La ubicación estratégica del territorio del
Sahara mueve los intereses de las potencias del primer mundo, como España, y de
Marruecos. Debido al conflicto, miles se refugian en Argelia. Redacción Mundo
Fosfato, pesca, hierro y petróleo son algunas de las riquezas naturales del
Sahara Occidental, la única colonia africana que no ha logrado su
independencia. Su posición de “puente” de paso entre el océano Atlántico y
África la convierte en un sitio geoestratégico que ha despertado históricamente
el interés de las potencias del primer mundo.
Yanara Llópiz, investigadora del Centro de
Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana, explica que el interés de
las grandes potencias directa o indirectamente han vulnerado la cultura y
soberanía saharaui.
¿Qué ocurre exactamente en Sahara
Occidental? Se trata de un conflicto armado entre el grupo rebelde Polisario y
las fuerzas de Marruecos. Esta guerrilla busca desde 1975 la descolonización y
la independencia de la antigua colonia española.
La guerra se generó tras la retirada del
Gobierno español y la firma de los Acuerdos Tripartitos sin consentimiento del
Polisario. Con el convenio se originó un reparto del territorio de Sahara
Occidental entre Marruecos (en elnorte) y Mauritania (en el sur), España solo
mantenía el derecho a la explotación de recursos (principalmente de fosfato,
elemento clave de los fertilizantes). En 1978 Mauritania reconoció el estado
saharaui y se retiró del país. Tras la invasión de las fuerzas del Rabat se
genera el éxodo de la población saharaui a Tiduf (Argelia) lo cual dura hasta
la actualidad.
Fuera de Marruecos hay otros países y
organizaciones internacionales que también colaboraron en el desarrollo del
conflicto. España se ha desenvuelto como una expotencia colonizadora; Francia y
Estados Unidos por intereses geoestratégicos y económicos; Argelia, vecino
hasta ahora irreconciliable de Marruecos; Libia, cuyo apoyo al Polisario fue
fundamental; y en menor medida Rusia, incluso China.
La Organización para la Unidad Africana
(OUA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han tratado de mediar en
el conflicto. En 1989 intentaron llegar a un plan de arreglo, a través de la
resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de la ONU 1960 que se refiere a la
Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos
coloniales. Polisario y Marruecos firmaron un compromiso, pero luego de seis
meses lo incumplió el Rabat.
Ali Salem Sidi Zein, embajador de la República
Árabe Saharaui Democrática (RASD) en Ecuador, dijo a EL TELÉGRAFO que el
incumplimiento es porque Marruecos no tiene la voluntad para que se efectué el
referéndum de autodeterminación. Esta consulta propone que la población decida
entre ser agregada a Marruecos o tener su independencia. La RASD era miembro de
la OUA y es parte fundadora de la Unión Africana (sucesora de la OUA). La
República Saharaui es reconocida como estado soberano por 85 países, la mayoría
es de africanos o latinoamericanos, entre ellos Ecuador. Otros estados, como
los europeos, no reconocen la RASD, pero sí al Polisario como representante
legítimo de los saharauis.
Las crisis de los refugiados en Europa y el
terrorismo yihadista convirtieron a Marruecos en un aliado vital de Europa, de
Francia y España especialmente, y Estados Unidos, lo que dificulta más el
reconocimiento de los saharauis.
Marruecos no cede
Ban Ki-moon, secretario general de la ONU,
visitó el 5 de marzo los campos de refugiados saharauis en Argelia. Esto no fue
visto con agrado por Marruecos y como respuesta el rey Mohamed VI, a quien
pretendía visitar días después, se declaró “no disponible”.
Tras comprobar el estado de los campos, el
secretario se refirió a las condiciones de los refugiados como “inaceptables” y
habló de los terrenos “ocupados” por Marruecos en el Sahara Occidental. La
palabra “ocupados” es considerada como una ofensa por el Rabad. Luego de estos
comentarios, el 20 de marzo, Marruecos expulsó a 73 empleados civiles de la
Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental
(Minurso) y retiró la partida económica para financiarlos. Finalmente ordenó el
cierre de la oficina militar de la ONU en Dajla.
El portavoz de la ONU, Stephane Dujarric,
advirtió que la salida de esos empleados haría difícil completar la misión,
cuyo fin es realizar el referéndum.
El embajador Sidi Zein explicó que “a pesar
del empeño de la ONU, Marruecos siempre bloqueó el proceso. A nivel
internacional nadie reconoce la soberanía de este país sobre nuestro territorio”.
La ONU no es el único organismo
internacional que ha velado para que el Rabat desista de obtener el poder en
este territorio, la Unión Europea también aplicó sanciones para invalidar el
acuerdo agrícola que aceptaba que Marruecos venda los recursos del Sahara
Occidental.
El analista Diego Hidalgo Morgado manifestó
que la monarquía marroquí desplegó una campaña de presión en la Unión Europea e
incluye “mecanismos menos democráticos, más bien antidemocráticos, para anular
estas sanciones aunque no ha tenido éxito alguno”. La Oficina de Asuntos
Jurídicos de las Naciones Unidas dictaminó la ilegalidad de la explotación de
recursos por parte de Marruecos en el territorio saharaui.
La investigadora Llópiz indicó que el
conflicto seguirá condicionado por los intereses de las oligarquías políticas y
financieras de varias potencias que persiguen explotar la zona saharaui,
poniendo a Marruecos de punto geoestratégico en el control del Sahara.
Por su parte el embajador de la República
Saharaui, Sidi Zein, es optimista y dijo que confía en que con el respaldo
internacional se podrá llegar a una resolución que concluya con el anhelado
referéndum. EL TELÉGRAFO consultó la opinión del delegado del Consulado de
Marruecos en Quito, pero hasta el cierre de la edición no contestó el correo
enviado. (I)
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