 8 de noviembre, este territorio africano ubicado en el extremo occidental del desierto del Sahara volvió a ser noticia cuando un campamento de protesta independentista fue reprimido a sangre y fuego por Marruecos.
Y de acuerdo a las denuncias internacionales, parte de su población es desde entonces víctima de una "limpieza étnica".
"No hay que olvidar que los saharauis han firmado un alto el fuego, no una capitulación y las armas que tenían hace 20 años están en las mismas condiciones o han mejorado", advirtió Ahmed en un diálogo mantenido durante su visita a Buenos Aires y poco antes de emprender el regreso.
El funcionario, quien recibió a Télam en compañía de Mohamed Salem Bachir, embajador en misión de la RASD , aclaró que no existe intención de declarar una guerra abierta, "al menos en los próximos días".
Pero resaltó que la situación es de "crispación y alta tensión" y que por lo tanto "no se descarta que cualquier pequeño incidente haga encender otra vez a la región".
"La protesta comenzó con un grupo de saharauis que salió de la capital de El Aaiún y levantó jaimas (carpas nómades) en el territorio ocupado. Esto fue a unos 10 ó 15 kilómetros de la ciudad, en pleno desierto y sin molestar a nadie", relató Ahmed.
Sin embargo, a ese pequeño grupo se le fueron sumando otros y en un mes hubo 10.000 jaimas y unas 26.000 personas en el campamento. "Lo que para el gobierno marroquí era un `hecho normal de protesta en un país democrático`, pronto se transformó en `grupos terroristas` que tenían secuestrada a la población", agregó.
El 7 de noviembre, Marruecos concentró 3.000 efectivos que rodearon el campamento y con una "muralla" de bulldozer (máquinas para la construcción), impidieron el ingreso de gente y de alimentos. La tensión fue en aumento y en un forcejeo, militares dispararon contra una familia y mataron a un adolescente de 14 años.
"En la madrugada del día 8, los militares avanzaron contra las tiendas de tela donde dormían 26.000 personas, incluidas mujeres y niños, con helicópteros, disparando gases lacrimógenos y tirando agua caliente. Fue un verdadero baño de sangre", relató Ahmed.
Tras el ataque, la prohibición de trabajo a los periodistas fue inmediata. ¿Qué pasó con los Cascos Azules de la ONU ? "Dicen que tienen prohibido salir de los cuarteles -responde el ministro-, algo que no es creíble pero que permite que el crimen pueda consumarse sin que nadie lo vea".
A esos ataques se sumaron también los colonos marroquíes que superan en una proporción de 7 a 1 a los saharauis. "Los incentivan para que participen en los saqueos, allanamientos y linchamientos de la gente, por lo que todo se ha ido convirtiendo en operaciones de limpieza étnica", denuncia Ahmed.
Otra arista en el conflicto es España, que para la ONU sigue siendo potencia administradora aunque no de facto. "Eso implica responsabilidades políticas, aunque también morales, que la opinión pública asume como propias y por las que presiona al gobierno español para que tenga una actitud mucho más firme", explica.
Frente a esta complicada situación, la RASD pidió a la ONU que envíe "con urgencia" una comsisión investigadora para determinar la magnitud de la catástrofe, pero la iniciativa fue frenada la semana pasada por Francia en el Consejo de Seguridad.
"¿Por qué se niegan Francia y Marruecos? Nosotros sospechamos lo peor: que hubo una catástrofe de grandes magnitudes que quieren mantener oculta para evitar que crezca la indignacón mundial. De lo contrario no pondrían trabas para que el mundo pueda saber la verdad", explicó finalmente Ahmed.
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