martes, 21 de febrero de 2012

H.A. BARIKALA MINISTRO DE COOPERACIÓN SAHARAUI: "Se nos pide aguantar, pero es difícil manejar la paciencia de un vientre vacío"


La nueva dirección saharaui visitó Pamplona para renovar el respaldo institucional, expresado en la continuidad de las ayudas, y para transmitir su preocupación por las consecuencias que tiene la crisis entre miles de refugiados y la escasa respuesta al programa de vacaciones de verano
El territorio del Sáhara Occidental se halla bajo ocupación marroquí desde 1975. Y su pueblo, 37 años después, sufre las consecuencias de la represión, la violencia y el encarcelamiento si tratan de reclamar sus derechos, especialmente, el derecho a decidir sobre su futuro.
PAMPLONA.  Ningún país en el mundo reconoce la ocupación marroquí del Sáhara Occidental y, a pesar de todo, se permite que continúe. El Plan de Paz de 1991, auspiciado por Naciones Unidas y que provocó el cese de la actividad armada del Polisario, establecía la organización de un referéndum, pero el bloqueo de Marruecos ha sido la única respuesta. Además, la misión de paz de la ONU no incluye la protección de los derechos humanos, y más de 165.000 refugiados saharauis languidecen en campos de refugiados en el desierto, dependiendo "única y exclusivamente" de las ayudas humanitarias, recortadas con la crisis y olvidadas por la Comunidad Internacional.
¿Qué está pasando con las ayudas estatales y autonómicas?
Hay importantes recortes desde la cooperación descentralizada. El sector más afectado de todos, junto al alimentario, es el de las vacaciones de los niños. Nuestras previsiones indican que se reducirán en un porcentaje superior al 50%, por lo que este año no vendrán más de 3.000 niños mientras que el pasado año viajaron casi 7.000. También se han visto afectados muchos programas de caracter social: salud, educación... Por ejemplo, ya no tenemos servicio de correos, que estaba mantenido con este tipo de ayudas. Concretamente lo financiaba la comunidad de Andalucía.
¿En cuánto se cifra el recorte?
Toda la ayuda descentralizada que provenía del Estado español se ha recortado aproximadamente un 50%. En este momento, confirmado, casi alcanza los 5 millones de euros. Por otro lado, tenemos el recorte de algunas partidas del exterior desde las agencias especializadas europeas. La agencia ECHO (Dirección General de Ayuda Humanitaria) ha refrendado la reducción de una partida de salud. Consistía en el reparto de paquetes higiénicos para las mujeres. Cada kit contenía unas pastillas de jabón, un frasco de champú y compresas. Esta partida se estimaba en 900.000 euros al año y la han reducido a 300.000. Eran cinco repartos al año y ahora apenas sale a un reparto anual. Me parece escandaloso que una de las agencias más importantes respecto a la ayuda humanitaria no sea capaz de garantizar a unos campamentos de refugiados un kit higiénico básico.
¿Cuál es el compromiso de Navarra?
De momento es estable. Hace dos años hubo una reducción de aproximadamente 100.000 euros. En estos momentos, estamos manejando una cifra de 250.000 euros que incluye una partida para alimentos y otra partida para sanidad. El Ayuntamiento de Pamplona tiene una partida de 12.000 euros como ayuda de emergencia. Este año nos gustaría que el Gobierno de Navarra nos acompañase con una acción extraordinaria en ayuda alimentaria. Somos conscientes de las dificultades de las administraciones, pero tengo la confianza de que, aun así, entenderán que las nuestras son mayúsculas.
¿Qué está ocurriendo con la ayuda internacional?
Las agencias ACNUR y PAM (Programa Mundial de Alimentación), que son las dos principales agencias involucradas, manejan el tema del Sáhara como una situación de emergencia que ellos tapan a través de medidas anuales. Se limitan a lo que es la dieta básica y atienden las necesidades de los refugiados saharauis, que llevan ya casi 40 años en el desierto, simplemente enfocándolo en el tubo digestivo, sin interesarse de manera adecuada por otros aspectos inevitables para un desarrollo humano digno, como son el tema de la educación y la salud. La cifra que dedica ACNUR a las becas de los estudiantes saharauis son apenas 35.000 euros anuales, una cifra insignificante. Y estas ayudas, que tratan de establecer una dieta muy básica, van solo dirigidas a los que ellos llaman "la población más vulnerable": unas 125.000 personas de los 200.000 que habitan los campamentos.
¿Qué consecuencias tiene esta situación en la salud de la población?
Las agencias ACNUR, PAM y ECHO consideran que apenas cubren el 30% de las necesidades elementales. Contradictoriamente agencias como ACNUR, que hace las informaciones que disparan las alarmas sobre la falta de una dieta equilibrada, los altos porcentajes de desnutrición y de anemia, no aplica medidas para paliarlo. La ayuda, cuando no es canalizada a través de programas estables, genera inseguridad. De acuerdo con estándares mundiales, en una situación de refugiados siempre tiene que haber un stock de seguridad de 5 o 6 meses. Nosotros el año pasado apenas teníamos para un solo mes.
¿Cómo veis el futuro al conflicto saharaui con el Gobierno de Rajoy tras su visita al monarca alauita?
No hemos establecido contacto con el nuevo Gobierno desde que se formó, pero al menos su programa refleja el compromiso de introducir un enfoque distinto al gobierno anterior y apostar por una solución que respete el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
¿Cómo se vive allí esta tensión? ¿Es contenible esta tensa calma?
Los responsables del Gobierno nos piden que sigamos apostando por la vía del diálogo, sabiendo que el diálogo no está llevando a ninguna parte y que su prolongación beneficia a las posturas de Marruecos. Nos prometieron un referéndum en 6 meses y han pasado 20 años. Aún así, seguimos esperanzados y estamos haciendo un enorme esfuerzo de contención. Hay que agregar la frustración generada por el deterioro de los derechos humanos en las zonas ocupadas, y la incompetencia e impotencia, por no decir falta de seriedad, de Naciones Unidas. Si se suma la situación catastrófica humanitaria como consecuencia de la crisis, estaríamos ante un escenario difícil de gestionar política y diplomáticamente. Cuando pedimos un esfuerzo extraordinario queremos que se entienda como una inversión también en los esfuerzos de paz. Se nos pide aguantar, pero es difícil manejar la paciencia de un vientre vacío.

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