*Fuente: El Faradio. 14 DE JUNIO DE 2018.
POR OSCAR ALLENDE
La comunidad saharaui en Cantabria ha
perdido a uno de sus miembros, enfermero y escritor cántabro Eduardo Jordán,
fallecido tras una enfermedad.
Eduardo Jordán era enfermero de profesión,
un enamorado del Sáhara y su gente que plasmó ese compromiso en la literatura.
Quienes le trataron en vida describen su
“sencillez, alegría, generosidad y valentía”, como recordaba en redes sociales
el presidente de Cantabria por el Sáhara, Gabriel Herrería, que elogiaba como
Jordán demostró que “tras los muros derribados se abren amplios horizontes”.
Otro escritor implicado en la causa
saharaui, Fernando Llorente, elogiaba su figura y su compromiso.
Eduardo Jordán nació en 1959, en Santander,
donde cursó sus estudios de Enfermería, y la especialidad de Radiología y
Electrología. Desde 1980 desarrolló su profesión en el Hospital “Marqués de
Valdecilla” de Santander.
En el año 1999 acogió por primera vez a
Ali, un niño saharaui que le acercó a la cultura, las costumbres, las virtudes,
la situación, y la triste realidad de su pueblo. A partir de entonces ha
participado en diferentes actividades solidarias con la causa saharaui.
En 2004, publicó su primer trabajo
literario, “Atrapados en Tinduff”; un libro de viajes con pinceladas
históricas, sin otra pretensión que la de contribuir a la difusión de
información relacionada con la fallida descolonización del Sáhara Occidental, y
con sus terribles consecuencias.
Y a finales de 2017 presentaba su segunda
novela “Horizonte de Arena”, escrita ya mientras estaba enfermo.
“Horizonte de Arena” es un relato cimentado
en el testimonio personal de un grupo de profesionales, residentes en
Cantabria, que fueron testigos de una etapa determinante en el futuro del
Sáhara Occidental; maestros, médicos, militares, funcionarios de la
administración, y trabajadores con menor cualificación; y en otros datos e
informaciones obtenidos, tras un importante trabajo de documentación, en
archivos, informes y todo tipo de publicaciones.
El núcleo argumental de la novela se
desarrolla entre los años 1968 y 1992, un momento histórico determinante, en el
que el ejército marroquí invadió el Sáhara Occidental, provocando el éxodo
obligado de sus habitantes hacia una de las zonas más áridas, hostiles y
desiertas del norte de África, la “hammada” argelina; y la reacción de un
pequeño grupo de militares españoles que, avergonzados por la actitud de
nuestro gobierno, abandonaron sus unidades para unirse a los jóvenes saharauis
que, sin otras armas que su coraje y el perfecto conocimiento de su territorio,
iniciaron una lucha encarnizada y desigual contra el ejército invasor.
Los hechos más relevantes ocurrieron
realmente aunque, como obligado tributo a una exposición novelada, algunos
personajes se han enmascarado con nombres que no les corresponden, y se han
introducido situaciones o elementos figurados que ayudan a entrelazar y a
dinamizar la narración.
“Horizonte de Arena” está escrita con un
lenguaje muy sencillo, con la pretensión de recordar y homenajear a todos los
españoles que se dejaron la piel en el Sáhara, y establecieron unos lazos
afectivos tan intensos con la población nativa que aún perduran; y de volver a
poner sobre la mesa la injusta, penosa y prolongada realidad del pueblo
saharaui.
El autor cedió los beneficios derivados de
la venta de la novela a la Asociación Cantabria por el Sáhara, para la
realización de proyectos solidarios con el pueblo saharaui.
El libro puede adquirirse en la propia sede
de Cantabria por el Sáhara, en las librerías La Vorágine y La Libre y en la
tienda de comercio justo Gira por el desarrollo.
No es la única pérdida que ha experimentado
en los últimos años la comunidad cántabra de apoyo al pueblo saharaui: en
agosto hará dos años del fallecimiento de Mayte Lorenzo, presidenta de la
asociación Cantabria por el Sáhara.
Se acerca el verano y pronto llegarán a
nuestra comunidad los niños participantes en el programa Vacaciones en Paz, que
permite que chicos se alejen durante unas semanas de las altas temperaturas en
el desierto y estén en contacto con familias cántabras en sus casas.
Durante este tiempo, además de tejer redes,
mejoran su nutrición y pasan por reconocimientos médicos, en una experiencia
que sirve para transmitir la situación del pueblo saharaui, confinado en el
desierto a la espera del reconocimiento de su autodeterminación.
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