El estallido de las primaveras árabes ha ocultado parcialmente la crisis en el Sahara occidental, donde se agrava la represión del régimen de Mohamed VI.
"La relación con Marruecos ha vuelto a 1975”
DIAGONAL JARA COSCULLUELA (EL AAIÚN ) VIERNES 15 DE JULIO DE 2011. NÚMERO 154
Mientras Mohamed VI se preparaba para su transformación de descendiente directo de Alá en mero rey inviolable a través del referéndum controlado para la ratificación de sus reformas constitucionales, centenares de colonos movilizados, jaleados y protegidos por las autoridades marroquíes salían a las calles de El Aaiún ocupado en una manifestación pro monárquica y abiertamente anti saharaui.
El uso de colonos marroquíes como fuerzas mercenarias contra la minoría saharaui de los territorios ocupados se viene utilizando de forma creciente desde hace unos meses por parte del gobierno, pero no son nada novedosas las acciones violentas en los territorios ocupados del Sáhara Occidental y de sobra debería ser conocida la política marroquí -ya desde la época de ocupación- de continua violación de los Derechos Humanos en estos territorios. Debería ser conocida, sobre todo en estos momentos en los que occidente pone al menos uno de sus ojos en la llamada primavera árabe y, sin embargo, poco conocemos de la situación actual del Sáhara Occidental.
Desde que ocupase la plana internacional tras el desmantelamiento del campamento de protesta de Gdeim Izik, debido a la violencia brutal empleada para el desalojo -efectuado, por cierto, con armas made in Spain vendidas al ejército marroquí- y al elevado número de personas saharauis presas, heridas y asesinadas, el Sáhara Occidental está desaparecido en combate, nunca mejor dicho, de nuestros televisores. Sin embargo, la situación en los territorios ocupados está que arde, y la situación previa al levantamiento saharaui del pasado octubre se mantiene en la actualidad, eso sí, con cambios significativos.
Sigue el expolio de los recursos naturales de la zona, del que se beneficia directamente la monarquía marroquí, allegados, y países y empresas occidentales, siendo una de las principales denuncias del campamento Gdeim Izik. La lucha de activistas saharauis hace tiempo que exige el control de sus recursos, entre los que se incluyen el fosfato, los bancos de peces, los archibuscados petróleo y uranio, la propia arena del desierto (usada en el Estado español para la construcción y la ampliación de playas), y el agua de estos territorios desérticos (para regar los invernaderos de hortalizas que Marruecos vende bueno, bonito y barato a Europa).
Un buen ejemplo del expolio es el del lucroso negocio marroquí con los productores de biomasa. Marruecos es uno de los mayores exportadores de fosfatos, cuyas minas se agrupan en las zonas ocupadas, que sirven para fabricar los fertilizantes que se usarán en los campos de cereal destinados a convertirse en esa lucrativa energía renovable. El negocio de la pesca también es clave: a principios de año la UE prorrogaba hasta el próximo los acuerdos pesqueros que benefician sobre todo al Estado español (100 barcos españoles de un total de 119); los grupos activistas saharauis, tras la decisión, perdían la esperanza de que la comunidad internacional realmente buscase una solución para la situación de expolio.
El robo de recursos -que, como ya ha manifestado en numerosas ocasiones la RASD, no revierte de ninguna manera en el pueblo saharaui- va unido a la ausencia de derechos sociales, civiles y laborales de la población saharaui de los territorios. El paro entre dicha población asciende al 45%, y las empresas expoliadoras -tanto las supuestamente nacionales como los conciertos con empresas de otros países occidentales- deniegan el acceso a saharauis manteniendo prácticas discriminatorias y xenófobas. También es común que a la población saharaui se le niegue el acceso a los servicios sociales, a la salud y a la vivienda; incluso en muchas ocasiones las propias personas saharauis temen ir al hospital por miedo a ser detenidas o envenenadas. El acoso y la violencia de los cuerpos de seguridad marroquíes es una constante cotidiana: saqueos de casas, detenciones ilegales, agresiones y violaciones en plena calle. Ser familiar de activista en una escuela pública es la excusa para la discriminación y la persecución policial de la población infantil saharaui.
Los cambios significativos apuntan a una crecida de la xenofobia de una armada población colona, instrumentalizada por el gobierno, y al aumento de la presión militar y policial en las calles. Esto dificulta la estrategia del activismo saharaui de mantener cuatro manifestaciones por semana en las que se reúnen familiares de presos/as políticos, la Confederación Sindical de Trabajadores Saharauis, ex-trabajadores y jubilados de FosBucraa, entre otros, debido al recorte aún mayor de las libertades de asociación y manifestación. El silencio internacional tras Gdeim Izik -ni siquiera ha salido adelante la propuesta de incluir entre las competencias de la MINURSO (la Misión de las Naciones Unidas para el Referendum sobre el Sahara Occidental) la vigilancia de los Derechos Humanos- hace que la paciencia del pueblo saharaui llegue a su límite.
Gdeim Izik y nuevos campamentos
El octubre pasado miles de saharauis se asentaban en las proximidades de El Aaiún conformando así el campamento de protesta Gdeim Izik, denunciando el expolio de recursos y la violación de los Derechos Humanos de la población saharaui en territorios ocupados. El desalojo y la posterior violencia en las calles de la ciudad dejaron una suma de 2.400 personas detenidas y más de un centenar de presos políticos que posteriormente serían heridos y violados dentro de la cárcel. El 23 de junio, el nuevo intento por parte de un grupo de mujeres de conformar un campamento de protesta en la playa ha sido rápida y violentamente bloqueado por la policía.
Jadiyetu Ebhaia, cuarta muerte oficial de Gdeim Izik
El 9 de julio moría Jadiyetu Ebhaia, a causa del accidente de coche que provocó la policía marroquí cuando ésta intentaba acceder al campamento de Gdeim Izik y a la negativa de los médicos marroquíes de atender adecuadamente sus lesiones.
Nueva estrategia activista
Los grupos activistas saharauis recientemente han consolidado una nueva estrategia de lucha, con la unión de los diferentes sectores para las protestas. Desde hace varios meses, todos los colectivos y sindicatos se manifiestan conjuntamente cuatro veces por semana en varias ciudades del Sáhara Occidental para exigir las demandas básicas de cumplimiento de los Derechos Humanos y autodeterminación del pueblo saharaui, al mismo tiempo que piden otras demandas específicas.
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