sábado, 12 de diciembre de 2009

10 días en el aeropuerto con Aminetu Haidar en su huelga de hambre







10 días en el aeropuerto con Aminetu Haidar en su huelga de hambre

Del día nº 14 hasta el 23 en el aeropuerto de Lanzarote.

Domingo 29 de Noviembre, día nº 14 de su huelga de hambre.

Aminetu pierde el conocimiento en la reunión con el jefe de gabinete de Moratinos, Agustín Santos. La llevan al habitáculo donde descansa; no puede volver a salir de la habitación.

El lugar donde se encuentra Aminetu en el aeropuerto es en el segundo piso, en llegadas de la T1, al lado de unos bancos donde se encuentra la mesa para recoger las firmas y una colchoneta donde se sienta para hablar o se tumba cuando ya no podía más. Además sus amigos ponen algunos carritos para protegerla de los turistas que vienen deslumbrados de la luz exterior, y cegados podían llegar a pisarla, y de toda la gente que intenta acercarse por distintas razones. Estos carritos también sirven para poner pancartas explicativas de la situación de Aminetu.

En la cafetería, que está muy próxima al lugar en el que se encuentra Aminetu, se encuentra todo el mundo que ayuda a difundir la información.

Aminetu está durmiendo en un pequeño habitáculo perteneciente a las cocheras de autobuses del aeropuerto, junto a una persona que la acompaña todas las noches. Es un cuartucho sin luz, sin ventilación, no tiene ventanas.

En el habitáculo de al lado, junto a las máquinas de café, sándwiches y refrescos, duermen entre 15 y 20 personas, amigos y colaboradores de Aminetu. Los que no caben duermen en la calle. Las condiciones y el hacinamiento son parecidos al de la Cárcel Negra de El Aaiun.

Todos los días ha de recorrer un pasillo entre autobuses, en la calle, a la intemperie, para posteriormente entrar al aeropuerto desde las cocheras de salida, coger el ascensor y llegar al lugar mencionado en una silla de ruedas.

Lunes por la mañana: se levanta el campamento, todo el mundo recoge mantas colchonetas, maletas y demás enseres.

Muchos se suben con sus ordenadores y otros se quedan ordenando. Aminetu se levanta y se dirige arriba con su silla de ruedas. Detrás va otro carro con su colchoneta y mantas. En el ascensor me ve y se le ilumina la cara, como siempre cuando sonríe. Intenta echarse hacia adelante para besarme pero el dolor de huesos que siente a la altura de la nuca se lo impide, un gesto de dolor que trata de disimular con una sonrisa. Me hace darme cuenta de su sufrimiento y de su esfuerzo.

Le pregunto “¿cómo estás?”, poniéndome en cuclillas a su lado y, como siempre, dice “bien”.

Se sienta en su sitio y va llegando gente a verla, gente importante, parlamentarios, senadores, políticos, gene de la cultura, del arte, delegaciones de distintas comunidades pertenecientes a distintas asociaciones de amigos del pueblo saharaui, también turistas que han oído en los medios su historia, curiosos que se intentan colar, y los medios. A todos recibe y para todos tiene palabras de cariño, comprensión, a todos escucha hasta el agotamiento. Cuando se marchan, intenta descansar entre el bullicio de la gente, los carros ruidosos, los motores de los aviones y los flashes de las máquinas de fotos que le dañan la vista.

A veces pienso que por qué nadie le dice que deje la huelga de hambre, que tanto sufrimiento le está ocasionando; otras veces pienso que cuál será el motivo de que nadie haga nada, ya que es algo muy sencillo, que una mujer vuelva a su casa con sus hijos, mucha corrupción y sobornos tiene que haber para que dejen morir a esta mujer.

Poco a poco veo su fuerte convicción y el dolor que le produce que no se respete su decisión.

Todos creo que nos encontramos entre la espada y la pared, por un lado el cariño que la tenemos, y que queremos que esté bien y que no le pase nada, y por otro nuestra obligación a respetarla.

No tenemos televisión, y pocos ordenadores con Internet, no sabemos muy bien qué es lo que está saliendo fuera, pero creo que nadie se da cuenta de que sólo puede estar un par de horas atendiendo a la gente, el resto es para descansar y reponerse.

Uno de los días que vi a Aminetu más animada es cuando vino Saramago, y también los que la acompañó Marselha, de la fundación Robert F. Kennedy.

Cada vez tiene menos fuerzas para estar arriba, y va reduciendo sus horas, cada día tiene más problemas para conciliar el sueño. Estamos divididos, unos abajo con ella, otros arriba con los ordenadores.

El viernes 4 de diciembre, cuando se cumplen 19 días de huelga de hambre, a eso de las 6 de la tarde, tres o cuatro personas de las que pendientes de su puerta, ya que nunca ha recibido protección más que de sus amigos, me dice alguien que probablemente se va en veinte minutos.

Las caras de todos se iluminan y todo el mundo se empieza a mover nervioso. A mí me están haciendo una entrevista de radio por teléfono. Me es casi imposible mantener la conversación, poco a poco la noticia se va extendiendo y cada vez hay más gente y medios. En breve llega una ambulancia y, poco después y bajo una fuerte aclamación, aparece Aminetu, que va al baño y es introducida después en la ambulancia. Con las manos nos dice adiós, nos lanza besos y nos dice adiós.

Al separarse la ambulancia, hay un gran júbilo, los saharauis saltan, gritan mientras los españoles lloran, después todos subimos al aeropuerto a esperar más noticias. En breve se empieza a rumorear que el avión no va a despegar, todo es un fraude, un teatro orquestado por España para que la opinión pública crea que ellos hacen todo lo que pueden. Lo único que de lo que es capaz de hacer el gobierno es reírse de una mujer enferma, que lleva veinte días en huelga de hambre, a la que están dispuestos a dejar morir.

Marruecos lo confirma: no han llegado a ningún acuerdo, no ha habido reuniones.

Desde ese día, Aminetu no vuelve a subir al aeropuerto. Pasa una mala noche, el médico por la mañana me dice la palabra técnica que no soy capaz de recordar, pero se trata una taquicardia, producida por el gran esfuerzo, la ambulancia, subir y bajar andando al avión, la tensión emocional. Ella llegó a llamar a sus hijos para decirles que iba…. Y otro de los muchos desatinos de nuestro gobierno: ella tiene un salvoconducto para salir, pero al entrar tras este viaje fallido, la guardia civil le impidió en un principio la entrada por volver indocumentada. Pasa todo el día en el cuartucho que le han asignado.

El gobierno español presiona a Aminetu, no entienden por qué no acepta la nacionalidad española, parece que les cuesta entender que se sienta orgullosa de ser saharaui, que quiera tener el pasaporte que le permita volver a casa, a su tierra con los suyos.

Yo me pregunto por qué no le dan a todos los miembros de nuestro gobierno un pasaporte somalí, después de meterlos en un avión a la fuerza, a ver si así empiezan a entender. Pero entender lo entienden perfectamente, lo único que pasa es que hay muchos millones en juego, recordemos que solamente de los fosfatos Marruecos expolia al pueblo saharaui 1.500 millones cada año.

En toda España, en mi ciudad Madrid, cada día hay una manifestación, la población se ha movilizado, en los medios es la noticia más importante, los periódicos ocupan hasta las cinco primeras páginas hablando de Aminetu, pero para nuestro gobierno no es suficiente, el pueblo español no le importa.

El día veintinuno de huelga de hambre, ya anochecido, estamos varias personas cerca de la puerta cuando llegan un grupo de siete u ocho personas a gran velocidad. Al ver que vienen derechos al cuarto de Aminetu, me acerco a preguntar qué quieren, y decirles que no se puede pasar, pero no puedo terminar la frase, sin parar me dicen que es el juez y que va a entrar. Intento llamar a Edi, la persona que está dentro con Aminetu, pero no me da tiempo. Ellos entran y echan de la habitación a Edi, con lo que la pobre Aminetu se queda sola con estos ocho individuos, que se meten dentro y cierran la puerta.

Los policías se encaran con nosotros. Al salir Aminetu declara que la trataron peor que en Marruecos, que la acosaron psicológicamente. El cámara de la plataforma se pone a grabar y el juez y la policía quieren quitarle la cámara y la cinta. Edi llama a todos los medios para que graben cómo quieren quitarle la cámara.


La tensión es máxima, el juez se marcha de allí, pero continúa en el aeropuerto reunido con el médico de Aminetu, y los medios continúan a la expectativa, y vemos cómo en las dependencias del aeropuerto que lindan con las cocheras en las que estamos llegan furgones de policía nacional y guardia civil, llegan en torno a 20 ó 30 furgones.

El médico regresa en tono a las 2 de la mañana y, posteriormente, se va la policía.

Al amanecer Aminetu declara que desde ese momento prescinde de su médico personal ya que el juez ha obligado a éste a dar el historial médico de Aminetu. Ella quiere liberar a su médico de la presión a la que se ve sometido, así como preservar su intimidad.

El final de esta historia inconclusa también depende de nosotros, de lo capaces que seamos de romper muestra rutina, nuestra forma de vivir, para luchar por la suya, para que se haga justicia.

Todos, desde donde podamos y como podamos, tenemos que luchar porque esto que puede ser un final se convierta en un principio.



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Carmen Giner Briz
www.wsrw.org

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