sábado, 15 de octubre de 2011

Memoria histórica: tras las huellas españolas en Dajla, esas que España ni quiere ni sabe defender





EL MUNDO  Dajla (Sáhara Occidental) 15 de octubre de 2011  -  "Transmitiendo desde el Monte de las Mesas, en Tenerife". Este mensaje, aderezado con música tradicional canaria, ha quedado grabado en la memoria del saharaui Sidahmeh Brahim Burhi.

Sidahmeh lo escuchó cientos de veces. "Así empezaba Radio Nacional de España (RNE) sus emisiones, que llegaban hasta esta orilla desde 1963, a las 6.23 de la madrugada". Este abogado de 60 años es secretario general de la Asociación Río de Oro, que trabaja para recuperar la cultura española en Dajla (Sáhara Occidental).

Recuerda que la ciudad se construyó en 1942; aunque los primeros españoles llegaron "en sus galeones" en 1884, bautizaron la ciudad como Villa Cisneros en honor al inquisidor cardenal, y edificaron el fuerte bajo las órdenes de Emilio Bonelli.

"En esa época se podían contar los españoles con los dedos de las manos", dice Sidahmeh sentado en uno de los sofás de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, construida en los años 40 por los españoles en Dajla. Por el edificio, nos acompaña también Mohamed Fadel, de 46 años; más conocido como Pouh. Otro de los garantes de la memoria española en la ciudad y guardián del centro de culto desde hace décadas.

'Saharaui y español'

Pouh contrajo la polio con 3 años y fue derivado por la Sección Femenina a Canarias, donde pasó parte de su infancia. De esas tierras le queda un grato recuerdo y un marcado acento. Regresó en 1981 a Dajla, donde su padre había sido cabo de la Policía Territorial. Pouh, que preside una asociación para minusválidos, lo tiene claro: "Soy saharaui y luego español; así es como me siento".

"Queremos salvaguardar nuestros lazos con España; un pueblo no es nada si borran sus huellas, su pasado", opina mientras se queja de que Marruecos no ha respetado la huella que dejó España en esta ciudad de su ex colonia.

Entre otras razones, porque en Dajla no quedaron protegidos los bienes del Estado español con un depositario como sí que sucedió en El Aaiún (capital administrativa del Sahara Occidental), sigue Pouh, que guarda aún en la Iglesia celosamente libros de la época y banderines de las tropas del Sahara Occidental.

"El Acuerdo Tripartito dejó la ciudad en manos de Mauritania en 1976, luego pasó a Marruecos el 14 de agosto de 1979, entonces España perdió la propiedad", apunta el guardián de la Iglesia. Un batallón de las filas marroquíes, continúa, se apoderó de Nuestra Señora del Carmen ese mismo año "y derrumbaron una parte del edificio", en obras de restauración desde el pasado Ramadán "gracias a la ayuda del Vaticano y algunas asociaciones de cariz religioso".

Sin embargo, la capilla resultó intacta, "sólo falta un Cristo grande que ahora está en Fuerteventura y tres campanas que creo que están en Gran Canaria", se enorgullece Pouh mientras enseña las carcomidas cuartillas donde negro sobre blanco han quedado escritas las letras que se cantaron durante años en misa y que descansan junto a un niño Jesús (esculpido en barro) sobre las teclas del viejo órgano.

Ahora son pocos los que se acercan a esta Casa del Señor. Una vez al mes acuden los Padres destinados en El Aaiún a atender a la comunidad católica y protestante. "Puede que vengan 4 personas a misa como 20, como ninguna".

En los pasillos lucen algunas fotos del año 53 en las que se levanta en medio de una casi virgen Dajla la pequeña Iglesia frente al fuerte de Bonelli. "La Unesco pidió que no lo tiraran, pero no dejaron ni una piedra y han destinado a ese espacio una plaza con un monumento de la Península de Dajla", según Pouh.

Resiste el viejo cine

La primera ciudad, en 1942, se componía de la escuela, la mezquita, el mercado, algunas casas para comerciantes y los 'frig' (conjuntos de jaimas). Las casas siguen en pie cerca de la Iglesia y detrás del antiguo cine español, el Lumen (por Luján y Méndez, los socios que lo pusieron en marcha) en 1963, relata Sidahmeh.

El edificio donde vio 'El último tren' sigue en pie, pero ya no se sienta nadie en sus butacas. Entre las rejas de su puerta principal, se descubre su abandono y se intuyen aún algunos carteles de títulos árabes o franceses. "Cuando se fue España lo compró Mohamed Lamine, un notable de la época, que sigue siendo su propietario".

En la ciudad, además, siguen en pie todavía el Hospital Militar (que sigue destinado a sus funciones), el antiguo Colegio La Paz (ahora escuela 14 de agosto), un instituto que ha pasado a llamarse Hassan II o el cuartel de la Legión. "Tiraron también –da fe Sidahmeh- la Casa del General, que se ha vuelto a levantar pero han hecho una mera imitación"; su padre trabajó allí como ordenanza.

En Dajla, que significa bahía, siguen luciendo también dos faros de la época, uno de los años 20 y otro de los años 70, testigos como Sidahmeh y Pouh de los tiempos en los que los españoles convivieron con los hombres del desierto.

Los Reyes Magos, la Legión y el Padre Tacoronte

Los viejos recuerdos de la época española de los saharauis Sidahmeh Brahim Burhi y Mohamed Fadel tienen aún incluso nombres. Sidahmeh se acuerda de los profesores José Antonio o Indalecio Hurtado. Y del Padre Tacoronte, "que se parecía a Jesucristo y que nos descubrió el cine mudo". Tampoco olvidará nunca que hasta los años 60 no llegaron a Dajla los primeros Land Rover. "Mi padre compró uno por 270.000 pesetas; hasta entonces nos movíamos con camellos". A este sexagenario también le vienen a la cabeza las chicas españolas "con sus rebecas y sus misales en las manos" camino de la Iglesia, y las Hermanas Pili y Mili, Fórmula V, Rocío Dúrcal o Lola Flores. Los desfiles de la Legión en el fuerte o los caramelos cayendo en sus manos en la Caravana de los Reyes Magos, en cambio, se grabaron en la memoria de Fadel.
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LAS RELIQUIAS ESPAÑOLAS EN EL SAHARA OCCIDENTAL


Más de 35 años después de que España abandonara el Sáhara Occidental, ciertos centinelas velan para que el paso del tiempo no borre la huella ibérica en el desierto africano

CADENA SER EDUARDO MARÍN (Corresponsal en Rabat)   15-10-2011

"Marruecos sabe que un pueblo que no tiene pasado no tiene derecho a ser un Estado; nosotros estamos orgullosos de nuestro pasado como españoles y por eso queremos conservarlo". Mohamed Fadel, o Bouh "como me llama todo el mundo", nació en Villa Cisneros en 1965. A los tres años de edad sufrió una polio que le postró de por vida sobre una silla de ruedas. Hoy, además de trabajar en el Ayuntamiento de Dajla (antigua Villa Cisneros), es presidente de la Asociación de Discapacitados de esta ciudad. Se encarga también, pese a ser musulmán, de cuidar la iglesia católica de Nuestra Señora del Carmen, construida por los españoles en 1955.

"La iglesia está intacta desde que se fue España", sostiene, "sólo falta el Cristo grande, que se lo llevaron a Fuerteventura". El paso del tiempo y los diferentes episodios conflictivos que ha vivido la ciudad hacen necesarias varias reformas. La financiación proviene de El Vaticano y otros grupos católicos. "Tenemos que proteger esto porque es patrimonio saharaui, es un símbolo de la resistencia", defiende. Todos los domingos acuden a la iglesia un grupo de protestantes, portorriqueños e ingleses, que viven en Dajla. Una vez al mes, los padres Marco o Valerio, bajan desde El Aaiún, capital administrativa del Sáhara Occidental, para ofrecer una misa católica. "Pueden acudir cuatro personas, veinte o ninguna", informa Bouh, que añora también el pasado católico de "su" Villa Cisneros. "Celebrábamos una Navidad fantástica", recuerda, "en el fuerte hacían un desfile militar, los Reyes Magos iban tirando caramelos, nos repartían juguetes en los colegios...era muy bonito".

Casado con una marroquí con la que tiene dos hijos, Bouh afirma ser "en primer lugar saharaui", pero también defiende "sentirse orgulloso de ser español" aunque no tenga la nacionalidad. Entre 1974 y 1981 vivió en Las Palmas. "Cuando volví todo había cambiado y fue muy difícil para mí porque no sabía hablar hassanía (dialecto saharaui del árabe)". España abandonó la ciudad en febrero de 1976, dándole el relevo a Mauritania, quien ocupó Dajla hasta el 14 de agosto de 1979, día en que Marruecos se anexionó esta localidad. En 1974 Bouh se fue de Villa Cisneros y en 1981 volvió a Dajla. Salió de España y retornó a Marruecos. Se encontró son el barracón de "su" iglesia ocupada por los militares marroquíes, que permanecieron allí hasta 2004. "La gente tenía miedo, por lo que empecé a organizar la resistencia", afirma. "Levantamos la primera pancarta en Dajla que proclamaba el Sáhara Occidental". Bouh era incómodo para Marruecos. "En el 85 me quitaron el pasaporte y en el 87 obligaron a mi padre a enviarme a El Aaiún, donde viví un año".

La iglesia de Nuestra Señora del Carmen se erige en la actualidad en frente de una explanada casi desierta. "Allí estaba el fuerte, que destruyó Marruecos pese a las demandas de la UNESCO para conservarlo", asegura Bouh.

Un fuerte que "construyó Emilio Bonelli entre 1885 y 1926", informa Sidahmed Bourhi, abogado e historiador saharaui. "Bonelli fue el primer español que pisó Dajla". Sidahmed nació también en Villa Cisneros, en 1951. Actualmente es también contable de una empresa pesquera, aunque en tiempos del Sáhara español, trabajó como funcionario en el Registro de Población, Censo y Estadística. Cuando habla de su pasado español, sus ojos denotan la nostalgia de una juventud vivida bajo la sombra de un régimen dictatorial del que solo llegaban los ecos de la Península. "Sé que es muy polémico decir esto", asegura Bourhi, "pero nosotros los saharauis no podemos hablar mal de Franco; respetaba nuestra religión y, quitando los pormenores, aquí se vivía bien con él".

Incluso antes de la Guerra Civil, la autoridad presente en el Sáhara era franquista. "Nos hablaban de los rojos como los malos; no sabíamos si eran republicanos o qué ideas políticas tenían; solo que eran los enemigos".

El padre de Sidahmed, Brahim Bouhri nació en 1924 y se alistó con 15 años, "para llevar la administración del delegado Núñez", recuerda Sidahmed, "pero no luchó en la Guerra Civil; aunque mi tío sí lo hizo, resultó mutilado y murió hace muchos años". En Dajla, "sólo queda un superviviente de la Guerra, pero ya no está en sus cabales".

La primera ciudad española en Dajla se terminó en 1942 y contaba con una escuela, la mezquita, el mercado, algunas casas para comerciantes y el frig (conjunto de jaimas o tiendas nómadas). En 1955 se terminó de construir la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, donde "el primer cura, Tacoronte, que se parecía a Jesucristo, nos ponía, cuando yo era pequeño un cine mudo con películas de caballería".

Algunos años después, llegaron las películas sonoras. Se proyectaban en el cine LUMEN, de los propietarios Luján y Méndez. "La primera película que vi en ese cine fue El último tren, todavía lo recuerdo", asegura, sonriendo, Sidahmed. Hoy en día, el cine está abandonado. Tan sólo la ventana de la taquilla, la barra donde se compraban comida y refrescos y carteles de películas emulan las noches culturales que vivió este edificio en el Sáhara español.

"En los años 50 todavía se iba en camello", cuenta Sidahmed. "Los coches llegaron en los 60, con el famoso Land Rover; mi padre compró uno en el 70 que le costó 270.000 pesetas, una ganga, ¿no?".

Medio siglo después, las pesetas han dejado paso a los dírhams (moneda marroquí) en Dajla y en todo el Sáhara Occidental. Tan sólo los más nostálgicos guardan alguna moneda o billete. El tiempo y los diferentes cambios de régimen han borrado su huella. Sin embargo, los recuerdos de Sidahmed y otros muchos saharauis siguen dejando vivo el pasado español de Villa Cisneros en Dajla. "En la época escuchábamos a Manolo Escobar; nos gustaba también Rocío Durcal o las hermanas Pili y Mili, Lola Flores o Fórmula V".

Religión, cultura y también deporte

Sidahmed asegura que un saharaui jugó en el Real Madrid, "un tal Dida Boujama, que en paz descanse", aunque "se retiró por lesión". Y da más datos. "Es tío del actual embajador marroquí en Madrid, Ahmadou Souilem".

Paseando por Dajla, la huella española más visible está reflejada en la arquitectura, en ciertos edificios, como la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, el cine LUMEN, una escuela, un instituto o el faro del Arciprés. "Los marroquíes tiraron el centro cultural, el fuerte, el casino y la casa del general, aunque ésta la han vuelto a construir", apunta Sidahmed.

Con la muerte de Franco, en 1975, en la Península Ibérica nadie tenía claro el futuro del Sáhara Occidental. Sin embargo, los saharauis parecían estar seguros de lo que querían. "Esperábamos que España estuviera con nosotros hasta que estuviésemos preparados para la autonomía", asegura Sidahmed, "pero nos abandonó". Por ello, "lo mismo puedo quererla que odiarla".

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