domingo, 3 de abril de 2011

La cuestión Saharaui


Reconocer a la República Árabe Saharaui sería un gesto diplomático de Colombia hacia una causa justa.

Pocos en Colombia habrán oído hablar, o tendrán algún conocimiento acerca del Frente Polisario y de la República Árabe Saharaui. En la Academia Colombiana de Historia dictó el pasado 28 de marzo una conferencia sobre 'La descolonización de África: el caso del Sahara Occidental' el señor Ministro encargado de las relaciones con América Latina del Gobierno de la República Árabe Saharaui, señor Hach Ahmed. Habló en un español excelente, lo que no debe extrañar. El español es el segundo idioma saharaui (aunque no oficial). La presentación del conferencista fue hecha por el presidente de la Academia, Enrique Gaviria Liévano.

Saharaui es el gentilicio de los que habitan el territorio del Sahara Occidental y Río de Oro. El Frente Polisario, conformado en 1973, es el "Frente por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro". La historia de la República Árabe Saharaui es la historia de la lucha de un pueblo contra dos modos de dominación colonial. Primero contra España, que ocupó el territorio por más de cien años, hasta 1976, y después contra Marruecos y Mauritania, que invadieron el Sahara occidental a la salida de los españoles,  no obstante la resolución de la ONU de 1975, que no les reconoció, ni a Marruecos, ni a Mauritania, ningún derecho jurídico a la posesión de las tierras saharauis. La ONU calificó a Marruecos como potencia ocupante y le acreditó al Frente Polisario el estatus de legítimo representante del pueblo saharaui.

El Frente Polisario declaró el 27 de febrero de 1976 la independencia de la República Árabe Saharaui. En 1979 los ataques del Frente Polisario contra Mauritania hicieron que esta república islámica le devolviera los territorios que ocupaba en el Sahara Occidental. Ese reintegro no fue reconocido por Marruecos, que los invadió de inmediato y tomó control de ellos.

Entre 1979 y 1991 el Polisario mantuvo una intensa guerra de liberación contra el invasor marroquí. La ONU decretó en 1991 un alto al fuego y ordenó para 1992 un referendo por el cual el pueblo saharaui establecería su derecho a la autodeterminación. Hasta el presente el referendo no ha podido realizarse por el constante saboteo marroquí. La administración colonial ha construido un muro de 2.000 kilómetros de largo, para separar el territorio invadido del territorio en el que la República Árabe Saharaui ejerce su soberanía. El muro partió en dos el espacio saharaui, sin que haya logrado romper la unidad nacional en su determinación de constituir un Estado que ejerza pleno dominio sobre la totalidad de su territorio. El muro está custodiado por cerca de doscientos mil soldados marroquíes, sembrado de punta a punta con minas antipersona y celosamente vigilado por radares sofisticados. En ese muro gasta el gobierno de Marruecos una suma aproximada al millón doscientos mil euros diarios, mientras que el pueblo marroquí padece grandes carencias, falta de alimentos, pésima educación, escaso poder adquisitivo y muy pocas oportunidades de progresar.

En su lucha contra el invasor colonial marroquí, desde 1979, el Frente Polisario ha comprobado la desaparición forzosa de más de quinientos mil saharauis a manos del ejército marroquí. El Aaiún, la capital de la República Árabe Saharaui, está en territorio invadido, de donde el gobierno saharaui tiene su sede temporal en Tinduf (Argelia). Por esta razón, algunos países lo consideran un gobierno en el exilio.

¿A qué obedece el empecinado interés de Marruecos en un territorio desértico en buena parte y en el que no abundan los recursos naturales? Es posible que en el subsuelo saharaui se encuentren importantes reservas de petróleo.  Sin embargo, su principal riqueza consiste en una enorme cantidad de minas de fosfato, que fueron explotadas por los españoles y que ahora lo son por los marroquíes.

La República Árabe Saharaui ha sido reconocida por 85 países miembros de la ONU, donde ocupa puesto de observador. Colombia aún no le ha dado su reconocimiento. Hacerlo constituiría un gesto diplomático del gobierno del presidente Santos hacia una causa justa, la causa de un pueblo que ha librado una larga y dura batalla por su derecho a existir, como lo hicimos nosotros hace doscientos años. Desaparecer los residuos del colonialismo, mancha que afea al siglo XXI, es un deber ineludible para los pueblos libres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario